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“Hemos pasado a un modelo de niño altar al que se le rinde culto"

Eva Millet, periodista y autora de Hiperpaternidad, entiende ésta como una atención excesiva a los hijos, combinada con sobreprotección y una resolución sistemática de todas las situaciones a las que se enfrentan cuando muchas de ellas deberían resolverlas solos.
Estrella MartínezMartes, 14 de marzo de 2017
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Eva Millet.

Eva Millet es periodista y autora del libro Hiperpaternindad. Desde que este se publicara, son habituales sus conferencias, especialmente dirigidas a padres en centros educativos, donde se refiere a este fenómeno, que, sin ser nuevo, se está haciendo cada vez más habitual llegando a normalizarse con el paso de los años, algo que ella considera tremendamente nocivo.

Usted dice que los niños han pasado a convertirse en el centro de la familia. ¿No deberían serlo?
Hemos pasado de un modelo de niño, que era más típico de mi infancia –yo nací en 1968–, en el que se nos trataba un poco como a muebles. Mi abuela, por ejemplo, cuando nos poníamos pesaditos le decía a mis padres: oye, ni caso a la nena. Había esos momentos en los que al niño no se le hacía caso, era ignorado. Hemos pasado de este modelo a uno que se concentra en una atención excesiva a los hijos. El niño se ha puesto en un altar familiar. Los hijos, obviamente, son lo más importante de la familia, son nuestra responsabilidad como padres, pero hemos pasado de este modelo de niño mueble, que tampoco es recomendable, a un modelo de niño altar, al que se le rinde culto. El niño claro que tiene que ser tratado bien y respetado en casa, pero este modelo altar no funciona.

También dice que la familia no tiene que ser una dictadura, pero tampoco una democracia asamblearia. ¿Entonces el qué?
A ver, en la familia hay una jerarquía y arriba estamos los padres. El problema es que hoy en día se está confundiendo autoridad con autoritarismo y se está normalizando un modelo de familia llamado democrático permisivo en el sentido de que todos somos iguales, padres e hijos. Y, claro que como personas somos todos iguales, pero en las familias hay unas jerarquías, hay cosas que los niños no están capacitados para decidir. Por ejemplo, yo he escuchado a padres preguntar a hijos muy pequeños: ¿quieres cenar? ¿Te quieres bañar? ¿Quieres vestirte? e incluso ¿quieres un Dalsy? A un niño de 3 años que le dijo a su madre que le dolía la cabeza. Es un poco esta idea de debemos ser todos coleguis y preguntar todo a nuestros hijos porque no nos vayamos a imponer.

¿Qué es la hiperpaternidad?
Las tres características básicas para mí son: una crianza basada en la atención excesiva de los hijos, esa adoración al niño, ese ponerlo en un altar; una resolución sistemática que ellos podrían y deberían resolver por sí mismos como, por ejemplo, hacerles los deberes. O sea no dejarles hacer nada por ellos mismos no sea que se equivoquen; y una sobreprotección. Los niños se han convertido en una especie de seres intocables y nadie les puede decir nada, y mucho menos profesores, monitores o entrenadores. Implica también que se les proteja de todo y, sobre todo, de que se enfrenten a sus miedos.

¿De dónde viene la hiperpaternidad?
Es un modelo de crianza importado de Estados Unidos, típico de clases medias y altas. El niño se convierte en un producto prácticamente, en un reflejo de tus aspiraciones y en un símbolo de estatus. A todo esto le unes una oferta masiva para hacer de tu niño un niño hiper, allí hay mucha competitividad por llevarlo a esta escuela especial donde lo van a hacer maravilloso y superinteligente. Hay mucha competencia entre padres.

¿Cómo hemos llegado en España a este punto de realidad familiar?
Es verdad que el tema del trabajo da miedo, el futuro laboral de nuestros hijos es un tema muy serio. Con esta incertidumbre hemos pensado que la mejor manera es preparar al niño para que sea lo más. Otra de las causas es que tenemos a los hijos más tarde y tenemos menos, 1,3 de media en España, y también cuando los tenemos ya tenemos experiencia laboral, fíjate que se habla de gestionar hijos. Se importan métodos del trabajo a la crianza. El niño más que nunca es visto como un producto y tiene que ser así para que triunfe.

¿Qué es eso de que se están criando los niños más frágiles y miedosos de la historia?
Sí, se está hablando de una generación blandita. Los expertos entrevistados para el libro –psicólogos, pedagogos, etc.– me comentan que los niños vienen con más miedo que nunca. El miedo es una emoción, existe y no nos podemos desprender de ella, es como la alegría, lo que pasa es que hay que aprender a gestionarlo. El gran miedo del hiperpadre es que el niño no se frustre. Sobre todo que no se frustre. Y que no se frustre quiere decir que si tiene miedo a los perros, pues nunca acercarlo a un perro, o si tiene miedo a comer según qué, no dárselo nunca.

¿Pero entonces la mayoría de los padres practica la hiperpaternidad?
A ver, yo creo que hay de todo. Lo que sí que es verdad que ha pasado es que, por ejemplo, cuando yo iba al colegio en mi clase había dos padres de este tipo, muy intensivos ­–había una madre que no dejaba ir a su hija a ningún lado, y había un padre que quería que su hijo fuera el próximo campeón de tenis, entonces estaba todo el día encima del niño o protegiéndolo o estimulándolo–, pero ahora esto se está convirtiendo en algo generalizado. Cada vez se ve más normal, por ejemplo, que los niños tengan todas las tardes ocupadas, que empiecen desde muy pequeños las extraescolares, que les den todo tipo de experiencias. Están los niños hiperestimulados en esta especie de carrera de obstáculos, este campo de entrenamiento en que se están convirtiendo las infancias. Entonces sí, cada vez hay más. A ver, ¿la huelga de deberes? A mí me parece que es un ejemplo muy bueno. Vamos a adaptar el mundo a mi hijo porque no pueden lidiar con los deberes. Vamos a hacer una huelga de deberes y nos cargamos la autoridad del maestro, a mí me parece muy serio.

¿Se puede salir de la hiperpaternidad?
Sí, es tan fácil como ser capaz de observar a tus hijos, porque hemos de observarlos siempre y estar pendientes, pero sin salir a resolverles todo a la primera de cambio. Es tan fácil como una tarde de sábado no tener actividades planeadas en familia, igual surge algo espontáneamente. Esta idea de tenerlo todo pautado y tener mil actividades no va bien. Es tan fácil como dejar que tu hijo tenga alguna tarde libre, se aburra y sea capaz de resolver algo como es el aburrimiento por sí mismo. Porque también en esta carrera por ser los mejores padres nos hemos convertido en los animadores lúdico-culturales de los hijos. Estamos ahí siempre para anticipar todos sus movimientos, deseos y pensamientos. Básicamente la mejor manera de convencer a los padres es que los hijos, como dice Gregorio Luri, el pedagogo, tienen derecho a tener unos padres relajados y tienen derecho a tener una vida más relajada. La hiperpaternidad, esta carrera por tener el hijo perfecto, provoca mucho estrés familiar y el estrés no nos conviene a ninguno. Yo no digo que dejes de ocuparte de tu hijo, absolutamente no, pero que confíes en tu hijo, confíes en ti mismo y nos relajemos todos un poco porque es insostenible.

Por lo que parece, el juego queda relegado con la hiperpaternidad, ¿es así?
Claro. A mí me parece casi lo más fuerte de este modelo. Los niños hiper no tienen mucho tiempo para jugar. Entre que tienen todo ocupado, los deberes y las tecnologías, el juego libre espontáneo está desapareciendo. Y es mucho más importante que juegue, sobre todo en Primaria, a que esté haciendo extraescolar de chino. Porque el juego es fundamental para su desarrollo social y cognitivo. Y también se nos olvida que la Educación no solamente es la adquisición de conocimientos puros y duros, sino también tener unas habilidades personales para aplicarlos. Tú puedes ir a 25 clases de 25 cosas, al mejor colegio del mundo mundial, pero si no tienes capacidad de esfuerzo, paciencia, tolerancia, cómo vas a aplicar todo lo aprendido. En esta carrera por el superniño nos olvidamos otros factores de la Educación.

¿El profesor qué papel desempeña en este mundo de la hiperpaternidad?
Tiene un papel complicado porque el hiperpadre dedica muchísimas energías a encontrar la escuela perfecta, pero cuando encuentra esa escuela perfecta para su hijo perfecto, no se fía. Y entonces lo que debería ser una colaboración, que es muy necesaria entre familias y escuela, se convierte en intromisión, y esa intromisión hace que todos sufran, sobre todo los niños. Hablo de cuestionar al profesor en un grupo de WhatsApp, de la huelga de deberes, hablo de hacer tú los deberes por el hijo. Me contó el otro día una profesora en Murcia que una madre le había dicho que cuando hiciera el cambio a Secundaria que, por favor, pusiera a su hijo con niños más o menos de la misma altura, así no se sentiría diferente.

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