“Necesitamos un marco competencial para la docencia que sea revisable”
Entre teorías y tendencias , aplicaciones y herramientas, métodos e intuiciones, mediciones y objetivos, normativas y contranormativas… Los docentes navegan en aguas desconcertantes y pueden encontrar una brújula y un mapa en La cuestión docente a debate (Narcea Ediciones). Porque ayuda a definir un rumbo, su lectura es recomendable también para los responsables de la gestión educativa. Sus análisis ponen orden, claridad y serenidad sobre la razón de ser de los profesores en una sociedad en crisis de valores que hace tiempo les exige la medicina para todos los males.
Jesús Manso es uno de los directores del estudio, que aborda, entre otras cosas, la necesidad de enseñar a los estudiantes de Educación las competencias docentes necesarias hoy.
¿Está claro qué desempeños son ésos y cómo han de definirse?
Lo adecuado sería empezar a hacer un marco de competencias bien hecho, que sea revisable dentro de cuatro años, pero que nos permita empezar a tener una cultura de qué competencias profesionales pueden ayudar a los docentes a desarrollar mejor su labor. A mí me gusta la propuesta de 10 competencias de Perrenoud: Organizar y animar situaciones de aprendizaje. Gestionar la progresión de los aprendizajes.
Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación. Implicar a los alumnos en su aprendizaje y en su trabajo. Trabajar en equipo. Participar en la gestión de la escuela. Informar e implicar a los padres. Utilizar nuevas tecnologías. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión. Organizar la propia formación continua.Y a todo eso yo suelo añadir la competencia reflexiva. Si nos organizamos con estas 10 competencias, las describimos y vemos en qué desempeños se concreta esto, se puede generar un marco de competencias profesionales bueno.
¿Otros países lo tienen?
Claro. En España lo único a lo que se ha llegado es a lo que figura en las órdenes de Infantil, Primaria y el Máster de Secundaria, que marcan los objetivos a los que deben llegar los egresados. Pero a algunos los llaman competencias y no lo son; otros son conocimientos; están mal redactados…
Esto debería quedar claro en un Estatuto, ¿no?
Si llega a hacerse, sería interesante que se integrase ahí. No hablo de un marco competencial para toda la vida, sino de una normativa que regule las cosas, pero que se pueda revisar periódicamente. Esto lo hacen otros países y funciona. Y se puede decir que, independientemente de quien esté en el Gobierno, vamos a revisar cada cuatro años esa herramienta que nos permite reflexionar sobre qué competencias necesitamos, y que también serviría de orientación en la formación inicial, en los procesos selectivos, en las oposiciones, para un posible MIR educativo o un programa de inducción, en la formación continua.
¿Lo ve viable?
Primero hay que marcar adónde quieres caminar.
Sería clave para construir la identidad profesional del docente, abordada en el libro.
Sin duda.
Hablando de identidad, ¿quién es el docente?
Para mí, es la persona que facilita los procesos de aprendizaje. Cada vez es más complejo aprender y cada vez es más importante el profesor. Soy contrario a esa teoría que dice que desaparecerán los profesores; al contrario: cada vez es más importante que haya personas expertas en los aprendizajes. El docente es un experto del aprendizaje. Sabe cómo se aprende y, por lo tanto, acompaña a la persona en su aprendizaje. El profesor debe mejorar para conseguir que sus estudiantes aprendan más y mejor.
¿Qué dificulta el aprendizaje?
El conocimiento y cómo se construye el conocimiento actualmente. Aprender es más difícil porque hay mucho más conocimiento y es mucho más ambiguo, líquido, socializado e interconectado. Se construye a veces entre todos; no es estable.
El libro habla de la relevancia del profesor en el desarrollo de la capacidad crítica en sus alumnos. ¿Eso no es más fácil desde la transmisión de conocimientos que desde el enfoque por competencias?
Tengo una doble respuesta: una teórica y otra práctica sobre los riesgos de las competencias. Teóricamente diría que no, que todo lo contrario: las competencias exigen un amplio dominio de los conocimientos. Ahora bien, en la práctica corremos el riesgo de reducir las competencias a hacer cosas y hacer cosas sin un sentido. Lo que usted plantea es un riesgo inherente, pero no es inevitable.
Todo depende de las competencias que se consideren más necesarias…
Sin duda. El riesgo está ahí. Si queremos implantar el modelo de competencias para hacer profesionales más eficientes, nos estamos cargando el sentido de las competencias y estamos poniendo el sistema educativo al servicio del ámbito laboral. Lo que tiene que hacer el sistema educativo es favorecer que la persona se inserte en su vida laboral, social, personal con posicionamiento propio.
¿Estas reflexiones tan susceptibles de posturas encontradas deberían abordarse en el pacto por la Educación?
Sería adecuado, aunque fuera como discurso teórico, que esto se indicase en algún lado; en un preámbulo, por ejemplo. Daría un mensaje. Posiblemente los riesgos seguirán ahí, pero un mensaje de consenso político con esa idea clara es fundamental. Si no compartimos cuál es el sentido de la Educación, o una parte, es muy difícil que nos pongamos de acuerdo en todo lo demás.
El libro habla de la necesidad de prestigio social. ¿Ve alguna medida de fácil adopción que contribuya a ello?
Es bastante complicado. El elemento que más puede atraer a los mejores a la profesión es el prestigio social. Más que el salario, que, de hecho, no es malo. ¿Cómo hacemos para prestigiar la profesión docente? Hay que tender a profesionalizar mucho más la docencia y fortalecer la profesión. No puede ser que cualquier persona en la sociedad piense que sabe más de Educación que el profesor y que el profesor se limita a seguir un libro de texto. El profesor es un experto; sabe lo que debe hacer con cada alumno.
¿Hacer más difícil el acceso a la carrera docente y al ejercicio profesional contribuiría a conferir mayor prestigio?
Algo sí. No sería la única medida, pero ayudaría. Si solo acceden uno de cada 10, la gente pararía a pensarse por qué es tan difícil…