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Los deberes

Martes, 25 de abril de 2017
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Nos encontramos inmersos en un debate en torno al tema de los deberes y la prolongación de la jornada escolar más allá del horario de clases.

Hablamos de deberes como aquella obligación que se imponen a los alumnos para realizar fuera del horario escolar.

El debate actual está girando en torno a la obligación de los niños de continuar con su trabajo fuera de la jornada lectiva. He aquí el primer problema: equiparamos una actividad que debiera ser enriquecedora y atractiva con una obligación laboral. El aprendizaje supone disfrute, curiosidad, ganas por aprender, pero en el momento que lo consideramos obligación volvemos a la industrialización del mismo y a la desmotivación.

¿Por qué no sirven los deberes a los alumnos del siglo XXI? Porque se han convertido en ejecuciones mecánicas, que se limitan a repetir un camino previamente establecido y que a lo único que llevan es a matar el pensamiento creativo y cualquier atisbo de pensamiento lateral. Porque las competencias no se aprenden por repetición mecánica y, por tanto, en nada mejorará los resultados académicos. Porque no hay motivación, interés o aprendizaje, lo que provoca que una vez retirada la supervisión externa se dejen de hacer.

Pero al mismo tiempo estoy seguro de que algunos de no-sotros llegamos a casa después de una jornada laboral cogemos un libro o e-book, y nos sentamos a leer por el mero hecho de disfrutar de la lectura y la historia que nos propone el autor. Cuando preparamos un viaje buscamos información del lugar que vamos a visitar y conocemos los puntos de interés, la cultura, e incluso algunas expresiones en el idioma del lugar que vamos a visitar. Los más atrevidos y que no somos especialmente habilidosos con la cocina o el bricolaje recurrimos a internet para aprender cómo podemos instalar una lámpara o hacer una paella.

En todos estos ejemplos subyace nuestra curiosidad, iniciativa por aprender, creatividad, etc. pero no creo que lo podamos considerar como continuidad con nuestras obligaciones laborales.

El problema con los deberes escolares es que se han convertido en una fase más de la cadena de producción escolar. La mayor parte de las actividades que actualmente se demandan de los alumnos en sus casas son rutinarias y mecánicas, que lo único que hacen es robotizar, en el peor de los sentidos, el pensamiento del niño.

Con este punto de partida toda prolongación de la actividad laboral más allá de las horas establecidas es incomprensible. Pero si estamos cambiando el sistema educativo, si queremos que nuestros alumnos sientan deseos y pasión por el aprendizaje tampoco les podemos poner límites.

Al igual que la escuela está cambiando y busca nuevos métodos para adaptarse a los nuevos alumnos que recibimos en el aula, al igual que llevamos la tecnología al aula, de la misma forma tenemos que adaptar el “trabajo” de los alumnos fuera.

Los niños son curiosos por naturaleza y el trabajo que tienen que hacer, sobre todo los más pequeños, es mantener viva su curiosidad e investigar.

Crear hábitos intelectuales, culturales y fomentar el deseo de aprendizaje no puede tener desde ningún punto de vista una consideración negativa, pero, por favor, tengamos en cuenta la edad y capacidad de nuestro alumno, estimulemos su curiosidad y deseo de aprender. Tengamos en cuenta que no existe una única inteligencia y que ir a jugar al fútbol o una extraescolar de teatro o cocina forman parte del desarrollo personal del ser humano.

No creo que sea bueno que las próximas generaciones asuman que cualquier actividad intelectual sea una obligación y que lo mejor que se puede hacer es eliminarla, pero creo que es el momento de cambiar otro paradigma en la Educación, como es el de los deberes.

Enrique Costalago es director de NJP Ikastetxea de San Sebastián

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