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“No podemos esperar a que una nueva ley cambie la Educación”

El impulsor del innovador proyecto “Horitzó 2020” y experto en transformación educativa Xavier Aragay defiende la necesidad de un cambio en el modelo educativo –“obsoleto desde hace años”, dice– para formar a los alumnos del siglo XXI.
RedacciónMartes, 9 de mayo de 2017
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Xavier Aragay.

Durante los últimos siete años, Xavier Aragay ha llevado las riendas del profundo cambio educativo que han impulsado las escuelas jesuitas en Cataluña. Convencido de que es necesario transformar un modelo educativo que lleva tiempo obsoleto, se ha incorporado como consultor externo al equipo de pedagogos de aulaPlaneta con el objetivo de impulsar su Programa de Mejora Educativa (PME) para el aprendizaje activo. Una nueva etapa para este consultor internacional, experto en la gestión de instituciones educativas y su transformación, que contagia ilusión cuando habla de su visión de la Educación del siglo XXI: estamos viviendo una verdadera “primavera pedagógica” cuyo fruto serán unos alumnos mejor preparados para los retos del futuro y para el mundo que les va tocar vivir.

¿Qué opina del modelo educativo español actual?
El modelo actual está obsoleto desde hace años. Es un sistema que se diseñó en el siglo XIX y lo hemos hecho llegar al siglo XXI prácticamente sin modificaciones a pesar de los cambios profundos tanto a nivel familiar, como a nivel empresarial, valores, sociedad, tecnología y globalización. Parece increíble que un modelo basado en un profesor que habla y explica siga manteniéndose como elemento básico del proceso de transmisión del conocimiento.

¿Qué elementos demuestran esta caducidad?
Un ejemplo es la división por asignaturas. Ya no tienen sentido. Cuando sales a la calle no encuentras asignaturas separadas, encuentras un mundo interconectado donde la biología, la antropología, la historia y las matemáticas están interrelacionadas para resolver problemas cada vez más complejos.

¿En qué debe consistir el cambio?
El cambio es, básicamente, educar personas con habilidades, competencias, valores y conocimientos integrados y con los elementos básicos del saber y del saber hacer muy cuidados: saber leer y escribir muy bien en varios idiomas, saber exponer y comunicar oralmente muy bien, y saber buscar y sistematizar la información y el conocimiento para poder aprender de forma constante. Para conseguirlo, el alumno tiene que convertirse en el protagonista y en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Y, lo más importante: debe aprender haciendo, de forma activa y a partir de experiencias.

¿Qué impide que se realice esta transformación?
El mayor problema de la escuela es su gran complejidad interna y la inercia del día a día. Entre otras cosas, porque tiene que asegurar su funcionamiento cotidianamente con centenares de niños y niñas. Además, la escuela no puede cerrar una temporada para transformarse. Transformar la Educación es como cambiar las cuatro ruedas de un coche que está siempre en marcha.

Dentro de la comunidad educativa, ¿dónde se encuentran los principales obstáculos?
Creo que los obstáculos están en todos los frentes y por eso cuesta tanto. Por un lado, tal y como está estructurada la escuela, la actividad del maestro y el profesor es esencialmente individual y muy centrada en los contenidos.

Por otro, la Administración está desorientada por el exceso de leyes y normas que se han desarrollado, así como por la presión de estándares internacionales como el Informe PISA, cuya influencia no ayuda a la transformación, ya que el cambio no debe ser solamente de rendimiento académico, aunque este deba mejorar aún.

Además, la sociedad ha delegado en la escuela muchas responsabilidades: la Educación vial, la Educación nutricional, la Educación sexual, la Educación emocional… pero la escuela es la misma que hace 25 años.

Y por último, están las familias, que viven en una contradicción constante entre la exigencia de lo académico y la voluntad de educar de otra manera.

¿Qué genera esta situación?
Mucha confusión. Por eso es tan interesante que un proyecto como aulaPlaneta no solamente ofrezca unas herramientas de competencias y contenidos, sino que además se anticipe a esta necesidad de cambio educativo con innovaciones progresivas, acompañamiento a los maestros y a los profesores y, sobre todo, ayuda para que los directivos de las escuelas clarifiquen y orienten el cambio.

¿Qué ocurre en el panorama internacional?
La crisis de la Educación es un problema de todo el mundo. En el caso de Finlandia su posición es mejor en conjunto, pero no en experiencias concretas como ocurre aquí. Ellos han sido capaces de hacer un gran acuerdo de país entre todos los partidos políticos y la sociedad civil, cosa que aquí no hemos sido capaces de realizar, para no utilizar la Educación como arma arrojadiza contra los otros.

¿Cómo deben ser los niños para afrontar el futuro incierto?
Para empezar, deben ser personas conectadas interiormente. Es decir, que escuchen su voz interior, que sepan gestionar sus emociones, afrontar los retos que se les presentan, que sepan lo que quieren y que sean capaces de tener un proyecto vital.

En segundo lugar, personas que sepan relacionarse con los otros; que sean empáticas, que sepan escuchar, trabajar en equipo y que comprendan que en un equipo hay diversidad y que eso les enriquece.

En tercero, personas que dominen los elementos básicos de un profesional del siglo XXI: utilizar correctamente los idiomas, saber comunicarse, saber navegar por internet para encontrar y sistematizar información y conocimiento, y ser capaces de enfrentarse a retos complejos.

Para acabar, deben comprender el mundo en el que viven, un mundo local y global al mismo tiempo, un mundo complejo al que se deben integrar plenamente para poderlo transformar también a su vez.

¿Estas cuatro categorías se integran en el currículum escolar?
No, normalmente, más allá de alguna competencia transversal recientemente incorporada al currículum oficial, ninguno de estos aspectos forma parte explícitamente del proceso de enseñanza y aprendizaje. En el fondo, creemos que si abrimos un cerebro y le ponemos un poco de matemáticas, un poco de historia, un poco de inglés y lo cerramos otra vez, saldrá algo de allí. Pues no, así no se educa una persona, y se crea la confusión actual: unos jóvenes con muchos conocimientos teóricos, poco asimilados y reflexionados, que no saben qué hacer con su vida.

¿Cree que el cambio es posible?
Sí, la Educación cambiará si los agentes de la comunidad educativa quieren. Ya no podemos esperar a que una nueva ley cambie la Educación. Lo que le pedimos a una ley y a la Administración educativa es que nos dé un marco general que facilite la realización del cambio educativo. Que, por ejemplo, profundice y amplíe la autonomía de centro, para que les permita transitar más fácilmente hacia el cambio. Esto es una especie de carrera en la que todo el mundo intenta avanzar y, como país, estamos quedando muy atrás.

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