“Tenemos que lograr que la convivencia se convierta en oportunidad de aprendizaje”
Paulo Speller, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), fue el encargado de inaugurar el I Congreso Estatal de Convivencia Escolar –celebrado del 24 al 26 de mayo en Sigüenza (Guadalajara)– con una conferencia sobre La convivencia en los estados iberoamericanos. En esta entrevista nos da más detalles sobre la situación educativa de la región.
A nivel general, ¿cómo se encuentra la convivencia en los países de Iberoamérica?
Tenemos diferentes programas que se llevan con proyectos específicos en cada uno de los países. Pero yo diría que la convivencia es un tema transversal en los proyectos educativos, porque tiene que ver con la inclusión desde la incorporación de los niños al sistema educativo.
¿Qué aspectos deberían tenerse en cuenta a nivel educativo respecto a la convivencia?
Hay cuatro dimensiones importantes de la convivencia: la participación, el liderazgo, el trabajo en equipo y la autonomía. Hace falta mayor participación de los padres; más liderazgo, sobre todo de los directores escolares; más trabajo en equipo, porque la convivencia significa sumar esfuerzos y generar consensos; y mayor autonomía, para poder tomar decisiones y asumir responsabilidades. Tenemos que conseguir que la convivencia se convierta en una oportunidad para el aprendizaje y la transformación de la sociedad.
¿Cómo se puede conseguir?
Hay tres elementos importantes. En primer lugar, el cambio del rol del alumno, para que sea efectivamente activo, reflexivo y comprometido, de forma diferente al modelo unidireccional. En segundo lugar, el cambio de sentido y la legitimidad de las reglas, para pasar de las sanciones a la construcción participativa. Y, por último, el cambio en la participación, que permita asumir responsabilidades, lo que conlleva el desarrollo de la labor educativa en el entorno escolar.
¿Hay ya experiencias en Iberoamérica?
Podemos ver que hay una serie de iniciativas importantes para introducir nuevas modalidades y legislaciones que permitan la convivencia escolar en entornos que son muy diversos y conflictivos. En Guatemala se ha incluido la Educación en Valores con el fin de desarrollar una convivencia armónica en el marco de una diversidad cultural. En Costa Rica se ha incorporado también la Educación en Valores como materia transversal. En Colombia, existe la Educación para la Ciudadanía Democrática donde se abordan los derechos humanos con un enfoque de convivencia y construcción de la paz. En Brasil se han realizado modificaciones importantes en la legislación educativa para incluir la historia de la cultura afrobrasileña indígena en la Educación media. Son ejemplos de esfuerzos que se hacen en diversos países.
¿Qué desafío tiene la OEI en este ámbito?
El desafío está en cómo podemos conocer y compartir esas buenas prácticas, crear los mecanismos para extenderlas, y la OEI trabaja en la construcción de plataformas para difundirlas. En 2008 aprobamos las Metas Educativas 2020, donde se registran una serie de indicadores educativos para realizar el seguimiento.
¿Hay algún aspecto al que se preste especial atención?
La fortaleza principal de una organización como la nuestra es la capacidad de compartir diferentes experiencias y buenas prácticas. Y de ahí se extrae algo en lo que estamos invirtiendo bastante, en cuanto a proyectos que los países nos demandan, que es en formación de directivos. La formación del profesor es fundamental, de eso no cabe la menor duda, pero el liderazgo supone un paso más.
¿Falta liderazgo en los directivos?
Siempre se puede trabajar más –me estoy refiriendo a Iberoamérica–, y observamos que hay que potenciar especialmente esa formación de directivos que permita un ejercicio real de este liderazgo que se va a entrelazar con las otras tres dimensiones que señalé anteriormente: autonomía, participación y trabajo en equipo.
Respecto a PISA, ¿cómo valora la OEI que los países iberoamericanos siempre aparezcan en las últimas posiciones?
Son países con un desarrollo socioeconómico muy tardío y cuyos sistemas educativos han acompañado muy lentamente todo este proceso. Aquí es justamente donde organismos como la OEI pueden contribuir a acelerar el proceso, porque estos países necesitan suficiente velocidad para poner sus sistemas al día. Nosotros estamos muy pendientes de la experiencia de Castilla y León, ya que es una comunidad que obtiene muy buenos resultados en PISA aun teniendo multitud de escuelas rurales muy pequeñas, muchas de ellas en las que solo trabaja un profesor. Es una realidad muy similar a la de muchos países iberoamericanos.