España, la disonancia europea; Valencia, la española

Es para estar enfadado. Al menos, es para reclamar una explicación. Que nuestros jóvenes, nos diga ahora la OCDE, estén tan bien o mal preparados como el resto de europeos, en primer lugar tranquiliza; en segundo, mosquea al comparar estos datos con los indicadores de titulación. En síntesis, quién nos explica que un país en la media lidera el abandono educativo en Europa. En fútbol, perdonen el símil, solo sería posible si el árbitro te hincha a penaltis injustos. A mi juicio, ésta es la principal lección escolar que nos aporta PISA 2015.

Del informe hacemos una proyección del rendimiento académico de los alumnos, pero es una proyección porque este rendimiento, y más con la desaparición de las reválidas, no hay hoy por hoy otra forma de medirlo. Bueno, está la escolar, el sistema calificativo decimal, de la que devienen las notas, promociones y títulos y que si a ella hiciéramos caso, nuestros alumnos están a la cola de Europa.

Comentario aparte –aunque es responsable de buena parte de esta distorsión– está el tema de las repeticiones, sobre las cuales el ministro acaba de señalar en El País que se ha dado cuenta de su inutilidad. Está bien ponerle cara a un culpable, identificar al enemigo, aunque a veces eso simplifica en exceso la búsqueda de soluciones. Es culpa de la repetición… y de más cosas.

En cualquier caso –otro dato muy escolar que aporta PISA– el sesgo económico de las repeticiones en España es el más alto de la OCDE. Insisto, un toro al que hay que enfrentarse si realmente creemos que tenemos un sistema muy equitativo.

La disonancia entre rendimiento y titulación es marca España. Y esta particularidad, en España, se la apropia la Comunidad Valenciana. No sé yo si el debate político recoge este guante.