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La Educación como llave para recuperar la vida

Uno de los trabajos de Nuevo Futuro es con menores en régimen de acogida residencial tutelados por la Administración que provienen de entornos de exclusión social.
Estrella MartínezMartes, 27 de junio de 2017
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Uno de los trabajos de Nuevo Futuro es con menores en régimen de acogida residencial tutelados por la Administración que provienen de entornos de exclusión social. La asociación tiene hogares en distintas ciudades de España. En cada uno de ellos viven nueve niños como máximo. Con ellos conviven por turnos cinco educadores y una educador tutor de refuerzo educativo. En estos hogares se intenta “que tengan una vida lo más parecida posible a la vida familiar”, explica Miriam Poole, directora general de Nuevo Futuro.

Una de las principales metas es conseguir que el menor se integre en la sociedad, que su situación se normalice. “La mayoría de los menores vienen de historias familiares muy difíciles, con mucho desfase curricular, con muchos problemas a nivel emocional, con problemas de integración”, apunta Raquel Martínez, coordinadora de los hogares de Nuevo Futuro.

Para que estos menores puedan integrarse en la sociedad, el colegio o instituto se convierte en una pieza indispensable y por este motivo hace cuatro años Nuevo Futuro puso en marcha el Programa de refuerzo educativo, que responde a la manera de trabajar individualizada de la asociación. Se trata de conocer sus necesidades y capacidades. En este trabajo individualizado al menor se le da voz en todo lo que tiene que ver con él, “porque cuando tú te haces cargo de tu futuro, estás mucho más motivado”, añade Martínez.

Terreno educativo
“Apostamos porque tuvieran una persona de referencia: el educador tutor”, explica Poole. Por otro lado, defienden que los menores deberían ser considerados en los centros escolares como alumnos con Necesidades Educativas Especiales.

Para que el refuerzo funcione es imprescindible la colaboración estrecha entre hogar y centro escolar, “fomentamos que el educador tutor tenga una relación muy directa con el tutor del colegio y a partir de ahí se monta todo programa”, sigue Poole. Es crucial explicar a los profesores cómo trabajan en los hogares, pues lo normal es que haya desconocimiento a este respecto. “Intentamos ser lo más cercanos posibles”, apunta Martínez, “les pedimos colaboración, implicación” aunque “somos conocedores de que dentro de los coles los profes están desbordados. Hay chavales, no solo los nuestros, con muchas dificultades y nosotros lo que pedimos es una atención especial para ver cómo entre todos podemos tirar de ese menor hacia delante”. La idea es facilitar al profesor para poder ir de la mano en el proceso educativo del menor. Aún así Poole reclama que esta labor no la deberían hacer ellos, sino que tendría que existir una “colaboración estrecha entre Servicios Sociales y Educación, debería haber un protocolo, una formación del profesorado”.

Cuando ya se ha creado ese vínculo con el tutor del centro, comienza el trabajo conjunto centro y hogar con cada menor. “Pensamos juntos las necesidades académicas que tiene el chaval, le pedimos al centro que nos diga de qué manera podemos ayudarle con nuestro programa de refuerzo. Marcamos objetivos diarios tanto para el colegio como para el hogar”, explica Martínez, contando también con la participación del menor. Estos objetivos se trabajan cada día y se evalúan conjuntamente por todos los agentes implicados. Raquel Martínez reconoce que al principio “costó un poco hacer entender todo esto a los colegios, pero ahora ya es mucho más fácil y la respuesta general por parte del profesorado ha sido estupenda porque se ha implicado”.

El programa está funcionando y no solo se mide en el éxito académico. Aunque el reto es que sus chicos alcancen el nivel de la clase, no se trata solo de eso, sino de que vean que son capaces de avanzar, de dotarles de estrategias para mejorar aspectos como la memoria o la atención, por ejemplo, de que se integren y sean miembros activos del centro escolar.

A las características de estos chavales se une que cuando cumplen 18 años dejan de estar tutelados y abandonan los hogares. Nuevo Futuro tiene hogares de emancipación para los jóvenes que no tienen a donde ir, pero, aún así, es imprescindible que hayan desarrollado autonomía y una serie de herramientas para enfrentarse al mundo. Por lo que no extraña la afirmación de Martínez: “La importancia del programa no está en las notas, está en mejorar la imagen que los chicos tienen de sí mismos. Si el objetivo es asistir a clase, estar integrado, mejorar poco a poco y pasar de un 0 a un 3 en una asignatura, para mí eso ya es un logro y para el chaval también”.

Aún así cada vez más menores pasan de curso –el 81,4% el curso pasado–. Sin embargo, a nivel interno, “nosotros damos un premio al esfuerzo, no al que mejor notas saca”, cuenta Poole. Y cómo se trabaja el esfuerzo. Martínez lo tiene claro: “Dales protagonismo, feedback constante de cómo lo están haciendo y empezarán a tener la sensación de que pueden controlar algo en su vida”.

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