El Art Thinking pretende transformar la enseñanza a través del placer y las artes
Dos profesoras universitarias han desarrollado un método educativo para “volver a introducir el placer en el aula y convertirlo en elemento central de la Educación” al que han denominado Art Thinking, con el que quieren transformar la enseñanza a través de las artes y crear ciudadanos “más críticos”.
Son María Acaso, profesora de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, y Clara Megías, que imparte docencia en distintas facultades de Educación de la comunidad madrileña. Ambas quieren “combatir la furia capitalista en que vivimos” con el pensamientos crítico para crear “alumnos responsables, pero no obedientes” que “reflexionen sobre el mundo y se responsabilicen de poder cambiarlo”.
A juicio de Megías, “asumir una verdad sin cuestionarla y memorizarla para repetirla en un examen es todo lo contrario a lo que se necesita para crear una sociedad más responsable y activa”.
Acaso defiende las clases “con alboroto” y recuerda que Giner de los Ríos, inspirador de la Institución Libre de Enseñanza, que revolucionó la pedagogía española a finales del siglo XIX y principios del XX, manifestó que “cuando oía las clases en silencio, era porque los niños estaban muertos”.
Precisamente será la sede de la Fundación Giner de los Ríos en Madrid la que acoja a partir de noviembre la Escuela de Art Thinking con la que las dos profesoras quieren difundir este método educativo en el marco del colectivo Pedagogías Invisibles. Sus alumnos serán los profesores de la enseñanza formal (Infantil, Primaria, Secundaria…), los padres y los responsables de la Educación no formal (educadores de museos, monitores de tiempo libre, de centros de días y de hospitales).
Acaso y Megías proponen el Art Thinking como método de aprendizaje para introducir los cinco campos del arte que denominan esenciales (visual, sonoro y musical, audiovisual, literario y arquitectónico) para dar cualquier asignatura del currículo.
“El reto es llegar a todos los profesores, no solo a los de Plástica”, explica María Acaso y detalla que el método descansa sobre cuatro pilares: el pensamiento divergente, la pedagogía sexi, la producción cultural y el trabajo colaborativo. Con el pensamiento divergente proponen eliminar la “única verdad para todos con la introducción de las individualidades y subjetividades de cada uno”.
Para la pedagogía sexi se basan en las investigaciones de la neuroeducación, que demuestran que “para encender el deseo de pensar, hay que encender previamente una emoción y para ello es necesario despertar la curiosidad”.
Aseguran que un profesor debe ser un profesional que genere conocimiento, al igual que sus alumnos. “Diseñar una clase es muy creativo y si lo haces con tus alumnos puede ser el doble”, señalan para explicar la Educación como producción cultural y defienden el trabajo colaborativo para eliminar las asignaturas estancas y trabajar por proyectos.
Megías recurre al ejemplo de un profesor que trasladó los ejercicios de matemáticas al “universo de Star Wars, con una batalla entre los rebeldes y el imperio, pero con los problemas de toda la vida”.
Según cuenta, consiguió que “los que siempre estaban dormidos en las últimas filas sacaran buena nota en el examen sin haber estudiado. Solo con recordar lo que habían hecho en clase”. “Este maestro aplicó las artes cinematográficas a las matemáticas”, señala y afirma taxativa que “si quieres que tus alumnos aprendan, tienes que inventarte cómo conseguirlo”.
Saben que sus detractores las critican por “generar alumnos sin capacidad para esforzarse”, pero rehúyen de “la letra con sangre entra” y apuestan por renovar el concepto del esfuerzo actual, que, a su juicio, “solo lleva al fracaso”. El objetivo de ambas: que se relacione el aprender con la ilusión.