“Montessori es para todos los niños, pero no para todos los padres”
Cristina Tébar estudió Ciencias Ambientales. Empezó a opositar para ser profesora, pero lo dejó y su vida se desarrolló por otros derroteros profesionales. Entonces nació su primer hijo y poco a poco descubrió el método Montessori que le ha llevado a escribir el libro Montessori en casa.
En el libro dices que lo tuyo fue una revelación.
Cuando nació mi primer hijo buscaba en internet actividades para hacer con él en casa. Empecé a ver cosas sobre Montessori y me picó la curiosidad. Primero opté por el tema de los materiales, esa fue un poco la revelación: qué manera más chula de aprender las matemáticas cuando a mí me habían costado tanto. Hacerlo de una manera manipulativa, que tú pudieras tocar un concepto abstracto. Y luego cuando empecé a leer más y descubrí que detrás de los materiales había toda una filosofía de vida, me dio alas. Encajaba perfectamente con la manera que yo tenía de ver a los niños y de educarles.
¿Te formaste?
Al principio fui bastante autodidacta, luego hice una formación on line para la etapa de 3 a 6 años y luego, a medida que ha ido creciendo mi hijo mayor, empecé a interesarme por la etapa de Primaria, de 6 a 12 años, y este verano me formé como asistente de Primaria.
¿Por qué es importante que las familias lleven Montessori a sus casas?
Por una parte es porque hoy en día hay pocos colegios Montessori, aunque por supuesto lo ideal es que haya una coherencia entre colegio y casa, aunque tampoco es un gran problema si no lo hay. Entonces, los niños que no pueden ir a un cole Montessori, que tengan en casa esos valores, esa manera de ver la vida, esa manera de relacionarse con los demás, con el mundo, con el trabajo me parece importante porque al final la base de Montessori es educar para la paz. Al final lo que más trasciende de Montessori es que los niños aprenden de una manera manipulativa, que aprenden cada uno a su ritmo, que es muy personalizado. Eso es muy importante, pero debajo de todo eso, los cimientos de Montessori son educar para la paz. O sea, educar a los niños para aportar algo al mundo y hacer el mundo un poco mejor. Mucha gente, sin saber lo que es Montessori, ya transmite esos valores a sus hijos, pero el hecho de saber qué es Montessori y cómo se hace ayuda mucho a integrar ese tipo de valores en el día a día.
En tu libro sale la conexión interior de Montesorri que, según afirmas, los adultos hemos perdido.
Sí, María Montessori decía que todos nacemos con un maestro interior, una guía que nos marca el camino que debemos seguir en nuestro desarrollo. El problema es que normalmente durante la infancia los adultos hacemos que los niños pierdan esa conexión con ese maestro interior porque en vez de observarles y seguir un poco hacia dónde les lleva ese camino, lo que hacemos es imponerles cosas. Y al final los niños dejan de escuchar a su maestro interior y empiezan a escucharnos a nosotros. Yo siempre cuento como anécdota la cantidad de gente que cuando llegas a la edad adulta y te planteas un poco qué estoy haciendo yo en mi vida, necesitamos que si mindfulness, yoga, retiros, coaching, un montón de herramientas para volver a reconectar con ese maestro interior que en su momento tuvimos, y hay gente que ni lo consigue. A mí me pasó y dije cuánto más fácil sería si desde pequeña no hubiera perdido esa conexión con ese maestro interior.
En el libro dices que para llevar Montessori a casa es necesaria una transfomación por parte del adulto, ¿en qué consiste?
La transformacón espiritual-emocional consiste en cambiar el chip, la mirada que tenemos hacia el niño. Ver de manera diferente todo lo que hace. Muchas veces vemos que los niños hacen cosas que para nosotros no tienen sentido, pero para ellos seguramente lo tienen y seguramente es porque en ese momento su maestro interno les está pidiendo que hagan eso. Ese cambio de chip es no dar por hecho que lo que está haciendo un niño no tiene valor, que es una tontería o que no tiene sentido. Y, sobre todo, la manera de relacionarnos con ellos, de ponernos un poco a su nivel, de respetarle. También está la transformación física porque como madre eres su modelo a nivel físico. La manera en que tú te mueves, en que te vistes, te comportas, tu tono de voz, todo eso al final los niños lo copian.
¿Cómo saben los padres si están aplicando correctamente el método en casa?
La verdad es que creo que nunca llegas a saberlo, pero al final, teniendo un poco las ideas claras, que con mi libro la idea era esa, saber cómo se hacen las cosas de Montessori y luego ya ves en el día a día si lo consigues o no, así vas viendo que a lo mejor hoy no lo has hecho del todo bien, pero aprendo de ello y mañana lo haré mejor.
Compartes ejercicios y experiencias como tus paseos por casa a gatas.
–Risas–. Cuando tienes niños muy pequeños hasta que no hacemos este ejercicio de ponernos a gatas a recorrer la casa, no nos damos cuenta de lo difícil que lo tienen a veces. Hay cosas que podrían hacer. Por ejemplo, si van a la cocina y tienen a su altura sus vasitos y sus cubiertos, pueden colaborar poniendo la mesa, si lo tienen muy alto y no alcanzan, pues no pueden.
¿Alguien te ha dicho alguna vez que respetar los tiempos del niño es consentirlo?
Sí, pero cada vez menos porque yo creo que ya va calando el hecho de que respetar no es lo mismo que malcriar y que criar niños desde el amor no es malcriar. Pero sí es verdad que de vez en cuando alguien te suelta “entonces qué, que hagan los niños lo que les dé la gana”. No, educar a una persona no es dejarle hacer lo que le dé la gana. También tiene que entender que hay unos límites, hay unas normas y que igual que yo le respeto, me tiene que respetar a mí. Partiendo de esa base de que los niños aprendan desde pequeños que el respeto es universal.
Mencionas que hay padres a los que les preocupa que su hijo se sienta un bicho raro si lo educan en casa al estilo Montessori.
Sí, me dicen que están súper de acuerdo con esto, pero que a ver si cuando entre al cole va a parecer un bicho raro o cuando se juntan con la familia… Es verdad que hay veces en que a mí también me ha preocupado, pero al final yo creo que tú los estás educando con unas herramientas que les van a ayudar a entender que no todos tenemos porqué ser iguales, pero que nosotros tenemos que respetar a las personas que tienen otra forma diferente de pensar. Ahora se me viene a la cabeza el tema de la Navidad, de Papá Noel, que a la gente le preocupa un montón: qué hago porque yo no quiero engañar a mis hijos y decirles que si no se portan bien, Papá Noel no les va a traer regalos. Si a tus hijos no les quieres mentir, pues les explicas cómo es la Navidad, les explicas qué significa el tema de los regalos y por qué se hace. Cuando tu hijo a lo mejor se junte con otros niños y les diga que en casa le han dicho que Papá Noel no existe y otros padres se escandalicen… ahí realmente el problema no lo tienes tú, lo tiene la otra parte. Lo que no puedes hacer es que para que tu hijo no vaya por ahí diciendo que Papá Noel no existe, le engañes para no quitarle la ilusión a los hijos de los demás. Tienes que tomar tu decisión y explicarle a tu hijo que igual que tú piensas de esta forma, hay niños que sí que creen que Papá Noel existe, y que si ellos te dicen que existe, lo respetas y ya está, no les inistes en que no.
¿Por qué afirmas que Montessori es para todos los niños pero no para todos los padres?
Montessori es para todos los niños porque se basa en seguir el interés, el maestro interno de cada niño. Cada uno va a tener unas necesidades, una manera de desarrollarse y un camino diferente en la vida. Tú como adulto lo que vas a hacer es ayudarle, acompañarle. Tú como adulto tienes que hacer esa transformación que decíamos y un acto de confianza, hay familias que se lo plantean y luego ven que tienen muchas resistencias, dudas y que no están a gusto, entonces Montessori no es para ti.