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La Educación emocional en España

¿Cómo se está abordando actualmente en nuestro país el desarrollo de las competencias emocionales en el marco escolar?
Martes, 17 de abril de 2018
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Los impulsos emocionales de cada individuo pueden ser difícilmente evitables pero desde la neurociencia se demuestra que se pueden regular modificando su frecuencia e intensidad y que tener un papel activo en vez de reactivo o pasivo respecto a la propia emocionalidad puede ser aprendido.

Podemos asegurar que las personas que trabajan sobre las propias emociones y que determinan qué hacer con ellas son personas emocionalmente inteligentes.

Interés social y educativo
El concepto de Educación emocional avanza en nuestra sociedad despertando, en general, curiosidad e interés para buscar, en esta dimensión humana, la capacidad de generar bienestar y, desde el ámbito educativo, se percibe como herramienta para la prevención de la violencia y mejora de la convivencia. La búsqueda del bienestar y de la convivencia armónica coexiste con un interés más global dirigido a la Educación integral de la persona con el objetivo de desarrollar todas las capacidades humanas, entre las que se encuentra la inteligencia emocional.

Ante la demanda social aparece múltiple literatura de autoayuda, para el adulto, y distintas propuestas para la Educación dirigidas tanto a la familia como a la escuela. En este artículo vamos a centrarnos en lo que acontece en el entorno escolar.

¿Qué dice la Adm­inis­tra­ción educativa?

En algunas de las competencias clave de la LOMCE encontramos aspectos de educación emocional. Las Competencias sociales se relacionan con el bienestar personal y colectivo, exigen entender el modo en que las personas pueden procurarse un estado de salud física y mental óptimo e incluyen el desarrollo de ciertas destrezas como, entre otras, sentir empatía. En el Sentido de iniciativa se destaca el autoconocimiento y la autoestima y en Conciencia y expresiones culturales se implica el fomento de habilidades que permitan reelaborar ideas y sentimientos propios y ajenos y se exige, también, desarrollar el autoconocimiento y la autoestima, así como la capacidad de resolución de problemas.

En algunas comunidades autónomas, desde las consejerías de Educación se da impulso al desarrollo de esta capacidad humana, como en la comunidad de Canarias con la asignatura de Educación Emocional y para la Creatividad o, en el País Vasco, donde la Diputación de Guipúzcoa ha elaborado un programa de Educación emocional para la escuela pública. Igualmente, otras comunidades dan soporte a programas impulsados desde las universidades, como la Universidad de Sevilla, la de Cantabria, la de Barcelona y la de A Coruña.

Distintos enfoques
De la constatación de necesidades educativas, como estados de ansiedad, dispersión en la atención, conductas disruptivas, tendencia a la violencia y al maltrato entre iguales, por nombrar algunas, además de la clara opción de educar integralmente, surgen programas y proyectos de trabajo que ofrecen al profesorado recursos y herramientas. Su aplicación se presenta de maneras distintas que resumo a continuación:

-Se trabaja en programas de fichas que se encuentran en el mercado, algunos con orientaciones de aplicación para el profesorado y otros sin orientaciones. Su ejecución, en papel y lápiz, no contempla la experiencia emocional centrándose únicamente en prácticas cognitivas.

-Creación de un proyecto de centro en el que se reconoce la importancia de tener en cuenta las emociones y se acompaña al alumnado en su crecimiento emocional. Un enfoque que pone el énfasis en la transversalidad y en el clima de centro con la intención que se den procesos de maduración personal de manera natural, por ósmosis, sin entrenamiento ni sistematización.

-Programas con objetivos y contenidos definidos y secuenciados. Se presentan actividades con las que, a partir de la vivencia, se construyen conocimientos y se ponen a la práctica recursos y técnicas, a la vez que se proponen acciones educativas permanentes de manera transversal. Su implementación, para que sea coherente, debe ir acompañada de un clima emocional adecuado, tanto en el aula como en todo el centro. En este enfoque, aunque se insista en la necesidad de sistematización, la programación no es cerrada sino que es moldeable al momento y a las necesidades de cada alumno y de cada grupo.

-Este último enfoque podemos encontrarlo enmarcado en proyectos de arte, ya sea de expresión plástica o de teatro, con amplia aceptación y profundos efectos. Un ejemplo es En sus zapatos. Proyecto de empatía activa.

En muchos centros educativos existen maestros y maestras que desarrollan alguna actividad que no obedece a ningún proyecto, sino a la necesidad de hacer “algo” ante el comportamiento del alumnado, lo que lleva a que se realicen de manera aleatoria e intermitente. Son acciones siempre muy bienvenidas por parte de niños y niñas pero que el profesorado va abandonando debido a que no se ven resultados, solamente se constata que se “roba” un tiempo del currículo.

La dificultad de desarrollar la inteligencia emocional de una manera planificada y constante se debe a que las actividades y la práctica, por sí solas, no son suficientes y es imprescindible que la Educación emocional impregne toda la vida de la escuela, qua cale en todos sus miembros a toda hora y en cada interacción humana. Este marco emocional solo puede existir cuando el profesorado está formado para ello. La formación emocional y la formación permanente deben incluir el crecimiento personal de maestros y maestras. Es requisito indispensable.

Formación del profe­so­rado. Requisito indis­pen­sable
Actualmente el profesorado se encuentra en proceso de adaptación para acomodar su acción educativa a las nuevas necesidades, sobre todo en aquellos aspectos en los que no ha sido formado como educador; y ello se hace patente cuando se pretende trabajar en todo lo que no sean áreas convencionales, en todo aquello que no ha estado hasta ahora incluido en la cultura pedagógica.

Las competencias del profesorado tienen que estar en consonancia con lo que se pretende desarrollar con el alumnado y su formación es indispensable. Hoy en día sabemos que las competencias emocionales –y ser experto en ponerlas en práctica con niños y niñas– no se dan por sí solas y es necesario haberlas trabajado. Trabajo del todo recomendable, ya que el profesional bien formado emocionalmente no solo favorece los aprendizajes sino que disfruta de su oficio.

Dado que la Educación emocional no ha estado presente en la formación inicial, actualmente tener un papel activo sobre el propio desarrollo personal puede ser un objetivo educativo tanto para el profesorado como para el alumnado. El educador, la educadora, aprende y crece en interacción con el alumnado percibiendo como la tarea educativa puede ser un elemento importante para el propio crecimiento personal. Este enfoque favorece las relaciones humanas, que se hacen más afectuosas, próximas y armónicas y mejora el bienestar del profesorado y del alumnado, favoreciendo todos los aprendizajes sociales y académicos.

Concluyo el artículo con una cita de Carl Rogers, en su obra El proceso de convertirse en persona: “Una vida plena es un proceso, no una situación estática”.

Anna Carpena es formadora en Educación emocional. Asesora de centros educativos. Autora de Educación socioemocional (Octaedro) y La empatía es posible (Desclée)

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