¿Son efectivos los programas de verano para el aprendizaje?
Sin embargo, estos beneficios “tienen un alcance inferior al de otras intervenciones educativas implantadas a lo largo del curso, pero no dejan de ser significativos y destacables si se considera la corta duración de estos programas”.
En tanto que estos beneficios los experimentan principalmente alumnos con carencias académicas y, a menudo, también sociales, estos programas servirían como “un instrumento corrector del efecto desigualador de la summer loss, es decir, un mecanismo de igualación de oportunidades”.
Más efectivos en lengua
Pero no todos los programas de verano funcionan igual de bien. Según el informe, estos programas son especialmente efectivos a la hora de trabajar las competencias lingüísticas (principalmente en lectura) y, en segundo lugar, las habilidades matemáticas, sobre todo entre los alumnos de Primaria.
El informe también detalla que la probabilidad de éxito de estos programas depende de factores como una estructura bien secuenciada y alineada con los contenidos del curso ordinario; trabajar en grupos reducidos con profesores cualificados con formación en el programa y con el apoyo de ayudantes o asistentes de perfiles diversos; combinar sesiones de instrucción con actividades de ocio y recreativas; incluir sesiones de mentoría o tutorización individual; involucrar a las familias y a la comunidad; una dosificación ajustada a los objetivos del programa y al perfil de los alumnos; atraer y retener a los alumnos académica y socialmente vulnerables y basar el diseño del programa en la evidencia disponible.
Al mismo tiempo, el programas de verano voluntarios pueden funcionar igual de bien que los obligatorios y que los “domésticos” pueden ser efectivos, siempre y cuando el profesorado proporcione una cierta orientación. Además, los programas “residenciales” tienden a funcionar y a ser especialmente adecuados para trabajar en los outcomes no cognitivos de los adolescentes. También indica que los “preparatorios” muestran un potencial de impacto similar al de los “compensatorios”, si bien sobre un colectivo de alumnos habitualmente menos desfavorecido. Por último, el informe señala que parecen más efectivos desde el punto de vista del coste que otras medidas estructurales implantadas a lo largo del curso ordinario.
El efecto verano
Según Miguel Àngel Alegre, autor del informe, “durante las etapas de la Educación obligatoria, los alumnos catalanes tienen unos 85 días de vacaciones durante los meses de verano, lo que sitúa a Cataluña –y también a España– entre los países de la OCDE con menos días lectivos durante el curso y con una mayor concentración de los días festivos durante el periodo estival”.
En este sentido, Alegre recuerda que “las vacaciones de verano plantean dos retos de especial relevancia”, por una parte “generan problemas de conciliación familiar, particularmente en los hogares donde los dos progenitores trabajan y no se dispone de recursos económicos suficientes para inscribir a los hijos en la oferta existente de actividades de verano”. Por otro, suponen “un parón en el ritmo de aprendizaje y, en muchos casos, implican también un retroceso, lo que se conoce como summer loss”.
La investigación internacional ha demostrado que esta pérdida en los aprendizajes no afecta a todos los alumnos por igual, sino que se produce “principalmente entre los grupos socialmente más vulnerables”, según Alegre.
Este efecto provoca un “incremento cíclico, acumulado verano tras verano, de las de-sigualdades educativas entre los hijos de familias socioeconómica y culturalmente favorecidas y los hijos de familias desfavorecidas”, dice el analista.
Es cierto además que hay muchos tipos de actividades organizadas de verano: desde campamentos o colonias de verano (ordinarias, musicales, de idiomas, deportivas, etc.) hasta los planes de refuerzo o aceleración escolar, pasando por programas de actividades culturales o de Educación en valores. De hecho, es habitual que un mismo programa incorpore actividades de perfil diverso.
Ganancia de dos meses
El informe se centra especialmente en los programas en los que las actividades de aprendizaje formal tienen una especial importancia, es decir, actividades principalmente compensatorias dirigidas a mejorar las carencias de los alumnos en varias áreas curriculares (sobre todo en lengua y matemáticas y, con menos frecuencia, en ciencias); bastante a menudo estos alumnos tienen, además, un perfil social desfavorecido.
Según datos internacionales, la efectividad de estos programas, en conjunto, sería equivalente a una ganancia de dos meses de aprendizaje sobre el progreso académico medio de los alumnos en un curso escolar. En términos relativos, este es un impacto pequeño, inferior al que, de media, consiguen otras intervenciones educativas como la tutorización individual a lo largo del curso o los grupos cooperativos, concluye el informe.