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Convertir una escalera de la calle en una obra de arte inspiradora

La escalera de la vida es uno de los cuatro proyectos ganadores de la convocatoria ARTEspacios de La Universidad Autónoma de Madrid, premios patrocinados también por la Feria AULA-Ifema 2018
Martes, 12 de junio de 2018
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Los docentes premiados en este proyecto son de muy diversas materias y cada uno ha interpretado las posibilidades que esta escalera, pintada por primera vez hace tres años, tiene para el desarrollo de algún standard de aprendizaje. Los profesores son Carmen M. Alonso, Ana Belén Delgado, Patricia Barón, Ana Isabel Martínez de Paz, Antonio Álvarez de Felipe y Carlos Álvarez Cuenllas.

En el premio también se reivindicaba la importancia de la Educación Plástica en los colegios. No es necesario reflexionar mucho para llegar a la conclusión de que su eliminación supondría eliminar un lenguaje con el que nos expresamos desde pequeños, limitar la libertad de expresión y el pensamiento creativo. Supondría eliminar una actividad básica para el desarrollo personal en varios sentidos y suprimir una herramienta necesaria que usamos todos todos los días. En el Colegio Marista “San José” se apuesta por la interactuación entre esta y otras materias, como Lengua o Tecnología, y eso ha llevado a que los alumnos hayan logrado numerosos premios relacionados con distintas materias, pero que tienen la creatividad como transfondo común.

La escalera se pintó por primera vez como producto de un proyecto de aprendizaje-servicio para alumnos de la ESO, iniciado desde la asignatura de Educación Plástica, Visual y Audiovisual. Consistió en una intervención artística urbana para mejorar la ciudad por medio de la renovación de una antigua escalera que fue revocada con hormigón hace más de 20 años. La escalera, a la que el cemento le confiere el color gris, está situada en la misma calle del colegio.

Gracias a este proyecto se ha logrado modificar el entorno urbano y poner en valor este lugar de la ciudad. El color, la pintura, es la herramienta que logra un impacto más radical en la modificación del espacio. Se sustituye el tono gris del cemento de la escalera por colores que cubren casi toda la gama cromática, buscando tonos más o menos saturados y el contraste entre escalones consecutivos. Y este trabajo se complementa con frases escritas en los escalones.

Así se cumple el objetivo más visual del proyecto que consiste en convertir una escalera “invisible” de la ciudad en un punto de interés, incluso a nivel turístico. Es habitual ver gente de todas las edades haciendo fotos y visitándola, así como su utilización como fondo en reportajes y books fotográficos.

Los alumnos
Los “actores” protagonistas son los alumnos, sobre todo de 3º de la ESO, que son capaces de transformar la idea primigenia en el producto final, de-sarrollando un trabajo fuera del recinto escolar, en plena calle y sabiendo que el resultado final estará expuesto a la valoración de todo el mundo. Esta forma de trabajar pretende sensibilizar en cuanto al modo de “mirar” la ciudad, en lo que respecta al respeto al mobiliario y a plantear una visión constructiva en cuanto a las posibilidades de rincones “marginales” de nuestras calles.

El segundo objetivo tiene la misma importancia o más que el primero y se refiere a la experiencia a nivel vivencial que implica la socialización con los viandantes y la relación directa con el vecindario. Los alumnos pueden percibir en tiempo real como su trabajo artístico implica una reacción, casi siempre positiva, por parte de la gente, con la que interactúan durante la clase.

Saber explicar y transmitir el proyecto, indicar a una persona por donde puede subir o bajar la escalera mientras se pinta, ayudar a una persona mayor a subir por la escalera las bolsas de la compra o escuchar las ideas que nos aporta la gente… Todo esto es tan importante para la experiencia de aprendizaje como el acto propio de pintar. El “público” aplaude, critica, anima, aporta ideas, interrumpe, informa, corrige, colabora, interactúa, aunque solo sea con un gesto o una sonrisa. En cada sesión hay alumnos que documentan con fotos y vídeos el proyecto, incluso entrevistan a la gente que pasa y a los alumnos, incluso a los periodistas que nos vienen a entrevistar a nosotros.

Además, este tipo de proyecto nos ayuda a descubrir facetas nuevas de los alumnos que no conocemos o que no podríamos descubrir en el aula; a nivel anecdótico comentaré, por ejemplo, cómo me sorprendió ver a un alumno que, motu propio, tomó del brazo a una persona mayor para ayudarle a bajar la escalera sorteando a los “jóvenes artistas”. En el camino de vuelta al colegio les comenté que ese detalle, desde mi punto de vista, había sido lo mejor de la clase.

Aparte de dar color a los escalones, escriben una frase positiva, motivadora, en cada escalón que contribuye a aumentar la sensación “optimista” que produce la combinación de colores de los escalones. La obra, por medio de estas frases, –la mayoría buscadas previamente y alguna, incluso, escrita a petición de los vecinos–, tratan de infundir ánimos y de aumentar la confianza en uno mismo. Tienen cierto contenido relativo a la Educación emocional.

En la restauración llevada a cabo en mayo de 2018 algunas de las anteriores han sido sustituidas por otras como “El viaje más largo comienza con un solo paso”,”Mantén la vista en las estrellas y los pies en el suelo”,”Transforma el dolor en experiencia” o “No hay árbol que el viento no haya sacudido”.

Las frases de los escalones

– Algunas de las frases escritas en los 34 escalones son: “Siempre adelante”, “Quien pisa fuerte, deja huella”, “No hay sueños imposibles, solo soñadores que se rinden”, “Que el fin del mundo te pille bailando”, “Todos para uno y uno para todos”, “Quien lucha sin descanso triunfa”, “Cáete 7 veces, levántate 8”, “Los fracasos son escalones al éxito”, “En el camino al éxito no hay ascensores”, “Sonríe, es gratis”, “Respeta a todos”.

– Son muchas las personas que nos han comentado que las frases y el colorido de la escalera les animan, y a pesar de pasar por delante todos los días, se paran a releerlas cuando tienen un día malo. El arte como terapia. ¿Qué más se puede pedir?

– A nivel procesual, supone trabajo cooperativo. Se adjudica un escalón a cada grupo y cada miembro del grupo interactúa con los otros practicando habilidades sociales y las exposiciones orales, evalúan la evolución del trabajo. Este tipo de trabajo favorece la inclusión, la crítica constructiva, la responsabilidad, el respeto por los demás, la empatía y el pensamiento creativo y, a veces, la paciencia. Se planifica el trabajo diario, también hay que ser capaz de improvisar, de resolver en el momento los problemas que surgen. Programar previamente el trabajo ahorra tiempo y material.

Carlos A. Cuenllas
Colegio Marista “San José” de León

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