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La Universidad ante un nuevo desafío

Lunes, 11 de junio de 2018
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“Quiero poner España en órbita”. Estas metafóricas palabras de Pedro Duque, el titular del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología y Universidades, constituyen sin duda una comprometida declaración de intenciones del que ya se conoce coloquialmente como el ministro astronauta. Pero ese compromiso quiere compartirlo con todos porque, según afirmó apenas recibido el encargo de llevar el timón de la Ciencia, la Tecnología y la Universidad, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la dio carta blanca para llegar a acuerdos y pactos dirigidos a la construcción del futuro. En su filosofía está el poner a trabajar juntos a los laboratorios de investigación, la universidad y la industria con el fin de garantizar un futuro mejor para toda la sociedad. Entiende Pedro Duque que esos son los tres pilares para no perder el futuro. Asegura que la ciencia, cuando las cosas se hacen bien, es lo más rentable para cualquier país y recuerda que en nuestro entorno cultural así se está haciendo y que en ese ámbito tiene que moverse España.

No hay que olvidar que, además de astronauta, Pedro Duque es un universitario comprometido, un investigador y un hombre de empresa. Tal vez, en ello tenga mucho que ver su elección para alcanzar un objetivo nada sencillo y en cuya consecución va a encontrar no pocos obstáculos.

Ocurre que en el periodo de crisis económica, los recortes para la Universidad y la Ciencia han interrumpido o anulado multitud de proyectos, lo que ha llevado a más de 3.000 investigadores a emigrar. La fuga de cerebros es uno de los hechos más tristes y perjudiciales para un país que quiere competir con los mejores y caminar con paso seguro. Así, recuperar el talento debe ser una tarea prioritaria pero eso será imposible sin recursos. Los responsables del nuevo Ministerio se han marcado llegar al 2% del PIB para investigación, ya que ahora solo se destina el 0,9%, porcentaje muy alejado del 2,3% que la OCDE marca como óptimo. Sea como fuere, se hace camino al andar y, por tanto, la nueva Administración, quiere comenzar a trabajar por la recuperación del talento fugado.

La empresa es difícil, aunque, Duque asegura que “siendo astronauta aprendes a motivar a los demás y a vivir en entornos muy complicados donde tu propia vida depende no solo de ti sino también de los demás”.

Hecho, el primer obstáculo puede ser el traslado de Universidades desde Educación a Ciencia y Tecnología. Muchos no lo entienden ni lo entenderán nunca; otros, lo ven con buenos ojos. Es el caso del rector de la Universidad Complutense, Carlos Andradas, quien asegura que Universidad y Ciencia van y deben ir de la mano” y califica de “gran noticia” el nuevo ministerio, porque “Sin Universidad no hay Ciencia. Sin Ciencia no hay futuro”.

Es cierto que las grandes universidades, públicas y privadas, las que ocupan los mejores lugares en los rankings, el binomio es inseparable, funciona. Y, la transferencia de resultados también.

Por otra parte, el curso que ahora termina ha sido un tobogán para la institución superior. Junto a grandes eventos, como una mayor aparición en los rankings, unos resultados muy alentadores en informe de la Fundación CYD y una gran muestra de su fuerza y empuje en el Encuentro Universia de Salamanca, ha debido enfrentarse a situaciones de falta de transparencia y de intereses espurios que manchan la noble función de la Universidad en su papel como motor de progreso y entendimiento social. Además, el desinterés de los poderes públicos ha sido bastante llamativo.

La nueva etapa no va a ser un camino de rosas porque las intenciones chocan con la realidad y porque existe el riesgo –más bien la experiencia– de que la política se entrometa en campos que no son suyos y los pactos no lleguen a término.

Con todo, “fallar no es una opción”, dice el ministro. Un voto de confianza es bueno pero la colaboración de todos es imprescindible. Ver las cosas al ras del suelo, después de estar a 400 kilómetros de altura puede ser positivo.

En una legislatura tan corta como al que nos espera, hay que centrarse en los que es posible. Junto a otras iniciativas, urge racionalizar objetivos para dirigir el gasto con objetividad, con un presupuesto escaso. Es preciso, rejuvenecer las plantillas y atraer y retener talento. En definitiva, buscar un gran pacto de Estado para caminar todos en la misma dirección. La endogamia, los corporativismos estériles y la dependencia partidista son malos consejeros.

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