Cómo adaptar los currículums a las necesidades de los alumnos
Hace tiempo que la sociedad reclama un acuerdo en materia educativa que acabe con las constantes reformas legislativas de cada Gobierno y que, de paso, adapte el currículo escolar a las necesidades actuales del alumnado, especialmente en lo que se refiere al uso adecuado de las nuevas tecnologías.
Entre esas necesidades destacan, según la doctora en Inteligencia Artificial por el Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT) Nuria Oliver, el aprendizaje del pensamiento computacional, complementado con el desarrollo de las inteligencias emocional y social de las personas.
En una entrevista concedida a Efe con motivo de su investidura el pasado jueves como doctora honoris causa de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Oliver explicó que esta materia, que ya forma parte del currículo de muchos países, ofrece conocimientos sobre algoritmos, análisis de datos, redes, internet, programación y hardware, lo que fomenta una manera de pensar que “sirve para todos los ámbitos de la vida”.
Desde su punto de vista, esta asignatura permitiría una cierta democratización en el desarrollo de nuevas herramientas tecnológicas, de manera que se crearían “nuevas vocaciones” entre los estudiantes y, sobre todo, las estudiantes, acabando así con el “estereotipo erróneo” de los programadores informáticos como personas “antisociales” o “frikis”.
Además, recibir formación en todos estos aspectos ayudaría a “fomentar el pensamiento crítico” de las personas en el uso de la tecnología, lo que, por ende, haría más difícil posibles abusos de las compañías, por ejemplo, en el manejo de los datos de los usuarios.
Sin embargo, para Oliver, “esto no es suficiente”, puesto que debe complementarse con el desarrollo de habilidades humanas que, en la actualidad, no se están fomentando, como son la creatividad y las inteligencias emocional y social.
Nuevas habilidades
En su opinión, el cambio de paradigma que está trayendo consigo el auge de las nuevas tecnologías, entre ellas la inteligencia artificial, hace necesario que las personas dispongan de habilidades como la resiliencia, la paciencia, la aceptación de la gratificación a largo plazo o que interioricen que el mundo dinámico en el que viven precisa de un aprendizaje constante.
“Los grandes problemas a los que nos enfrentamos no los vamos a resolver en 140 caracteres, se necesita mucha perseverancia”, subraya, a la vez que incide en que “el modelo de estudiar una carrera y al terminar con 22 años pensar que ya se tiene todo el conocimiento necesario para la vida, está obsoleto” y, adaptarse a eso, “es una habilidad de la inteligencia emocional, no del conocimiento”.
Igual de importante es no perder las habilidades sociales, algo que puede llegar a ocurrir si los seres humanos solos se comunicaran a través de unas herramientas tecnológicas rudimentarias, como las de ahora, que “no son capaces de transmitir la información no verbal”.
Oliver es una firme defensora de la tecnología no como solución, sino parte de ésta y como una herramienta clave para garantizar la supervivencia de la especie humana.
También lamenta el “sentimiento muy negativo” que se está generando entre la opinión pública en los últimos años y considera que no tiene sentido intentar frenar el progreso tecnológico porque forma parte del espíritu humano.
Oliver también insiste en la necesidad de preparar a las nuevas generaciones y a la sociedad para “sacar el mejor partido y tomar las mejores decisiones en este contexto”, y considera la formación del profesorado como el mayor escollo al que puede enfrentarse el cambio de modelo educativo, por “el reto mental” y la gran inversión económica necesaria.