La enfermera escolar, mucho más que atención sanitaria

En muchas ocasiones, los profesores tienen que asumir el cuidado de unos niños que requieren atención sanitaria sin tener una formación específica para ello. “La presión a la que, en ocasiones, se ven sometidos los profesores es tremenda, además de la responsabilidad que supone tener que suministrar a un alumno una determinada medicación o atenderle en ciertos problemas de salud”, asegura Andoni Lorenzo, presidente del Foro Español de Pacientes (FEP).

Esta organización, junto a ANPE, el sindicato de enfermería Satse y la Federación Española de Diabetes (FEDE) han constituido la Plataforma Estatal de Enfermera Escolar con el objetivo de descargar a los docentes de la atención a esos niños, además de llevar a cabo una labor de prevención y formación en salud para todo el alumnado. Según las organizaciones que constituyen la Plataforma, solo el 0,8% del profesorado se considera preparado para atender problemas de salud mientras ejerce su labor educativa.

A todo esto se unen los problemas de salud que empiezan a surgir en la pubertad y la adolescencia y que tienen que ver con el alcohol, el tabaquismo, las drogas, la anorexia o la bulimia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el alcohol es la primera causa de mortalidad entre los jóvenes en nuestro país: uno de cada cuatro fallecimientos entre 15 y 29 años es atribuido al consumo de alcohol. Cascos también recuerda que “España, dentro de Europa, es donde se consume más cocaína entre los 15 y 34 años; y nuestro país es, además, es el tercer país de Europa con mayor consumo de cannabis y éxtasis”.

Además, según la OCDE, España es el segundo país europeo con mayor índice de obesidad infantil, y, según la FEDE, en España hay unos 10.000 menores de 15 años que viven con diabetes tipo 1. Estos datos evidencian la necesidad de la figura de la enfermera escolar en los centros escolares con la función no solo de llevar una atención sanitaria sino también de prevenir enfermedades a través de la Educación y de los hábitos de vida saludables.

“Hemos tenido problemas en algunas comunidades donde se ha obligado al profesorado a suministrar medicamentos. Por la custodia que durante la jornada escolar hacemos del alumnado estamos obligados a atenderle, pero no estamos preparados para suministrar medicamentos”, denuncia Nicolás Fernández Guisado, presidente de ANPE. Por eso considera vital “el apoyo de un profesional que nos libere de estas tareas, y por supuesto que pueda realizar otras que favorezcan la integración de aquellos alumnos con dificultades para acudir a los centros o que promuevan y mejoren la salud del alumnado en general”.

“El profesor tiene una formación de Magisterio, no de enfermería. Nuestros hijos deben estar cuidados por profesionales del ámbito sanitario y, en ese sentido, es necesaria la figura de la enfermera escolar”, manifiesta Andoni Lorenzo. El presidente del FEP demanda un marco jurídico legal similar al que existe en otros ámbitos: “Una empresa con más de 100 trabajadores tiene la obligación de tener un médico en ese centro de trabajo. En el ámbito lúdico, por ejemplo en las piscinas, en función de su tamaño tiene que haber socorristas, un botiquín, una sala especial… Y, sin embargo, nos encontramos con colegios donde hay 1.000 o 2.000 alumnos y no hay nadie del ámbito sanitario que atienda las necesidades de esos niños”.

Por supuesto, las organizaciones que forman la Plataforma aseguran que no es el papel de la enfermera impartir clase de una asignatura concreta, sino que su idea pasa por un sistema más transversal.

Nicolás Fernández Guisado aclara este punto: “La enfermera no es un miembro del Claustro de profesores, pero sí que va a prestar una atención en un triple papel: promoción de la salud, prevención y cuidado de los alumnos y colaboración en tareas educativas con un carácter transversal”.

Desde el punto de vista normativo, el modelo que plantea la Plataforma es aquel en que la enfermera escolar tiene una relación directa y exclusiva desde el punto de vista administrativo, contractual, laboral y retributivo con la Consejería de Salud. Es decir, sería un enfermero perteneciente de manera integral a Salud, pero con dedicación exclusiva al centro escolar.

Actualmente, en España no hay una regulación clara ni uniforme. El número total de enfermeras escolares en nuestro país es de 370, de las que 278 se encuentran en la Comunidad de Madrid. Encontramos, además, algunas experiencias piloto en Asturias, Comunidad Valenciana y Extremadura, y también borradores normativos en Canarias y Castilla-La Mancha.

Sin embargo, estas experiencias apuestan sobre todo por prestar atención sanitaria a aquellos alumnos escolarizados en centros de Educación especial y no tanto por extender la figura de la enfermera a la mayoría de los centros educativos ordinarios, tanto públicos como privados, en los que se encuentran escolarizados unos 8,5 millones de alumnos, y donde se exige al profesorado, según la Plataforma, que asuman la asistencia sanitaria de alumnos con diferentes patologías, ya sean agudas o crónicas.

Por el contrario, en otros países de nuestro entorno, como Reino Unido o Francia, la enfermera escolar es ya un profesional consolidado con todas las funciones de cuidado y atención sanitaria, prevención, Educación y asesoramiento a profesores y familias. También existe en otros países como EEUU, Canadá, Suecia o Noruega.

La Plataforma Estatal de Enfermera Escolar calcula que la incorporación de esta figura en los centros supondría un coste de 800 millones de euros al año. Esta valoración se realiza asignando una enfermera escolar a cada uno de los 32.000 centros públicos, concertados y privados de todo el Estado.

Según el presidente de Satse, “supone entre 16 y 20 euros al año por habitante en España, una cantidad ridícula comparada con los 2.ooo millones que cada año cuestan a la Sanidad pública los problemas derivados de la obesidad, o los 5.000 millones de la diabetes”.