“Cada situación hace que la metamorfosis sea posible”
Nuestra asesora experta en maltrato infantil, la psicóloga Natalia Ortega, publica este mes de mayo su libro “Mariposas de cristal”, una visión personal y profesional sobre el abuso sexual en niños.
¿Es más frecuente de lo que imaginamos?
Los abusos son mucho más frecuentes de lo que pensamos y se dan en todas las clases sociales. Los abusos intrafamiliares son los que tienen una mayor prevalencia, así como los abusos cometidos por personas cercanas al entorno del niño. Esta cercanía del agresor con el niño es lo que hace que el abuso se silencie más y haya un secretismo mayor, que provoca que el abuso tenga más dificultad para salir a la luz o incluso no salga. En consulta, nos encontramos, a veces, que pacientes adultos que acuden a terapia por otro motivo, revelen, pasado un tiempo, que, en su infancia, fueron abusados. Lo silenciaron por miedo a no ser creídos o por miedo a que se les culpase. Su mente intentó tapar tan horrible experiencia, pero, en algún momento de su etapa adulta, salta y les genera dolor y problemas en sus relaciones.
¿Cómo salen a la luz? ¿Suelen ser los propios niños quienes acaban contándolo o es su comportamiento el que acaba por chivarse?
La forma en que salen a la luz es diversa. En muchos casos, el niño puede repetir las conductas sexuales a las que está siendo sometido con algún otro niño. En otros casos, el menor verbaliza de manera espontánea que alguien “juega con él/ella a cosas raras”. Y, en muchos casos, los cambios de conducta del niño o retrocesos en hábitos adquiridos son los que pueden destapar que algo no marcha bien. Es muy común que, en los niños más pequeños, entre los 3 y 6 años, comiencen a tener un comportamiento más agresivo, retraimiento, dificultades escolares, problemas de sueño,
problemas con la alimentación y falta de control de esfínteres, cuando ya había sido adquirido.
¿A quién suelen acudir primero?
La persona a la que lo revelen puede variar mucho dependiendo de la edad. En los más pequeños, suele ser a uno de sus progenitores o en consulta al profesional. Cuando van teniendo mayor conciencia del problema, en la segunda infancia, suelen revelarlo a una persona de mucha confianza, como puede ser un profesor o un amigo, y muestran mayor vergüenza para contarlo a sus progenitores. Pero esto es una generalidad y no podemos olvidar que cada caso es único y que cada niño lo vivirá de manera distinta, y que la relación de él o ella y de su entorno con el agresor determinará mucho a quién pidan ayuda.
¿Qué puede llamar nuestra atención como docentes?
Es importante estar atentos a cambios de comportamiento. Estar alerta, también, a retrocesos que pueda tener, y que presente dificultades con aspectos que ya había aprendido. Asimismo,
si observamos que empieza a tener comportamientos sexuales, debemos advertir que algo puede no marchar bien.
¿Qué podemos hacer ante un comportamiento que nos hace sospechar?
Lo primero es hablar con el niño en un ambiente relajado y que le de confianza. No someterlo a un interrogatorio, sino facilitarle que nos cuente cómo está y si hay cosas que le ponen triste o le preocupan. Y es muy importante observarle en las distintas actividades que haga.
¿Hablamos antes con el niño o con los padres?
Desde mi punto de vista, es importante hablar primero con el niño. Poder ver qué es lo que le está ocurriendo, ya que, si está siendo abusado, la agresión puede venir de una persona cercana a él o incluso que se encuentre dentro de la familia. Es importante que el niño reciba que lo importante es él y que cuenta con absoluta credibilidad. Una vez que hayamos tenido esa conversación con el niño, hablaremos con los padres para informar de lo que hemos notado en su hijo y lo que ha verbalizado. Asimismo, considero muy importante que se haga partícipe al gabinete psicopedagógico del centro.
¿Cómo abordamos esta conversación?
Lo más importante es tratar la conversación con calma, que el menor no sienta presión ni excesiva preocupación, porque, sino, podemos hacer que se bloquee. En todo momento, tiene que percibir que va a ser creído y que no va a ser juzgado. Si el menor verbalizase que está siendo abusado es fundamental que, desde ese instante, se le transmita que va a ser protegido, y que haremos que no vuelva a pasar, que ha sido muy valiente por contarlo. El menor tiene que sentir que está siendo totalmente arropado y creído.
¿Es muy común que el abusador esté dentro de la familia más cercana?
Así es. Los abusos intrafamiliares tienen una gran incidencia. Esto se debe a que, en los abusos sexuales, una variable muy importante es que, a través de la posición de poder, del rol que se tenga frente al niño y del empleo del vínculo creado con él, sea más fácil acceder a él, crear un secreto y, por consiguiente, silenciarle. Además, el hecho de que sea un familiar facilita que se den más momentos propicios.
¿Cómo tratas un tema tan delicado?
Son tres casos reales que he tenido en consulta y que me dieron su permiso para trasladar al lector cómo su historia de abuso ha marcado muchos aspectos de su vida. El ensayo va haciendo un recorrido por los aspectos más relevantes de sus historias. Así ,se aborda el papel que jugaron sus madres, la culpa, su cuerpo, su mente, el silencio, su sexualidad y su capacidad de reponerse al trauma. En cada capítulo, cada una cuenta cómo el abuso pudo condicionar esos aspectos de sus vidas y lo que tuvieron que hacer para salir adelante. Asimismo, en cada capítulo, se hace un repaso por cómo estos aspectos también están en nuestras vidas y cómo los vivimos cada uno de nosotros.
¿Qué hay de ti en el libro?
Hay mucha parte de mí. Me abro al lector desde mis debilidades, miedos e inseguridades como terapeuta. Pero, al mismo tiempo, las historias de mis tres mariposas me han llevado a hacer un ejercicio de introspección, como mujer y como madre. La experiencia profesional de trabajar junto a ellas, así como escribir mi primer libro, me han hecho ver que yo también he sufrido una gran metamorfosis. Cambios que me han hecho crecer en todos los aspectos de mi vida, conocer mis vulnerabilidades y aprender de cada experiencia que la vida te pone en el camino. A través de este ensayo, quiero acercar al lector la realidad de los abusos, así como provocar una reflexión en cada uno de nosotros sobre cómo las situaciones de nuestra vida siempre tienen un sentido, aun siendo muy dolorosas, y nos enseñan que la metamorfosis es posible. Todos llevamos una mariposa dentro.
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MARIPOSAS DE CRISTAL
Elegí este título, en primer lugar, porque la mariposa tiene un simbolismo de belleza, feminidad, fragilidad y trasformación, que encaja perfectamente con mis tres protagonistas. Y seleccioné la especie “de cristal”, puesto que la transparencia de sus alas las dota de mayor luz y belleza, pero, al mismo tiempo, hace que puedan camuflarse mejor ante el depredador. Cada una de ellas ha sufrido una metamorfosis como la oruga que pasa a mariposa, y han aprendido, a pesar del dolor, lo válidas que pueden llegar a ser.[/quote]
LAURA GÓMEZ LAMA
Coordinadora de ESCUELA INFANTIL