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Unas veces se gana, otras se pierde...

escuelainfantil.netJueves, 16 de mayo de 2019
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Cuanto antes aprendamos a aceptar que no podemos tener todo lo que queremos y que todos nuestros proyectos no siempre salen como deseamos, antes conoceremos cómo es la realidad y podremos disfrutarla mejor.

Es evidente que esta es una cuestión que hay que transmitir de forma adecuada a nuestro hijo, ya que, en su desarrollo, va a tener que enfrentarse a multitud de situaciones en las que no siempre va a tener o conseguir lo que pretende.

Hablemos del fracaso

Los niños, desde que nacen, están acostumbrados a tener lo que precisan y sus necesidades básicas están siempre cubiertas. Así pues, cuando tienen hambre, comen, cuando tienen sueño, duermen, y todo sale como está previsto. Pero, poco a poco, esas demandas imprescindibles dejan de ser satisfechas de forma inmediata, ya que, a la vez que aparecen nuevos  requerimientos, los padres dejan de estar presentes en todo momento para atenderlos.

En su desarrollo, nuestro hijo va a tener que afrontar solo muchas situaciones nuevas al comenzar a descubrir, por su propios medios, el mundo que le rodea. Pero no siempre va a superar todos
los retos a los que se enfrente y, en muchas ocasiones, no va a conseguir los objetivos que se proponga. Sin embargo, cuando intente obtener algo que no se encuentre a su alcance, buscará los medios que le permitan conseguirlo. Aunque no lo logre, habrá desarrollado nuevas estrategias y multitud de recursos y habilidades de los que podrá servirse en el futuro para superar los
obstáculos que se le presenten y poder conseguir lo que pretende. Por tanto, debemos aprovechar estas situaciones para enseñar a nuestro hijo a que sea capaz de enfrentarse a circunstancias
nuevas o difíciles y trate de resolverlas, evitando las emociones negativas que se producen cuando sus anhelos y esperanzas no se ven satisfechos.

Cómo ayudarles

Como padres, queremos evitar a nuestros hijos cualquier sufrimiento o coyuntura conflictiva que se les pueda presentar.  Pero, como no siempre vamos a estar con ellos para impedirlo, tenemos que prepararles para que puedan enfrentarse y aceptar las consecuencias de las distintas situaciones que no puedan resolver. Por eso, os daremos algunas fórmulas que os ayudarán en esas ocasiones tan concretas. Como ya hemos planteado en otros momentos, los primeros aprendizajes del niño se producen en el hogar familiar. Ahí es donde va a padecer sus primeras frustraciones y donde debemos empezar a prepararle para afrontarlas. Para ello, le enseñaremos, con cariño y sin dramatismos, a afrontar sus limitaciones y le transmitiremos, con nuestro ejemplo, la actitud adecuada para combatir los obstáculos e inconvenientes. Nuestro hijo tiene que aprender a tolerar el enojo y el malestar que provoca la frustración y prepararse para afrontar los problemas propios de la etapa adulta. Trataremos de ayudarle a desarrollar su paciencia y fomentar su capacidad para el aguante y la resistencia desde que es pequeño. Lo primero que tenemos que lograr es hacerle comprender que no es posible tener o conseguir todo lo que desea. Por eso no debemos crear falsas expectativas en su vida ni darle todo lo que pide cuando quiere.
Tampoco debemos permitir que obtenga lo que demande para evitar sus enfados o pataletas, ya que aprenderá a utilizar este medio para conseguir lo que pretende. Ante estas situaciones, nos mantendremos firmes y trataremos de hacerle entender lo que no le corresponde o no resulta adecuado o procedente en ese momento. En este contexto, el establecimiento de normas claras a cumplir según su edad le facilitará la comprensión de la existencia de límites a sus deseos y pretensiones.

Reacción ante el fracaso

Saber aceptar un fracaso es fundamental en la vida del niño. El miedo a fracasar no debe paralizarle ni impedirle actuar o emprender nuevos proyectos para evitar la decepción,
ya que esta circunstancia podría dar lugar a que no afronte nuevos retos y a que desarrolle un carácter miedoso, apocado o inseguro. Para impedirlo debemos enseñarle que lo importante no es
evitar el fracaso sino poner todos los medios para prevenirlo. Debemos hacerle entender que, aunque no siempre superará con éxito todas sus expectativas, en muchas ocasiones será necesario insistir para que no deje de intentar llevar a cabo sus propósitos cuando se le presente cualquier dificultad. En definitiva, tendrá que aprender a luchar por alcanzar sus metas, sacrificarse, y ser constante e insistente en la consecución de objetivos. Para ello, los padres no debemos reaccionar de forma desproporcionada ante los fracasos de nuestro hijo; antes, al contrario, debemos ser comprensivos ante sus dificultades, mostrarnos alentadores y estimularle para que ponga en marcha sus iniciativas. Como podemos apreciar, los padres somos responsables de guiar a nuestros
hijos en el control de las emociones y conductas que surgen cuando se sienten contrariados en sus deseos. Teniendo en cuenta que la frustración forma parte de nuestras vidas, cuando los niños son pequeños, estamos en el momento ideal para enseñarles a canalizarla de forma adecuada. Y para ayudarles a tener una reacción coherente ante los obstáculos, nos mantendremos siempre
a su lado para alentarles a que sigan luchando por conseguir sacar adelante sus proyectos.

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RASGOS DE BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

Enfado
Inseguridad
Ansiedad
Exigencia

VIRTUDES QUE DESARROLLAR:

Paciencia
Resistencia
Flexibilidad
Autocontrol

PAPEL DE LOS PADRES:

Motivar ante las dificultades
No ceder a los caprichos
Proponer retos asequibles

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Paloma Cavero Coll,
maestra de Educación Infantil y Primaria

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