Concepción Torres: “A los recién nacidos hay que leerles aunque estén durmiendo”
Mª Concepción Torres es presidenta de la comisión de Deontología del Colegio de Pedagogos de Cataluña y responsable de los estudios de Pedagogía de la Universidad Rovira i Virgili, además de ser autora de cuentos infantiles. En esta entrevista considera importante leer a los niños «incluso cuando es recién nacido», para potenciar su predisposición lectora en un futuro. Asimismo, opina que cuando un niño crece y no muestra interés por la lectura no se le debe obligar a leer, sino «entender qué nivel de lectura tiene» y, a continuación, «observar sus intereses».
¿Qué beneficios aparecen en el niño que disfruta de la lectura cada día?
—Hay elementos importantes como son la concentración o la escucha. En la primera fase, cuando es muy pequeño, e incluso, cuando es recién nacido, es de capital importancia que se le expliquen las cosas, que se les lea.
Todo esto aunque esté durmiendo, porque lo que aprende en primer lugar es a oír.
Por tanto, contarles historias desde que nacen, ¿potencia su interés por la lectura en el futuro?
—En algunas pruebas que hemos realizado con algunos niños, a los que se les ha ido aplicando este procedimiento desde bien pequeños, su placer por leer es mucho mayor que el de un niño que no se le ha estimulado de esta forma. Es muy sencillo. A veces, los padres piensan que, como es muy pequeño, no se le explica o cuenta ningún cuento. Y no, hay que comenzar desde que nacen, prácticamente.
¿Este sería un consejo que les daría a todos los padres y madres que quieran iniciar a su hijo en la lectura?
—Sí. Primeramente los niños no van a leer. Vas a ser tú quien lea. Como adulto vas a explicar, pero a su vez le estás enriqueciendo en lenguaje y vocabulario, algo realmente importante.
Cuando el niño es mayor y se observa que la lectura le aburre, ¿qué pueden hacer los padres para ‘engancharle’ a tan saludable hábito? Obligarle no es una opción plausible…
—No, no es una opción. Primero hay que entender qué nivel de lectura tiene el niño para no darle lecturas más complejas. A continuación, observar sus intereses.
¿Podría poner un ejemplo?
—Claro. Hay niños que les das un libro con demasiado texto y su respuesta es negativa pero, por el contrario, un cómic sí le satisface. También se puede dar el caso de que al niño no le guste leer, pero le encantan los chistes. Hay montones de libros con chistes e ilustraciones; ahí estás motivando la lectura. Al igual que hay niños que les encanta el mundo egipcio. Se debe, por tanto, buscar libros de su nivel sobre aquella temática que le apasione.
Luego entran en escena las lecturas obligatorias en el colegio…
—A medida que van creciendo, la escuela tendría un papel importante, y sería el de no obligar a leer una serie de libros porque lo dice el ministerio o quien sea. Por tanto, sería interesante que pudieran leer lo que les gusta. Ahora hay escuelas que realizan proyectos. Diez minutos cada día, pero cada niño lleva el libro que quiere. Eso es potenciar la lectura. No obligar a leer lo que estipula quien sea.
Los niños son un público complejo, ¿quizás el que más?
—Creo que son exigentes. No aceptan cualquier ilustración ni cualquier historia, y eso hay que tenerlo en cuenta.
Los cuentos son una poderosa herramienta para la transmisión de valores. ¿Los escritores de literatura infantil están hechos de otra pasta por la responsabilidad que tienen?
—No, creo que no. Quizá somos más observadores. Observamos al niño o niña cómo evoluciona, cómo piensa, cómo aprende, cómo lucha a veces, y, a partir de ahí, se generan historias que puedan ayudar o divertir.
¿Qué es lo que más tiene en cuenta a la hora de crear un personaje y este ofrezca un mensaje instructivo, unos valores educativos, una moraleja?
—Muchas veces no hay una intención. Tienes una idea, pero no siempre hay una intención clara cuando empiezas a crear una historia. Y luego sale, aparece. Y, a continuación, se va formando una historia que finalmente se desarrolla. Cuando tienes esa intención, por ejemplo, quiero que con esta historia el niño … Eso, a veces, cuesta. La inspiración es importante, pero también la capacidad de observación que pueda tener el escritor. Eso es lo que le da herramientas para crear historias.
En la actualidad, ¿cuáles son los mensajes o moralejas más importantes que usted plasmaría en sus cuentos?
—La libertad, el sentido crítico, el no aceptar cualquier cosa porque siempre se ha hecho así. Un poquito más de esa rebeldía que a veces el sistema educativo nos adormece.
Los tiempos cambian. ¿Cree que los cuentos como ‘Caperucita Roja’ o ‘Los Tres Cerditos’ carecen de su valor pretérito o son perfectamente válidos porque su moraleja es atemporal?
—Son todos válidos. Es verdad que el mercado de literatura es enormemente amplio, pero eso no tiene que anular todos los mensajes de las historias que nos han contado. Lo que debemos hacer quizás es analizarlo más y hacer descubrir al niño o a la niña los mensajes que podemos analizar detrás de cada cuento.
¿Qué opina sobre la polémica de retirar los cuentos clásicos por sexistas?
—Retirarlos es un error. Si tú por una parte quieres trabajar la libertad todo el mundo debe ser libre para leer unos y otros cuentos. Lo importante es trabajar esas historias después. Saberlas analizar. Lo mejor es hablar con el centro de por qué toman esta decisión.