El entimema de la selectividad
En el lenguaje lógico tradicional, un entimema es un silogismo falso porque le falta una de sus premisas. Por ejemplo, “La selectividad genera desigualdades” y, por lo tanto, “Canarias tiene las pruebas más fáciles de España”. Como se ve, la línea argumental está ausente de pasos intermedios, lo cual lleva, como en la polémica sobre los resultados académicos de los alumnos de las islas presentados a la EBAU, a flagrantes injusticias.
Esto para empezar, porque los estudiantes nacidos en estas latitudes, en absoluto son responsables de la definición y los contenidos de los exámenes a que son sometidos. Únicamente, pasan por ellos y esperan, entre ansiosos y esperanzados, a que las calificaciones les sean útiles para alcanzar las carreras que desean cursar. Nada que les aparte del resto de jóvenes de las diferentes comunidades que realizan las pruebas de acceso a la universidad.
En este sentido, los canarios, tomados como colectividad genérica, no provocan ni promueven ningún tipo de desigualdad educativa. Cosa muy distinta es el sistema generado por la implantación, de facto, de diecisiete modelos de enseñanza repartidos por todo el territorio nacional. Este es el verdadero caballo de batalla y, por si no lo habían notado, la premisa que haría que el entimema de la selectividad dejara de serlo.
Los canarios, tomados como colectividad genérica, no provocan ni promueven ningún tipo de desigualdad educativa
Personalmente, y sólo tienen que leer lo que llevo publicado sobre el particular, abogo por una Educación exigente, universal y justa, pero, para ello, para que no desemboque en desigualdades, ciertas o aparentes, la senda que se ha de practicar es la de la unidad de criterios. Quiero decir que, antes que lo autonómico, habría de primar lo nacional, al menos en la esfera educativa.
Ya sé que esto no gusta y que, incluso, puede suscitar recelos hacia una política centralista. Sin embargo, si el sistema se desea equitativo, no hay otro camino. Funciona en Alemania, un Estado federal, pero que tiene un modelo único para el acceso a la universidad, la famosa Abitur. Funciona en Francia, que no es un país federal, pero sí con fuertes raíces ilustradas, sinónimo de garantía de igualdad y justicia.
¿Por qué no podríamos volver a él en España? Cada año, cada nueva convocatoria de las pruebas de selectividad, se reactiva el debate sobre el diferente modelo de exámenes y, singularmente, sobre las calificaciones de unas comunidades con respecto a otras, motivando la suspicacia de muchos y los recelos de otros tantos.
Cada año, cada nueva convocatoria de las pruebas de selectividad, se reactiva el debate sobre el diferente modelo de exámenes
Canarias ha sido señalada en determinados estudios, por ejemplo, el «Informe Manu», en el que se destaca la “anomalía” de que los alumnos insulares sean los que mejores notas obtienen en el procedimiento, lo cual contrasta con los primeros años de carrera, en los que promedian los peores resultados a nivel nacional, conjuntamente con los extremeños.
Es evidente que algo no cuadra y que la comparativa chirría. Dejando al margen la subjetividad y, yendo al fondo de la problemática, la cuestión estriba en el diseño de las pruebas, sus contenidos y la uniformidad en el planteamiento.
En su esencia, un criterio único y válido para toda España. Por mi parte, confío plenamente en mis alumnos y espero que también los padres en sus hijos. Ni canarios, ni madrileños, ni catalanes, sólo chicos españoles que enfrenten una prueba idéntica en todo el país. Como dice un famoso eslogan: «Hagamos que pase».