Flexibilidad formativa con garantía de calidad
Tutores de empresa a tiempo completo. Otros que compatibilizan su faceta docente con la actividad profesional normal. Negocios con un único trabajador en los que el aprendiz avanza bajo la atenta mirada del maestro/propietario. Pymes que se intercambian alumnos para ofrecerles una visión global del sector. Multinacionales donde la senda formativa parece diseñada por sesudos analistas de RRHH.
El componente empresarial de la dual alemana es cualquier cosa menos homogéneo. Con la flexibilidad por bandera, se trata sin más de encontrar soluciones que garanticen al alumno una formación de calidad. El papel de las cámaras de revela esencial. Estas asesoran a quien lo pida ante la perspectiva de emprender iniciativas duales. También cuentan con recursos formativos propios (talleres de duración limitada) para ayudar a las empresas a complementar el aprendizaje y asegurar unos estándares mínimos.
El componente empresarial de la dual alemana es cualquier cosa menos homogéneo.
Aunque existen sindicatos de aprendices y otros mecanismos para detectar irregularidades, Clemens Wieland, project manager de la Fundación Bertelsmann, explica que “la forma más eficaz de controlar a las empresas es indirecta, básicamente a través de los exámenes” finales que organizan las cámaras.
Sujetas a tribunales independientes, las pruebas se llevan a cabo desligadas de centros y compañías. Un número sospechosamente alto de suspensos puede implicar que a la empresa se le retire la licencia dual.
El itinerario de formación de Rolls-Royce Alemania –premiado en varias ocasiones– da una idea de la magnitud que puede alcanzar una aventura dual. En su planta de motores para aviones a las afueras de Berlín, cada curso aprenden el oficio 15 afortunados que pasaron el filtro ante 300 solicitudes. Tuvieron que demostrar excelencia en idiomas, Matemáticas y un sinfín de competencias. Diligencia y reponsabilidad. Independencia y capacidad para trabajar en equipo.
“La selección no fue tan dura: tenía claro lo que quería conseguir”, afirma sin titubeos Marlene. Esta adolescente reconoce que su padre mostró “alguna reticencia” ante su voluntad de aprender una profesión tradicionalmente masculina, aunque ahora le apoya “al máximo”. “Sabe que siempre me ha gustado el trabajo manual y que me apasionan los aviones”, añade.
Los chavales de Rolls-Royce atienden primero un taller inicial que congrega a todos los nuevos aprendices de la multinacional británica en Alemania. Allí comparten inquietudes con sus iguales y resuelven todas las dudas que plantea su nuevo reto formativo. Le sigue otro taller de tres meses para aprender los fundamentos del trabajo en el sector del metal.
Después, estancias de 8 semanas por las diferentes secciones de la planta. Los alumnos también asimilan visión corporativa, primeros auxilios, nociones de seguridad. Todos cuentan con su propia tableta y se sumergen con frecuencia en las aplicaciones de la innovación tecnológica (realidad aumentada, impresión 3D). Según avanza la formación, pueden optar a intercambios con Lufthansa en Malta o un centro de FP en Burdeos (Francia).