Siete ideas para una vuelta al cole más sostenible
La lucha contra el cambio climático no es cosa de niños. Pero son ellos los que más están llamando la atención a los adultos ante la preocupante situación actual del planeta. Movimientos como #Fridaysforfuture –impulsado a raíz de la intervención de la sueca Greta Thunberg frente al Parlamento en Estocolmo– son prueba de ello y están desencadenando cambios en la sociedad civil, que ha empezado a organizarse para actuar al margen de los grupos políticos. Desde hace meses, son muchos los colectivos ciudadanos que se reúnen, por ejemplo, para limpiar nuestras playas de basura.
Los propios colegios también pueden poner su granito de arena para empezar a modificar hábitos y enseñar a los ciudadanos del futuro que es posible vivir en este planeta realizando un consumo más responsable. La Educación sobre el medio ambiente lleva años buscando su propio hueco en las aulas como asignatura transversal, pero en los últimos tiempos, impulsada por los datos alarmantes del estado de la Tierra, los movimientos ecologistas a nivel mundial y por la fuerza de las redes sociales, está tomando un papel más relevante.
Muchos profesores, concienciados con la importancia de enseñar a los niños otra forma de estar en el mundo, han tomando parte activa con diferentes proyectos medioambientales de forma individual o con grupos como #Teachersforfuture. Y los padres desde casa también pueden dar pasos para eliminar residuos e inculcar el respeto por la naturaleza.
La vuelta al cole es un buen momento para introducir cambios y en este curso la crisis medioambiental va a ser una de las grandes protagonistas en las aulas. La Ceapa, los docentes del colectivo #Teachersforfuture con el apoyo de Greenpeace o entidades como Ecoembes realizan distintas propuestas para empezar con fuerza la transformación desde los propios centros escolares.
1. Recreos libres de plástico
Evitar las botellas de agua de plástico supone un primer paso importante para concienciar a los escolares. Si pensamos en que un alumno de Primaria puede consumir uno de estos envases a diario en casi las 180 jornadas lectivas que tiene un curso académico podemos hacernos una idea de la cantidad de residuos que se genera en un solo colegio. Por no hablar de las propias meriendas que los niños llevan al patio. Por eso, el proyecto Recreos residuo cero es uno de los puntos fuertes del programa 28.000 por el clima que acaba de lanzar #Teacherforfuture junto a Greenpeace España. “Queremos que los 28.000 centros educativos que existen en nuestro país se impliquen en esta campaña educativa sobre el cambio climático”, explica Patricia Ibarra, miembro de #Teachersforfuture.
Más aún cuando existen alternativas reutilizables. Como las botellas de acero inoxidable para el agua que se rellenan en casa. En cuanto a las meriendas, recomiendan evitar la bollería industrial en envases de un solo uso y los zumos o batidos en tetrabrik. Para llevar la comida, señala Ibarra, se pueden guardar en fiambreras o sandwicheras e incluso en portabocadillos de tela forrados por dentro o enviar a los niños fruta que no necesite ningún envoltorio. Y al final, reciclar siempre que sea posible.
Pero la propuesta de #Teachersforfuture va más allá. “Con Recreos residuos cero proponemos un proceso que implica a todo el centro escolar y en el que los alumnos pueden ver de forma palpable por qué es necesario reducir los residuos que generamos”, señala Ibarra. La propuesta, que ya han llevado a cabo algunos colegios, consiste en organizar a los niños para que amontonen durante unos días la basura compostable (restos de fruta o comida), basura reciclable (bricks o envases de lácteos) y otra parte con materiales que no se pueden reciclar (aluminio de bocadillos o plásticos de un solo uso de galletas o bollería).
“Los niños van haciendo estadísticas y gráficos de lo que se separa y de esta forma es cuando se dan cuenta de toda la basura que supone y que se podría evitar con un poco de nuestra parte”, señala Ibarra. Luego ese mismo experimento se lleva a cada una de las clases. “Al final de curso se ve cómo poco a poco se han ido reduciendo los residuos que se genera”, añade.
2. Reducir, reutilizar y reciclar dentro del aula
Las famosas “3R” del consumo sostenible también se pueden llevar a las clases en aspectos como, por ejemplo, el papel. Los colegios son grandes consumidores de folios, pero este gasto puede ser más responsable si, por ejemplo, se compran folios de papel reciclado o se programan todas las impresoras del centro para que impriman por ambas caras.
También se pueden fabricar libretas con papel usado para poder hacer dibujos o cuentas por la cara limpia. Y cuando al final ya no queda más remedio, también se puede hacer partícipes a los alumnos del reciclaje colocando en cada clase una papelera específica para llevar todo el papel al contenedor azul.
“Nos hemos encontrado con colegios que ni siquiera tenían contenedores para separar la basura, hay aún mucho por hacer”, dice Patricia Ibarra, de #Teachersforfuture. Pero se puede dar más vida a muchas más cosas en la vuelta al cole.
“Tenemos que enseñar a los niños que se puede reutilizar material de otros años, que no hace falta estrenar una mochila cada vez o comprar lápices nuevos si aún valen los que tenemos; y si hay que comprar, mejor lápices que rotuladores, y mejor lápices de madera no lacada”, explica Ibarra, quien señala que la implicación de las familias o de los propios colegios no se puede forzar, sino que es mucho mejor concienciar.
En este sentido, señala, son los niños los que entienden la necesidad de estos cambios y luego van transformando el tipo de consumo en su propia familia.
3. Un huerto en el cole
Son muchos los colegios que, a través de sus docentes o del AMPA, han apostado por instalar un huerto propio con riego por goteo. Quienes lo han probado hablan de sus bondades pedagógicas: trabajo en equipo, educar en el respeto del medio ambiente, promover una alimentación saludable y un consumo de productos de temporada y de proximidad, y fomentar la responsabilidad de los alumnos son algunas de ellas, además de implicar a toda la comunidad educativa.
“Es un recurso muy valioso porque los niños pueden ver todo el proceso de crecimiento de una planta, desde que es solo una semilla; y mientras tanto se pueden trabajar diferentes aspectos tanto curriculares –las Matemáticas por ejemplo– como extracurriculares tales como el trabajo en equipo, las relaciones entre iguales o lo que es una alimentación saludable”, asegura Mª Carmen Morillas, portavoz de la Ceapa, quien asegura que desde las AMPA de los colegios se percibe una preocupación cada vez mayor por el cambio climático. “Son nuestros propios hijos los que nos están llamando la atención sobre la necesidad de actuar”, indica.
4. A clase, mejor caminando o en bici
Otra de las medidas que podemos adoptar en este nuevo curso es, siempre que se pueda, dejar aparcado el coche a la hora de llevar a los niños a clase. Así se evitan los atascos en la puerta del cole, se promueve el ejercicio físico y se evitan emisiones de CO2. En muchos centros, los padres se organizan para que los niños vayan juntos caminando o en bicicleta.
Desde la Ceapa, Morillas señala que llevan años defendiendo los caminos escolares seguros y que llevan años trabajando en una Proposición no de Ley sobre el tema. La dificultad, señala la profesora Patricia Ibarra, está en que muchos padres dejan a sus hijos en la puerta del colegio antes de irse a trabajar. “A los padres hay que proponerles soluciones que supongan una ayuda, no una dificultad más, porque choca directamente con la problemática de la conciliación; pero se pueden buscar propuestas”, añade.
5. Consumo de luz, agua y calefacción eficientes
La mayoría de los centros ha llevado a cabo ya una reconversión energética en sus instalaciones, cambiando por ejemplo las bombillas por unas de bajo consumo. Pero hay otra parte de consumo responsable que parte de la concienciación de alumnos, docentes y trabajadores de los colegios. “Se trata de aplicar el sentido común en las aulas y que los niños vean en el cole esas buenas prácticas porque, además, ellos son esponjas y al final influyen en los adultos”, asegura Nieves Rey, directora de comunicación de Ecoembes.
A través de proyectos como Naturaliza, esta entidad está llevando una mirada medioambiental a los colegios. El pasado año realizaron una prueba piloto que en este curso se extiende a toda España con más de 600 profesores inscritos. Apagar las luces al dejar un aula vacía parece poca cosa, pero supone un importante aprendizaje para los más pequeños.
6. Cumpleaños y fiestas responsables
En los centros educativos, sobre todo en Infantil y Primaria, es raro que cada semana no se celebre una fiesta: cumpleaños, Navidad, carnavales, semanas culturales, fin de curso… En ellas es común también algún pequeño refrigerio y con la comida llegan los platos y vasos de usar y tirar. En muchos colegios los padres se están poniendo ya de acuerdo para invertir en una vajilla completa de plástico o incluso de otros materiales como bambú para que duren todos los años en los que los niños van a estar en el colegio, o al menos lo máximo posible, según confirma Morillas.
“Hay mayor sensibilidad sobre estos temas y se proponen distintas soluciones a cosas que se llevaban haciendo igual desde hacía décadas”, indica. ¿Quién los lava luego? Es cuestión de buena voluntad. En algunos casos los padres se organizan para lavar los utensilios al final de la jornada o incluso se los llevan a casa para devolverlos al día siguiente. O en los cursos con niños mayores, lavar los platos puede ser también una tarea para realizar en equipo.
7. Más contacto con la naturaleza
El primer paso para cuidar la naturaleza es conocerla. “Las salidas a la naturaleza, al campo o al parque, son muy importantes en la etapa escolar porque los niños aprenden con la experiencia”, señala Nieves Rey, de Ecoembes. Y si conocen su entorno y ven las consecuencias de la contaminación con sus propios ojos, su implicación en el cuidado del medio ambiente será mayor.
¿Compartir libros no es la mejor forma de reciclaje? Ahí lo dejo.
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