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Tu destino es madrugar

Rafael Guijarro
Periodista
24 de septiembre de 2019
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Posiblemente, lo peor de la vuelta al cole sea madrugar, y eso ya para toda la vida. Después del chorreo de clases madrugadoras durante la infancia y la adolescencia, viene el seguir madrugando para llegar a tiempo al trabajo, todos a la misma hora, maldiciendo el atasco de cada día, que te obliga a levantarte antes; ¿por qué no empezamos más tarde y nos volvemos a cualquier hora, sin tener que soportar estas horas pérdidas al volante? La solución que te dan es que madrugues más y te vuelvas más tarde, lo que puede que beneficie a alguien, pero no a ti, ni a tu familia, hartos todos y cansados de sólo poder verse a la hora de la cena, y apretando para meterse en la cama, que mañana hay que madrugar.

Vivir en la otra punta de la ciudad porque allí los pisos son más baratos y tu salario no da para hipotecas, con riesgo de desahucios, es siempre la solución provisional que se alarga año tras año, a la espera improbable de que sea tu empresa la que se acerque más a ti, o que puedas cambiar de trabajo y meterte de camarero en el bar de la esquina, lo que tampoco solucionaría nada, porque tendrías que madrugar aun más, para servir los cafés a tus vecinos, cuando se van de mañana a trabajar y los chupitos nocturnos al volver, tampoco te dejarían una vida más descansada.

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