Pasividad de las familias ante la adicción a internet
Los padres tienen un fin desde que nacen los hijos, cuidarles, enseñarles y educarles durante su crecimiento y desarrollo. La revolución tecnológica ha supuesto una ayuda a este objetivo pero muchas veces también suele ser un obstáculo pero ya no solo por la adicción de los hijos a internet, sino por la de los padres.
Seis de cada 10 padres y madres pasan más de tres horas al día conectados. El 43% cree que “pasa demasiado tiempo conectado al móvil en su día a día”. Los niños no son los únicos adictos a las nuevas tecnologías, también los son los aprendices digitales, los padres. Un 38% de los padres españoles se consideran adictos al móvil, un porcentaje más alto que el de los estadounidenses.
Otro de los aspectos analizados en el estudio es el tiempo que pasan en familia. Los padres españoles aseguran pasar una media de ocho horas al día con sus hijos. Una cifra que durante el fin de semana puede llegar a superar las 11 horas, pero que entre semana se sitúa en las seis horas y media. No es de extrañar ante estos resultados que el 16% de los padres se queje de no poder dedicarles el tiempo suficiente debido a su trabajo, un dato que es mayor entre los padres de entre 25 y 34 años y que afecta más a padres (21%) que a madres (12%). La mayoría de ellos cree que se relaciona menos con su familia por el uso excesivo del móvil siendo su pareja la más descuidada. Esta adicción es una realidad y crea sentimiento de culpabilidad para los padres, muchos de los encuestados de este informe realizado por la plataforma Qustodio aseguraban que “al pasar más tiempo conectado me aleja de mi familia y de mis amigos”.
Esto no es una situación que solo le pase a los niños, por su perdida de comunicación y relación con la realidad, sino que también le sucede a los padres.
Algunas de las medidas que Qustodio sugiere para reducir el uso en casa de internet son apagar las notificaciones, activar el modo avión o establecer horarios de uso.
Según afirma el informe, el smartphone ha aportado muchas ventajas a la sociedad en la que nos encontramos, es una herramienta que conecta y une no solo con otros sino con todo el mundo, pero también es un dispositivo que aísla, distrae, es adictivo y hace perder el tiempo.
En esta revolución tecnológica se ven las dos caras de la misma moneda. Por una parte se encuentran los padres, aprendices digitales, los cuales afirman que ven la tecnología como un complemento o medio para hacer las cosas más fáciles, recuerdan con nostalgia un mundo sin nuevas tecnologías y se ven obligados a adaptarse e incorporarse a sus vidas. Y por otro lado de encuentran los hijos, nativos digitales quienes ven la tecnología como un todo, integrada en la escuela, en su casa… y no se imaginan un mundo sin las nuevas tecnologías ya que es parte de sus vidas desde que nacieron.
A nivel regional vemos que Canarias y Región de Murcia, ambas con tres horas y 18 minutos de conexión de media son las comunidades en la que los niños pasan más horas conectados. En el extremo opuesto se encuentran: Cantabria, con una hora y 36 minutos, y La Rioja, con una hora y 54 minutos, ambas por debajo de la media nacional.
Estas diferencias de consumo puede deberse a la edad de los padres y de los niños, el tipo de vida que lleven, el tiempo que pasan fuera y dentro del hogar, o la realidad de ese hogar, la particularidades de cada hogar como por ejemplo la situación sentimental de los padres. Dependiendo de alguna de estas circunstancias también repercuten en la manera de actuación de los padres. Según el informe realizado por Qustodio, en general las familias españolas afirman ser más flexibles a la hora de criar a sus hijos porque confían en la autonomía de los hijos, un 64% frente al 53% de Estados Unidos y Reino Unido.
Sin embargo son más estrictos con las tareas del colegio, las obligaciones de casa y el tiempo que pasan conectados, y más flexibles con la comida, el tiempo que ven la tele, juegan a videojuegos y la hora de irse a la cama. Aunque no hay grandes diferencias de género, sí que encontramos discrepancias dependiendo de la edad. De hecho, los padres más jóvenes son los más estrictos.