Escucha atentamente
De vez en cuando me gusta echar un vistazo a las novedades que aparecen en plataformas musicales como Spotify, en las que solemos elaborar listas de canciones para escucharlas una y otra vez. No es novedoso afirmar que la música es un aspecto importante en nuestras vidas, que conecta, a través de los sentidos y las redes neuronales, directamente con las emociones. Esto hace que escuchar una determinada canción pueda provocarnos lágrimas, una recarga de energía o el recuerdo de momentos pasados.
Es una de las causas por las que, no solo hay que educar en la cultura y el lenguaje musical, sino que deberíamos aprovechar la música para generar un clima adecuado en el aula o incluso en actividades de gestión y reconocimiento de emociones.
Se trata de un recurso útil y sencillo, eligiendo adecuadamente los estilos musicales más adecuados para cada momento. Por ejemplo, en una actividad en la que tienen que escribir libremente, se les puede poner bandas sonoras suaves, que les puedan servir de inspiración y que, al mismo tiempo, les ayuden a serenarse. Para trabajos colaborativos, se puede recurrir a un estilo más dinámico, que les permita activarse con mayor facilidad. La verdad es que, a pesar de la sencillez de la propuesta, es una de las cosas que recuerdan con los años: “Me acuerdo de que nos ponías música mientras trabajábamos”, me reconocen de vez en cuando.