¿Quién quiere ser funcionario? Claves para tener éxito en las próximas oposiciones
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Como tú, 250.000 personas se están preparando las oposiciones, con más de 30.000 plazas en juego para maestros y profesores en la convocatoria de 2020. Aquí, consejos para no rendirse.
Creer que opositar es parar tu vida un año y adiós problema conlleva un riesgo. Si no lo logras a la primera o a la segunda, si consigues una buena nota pero te quedas en puertas, pensarás que no te compensa y podrás convertirte en interino perpetuo. Las oposiciones son una carrera de fondo en que importa más la constancia y el trabajo a lo largo del tiempo que el sprint para conseguir una plaza el año que te presentas.
Con objetivos a corto, medio y largo plazo; semanales, mensuales y anuales. Si no salen oposiciones en tu especialidad, puedes dedicar el primer año a adaptar los temas y diseñar la programación o a hacer un máster, y el siguiente a estudiar. En tu horario debe haber tiempo para todo. También para el ocio, las relaciones familiares y sociales. Y la formación complementaria. Una centésima puede marcar la diferencia entre estar dentro o fuera. Contar con un ciclo formativo, un curso de un sindicato o entidades como Aula Siena es interesante tanto para sumar puntos de baremo como para no obsesionarse con las oposiciones. No está de más sacar tiempo para el deporte, por higiene mental y porque ayuda a dormir (mejor si pueden ser siete u ocho horas).
Según la plataforma on line OpositaTest, el 71% de los opositores estudia de cinco a siete días a la semana y el perfil más habitual lo hace de seis a nueve horas diarias. En la enseñanza –donde son mayoría quienes se preparan mientras trabajan en un centro público como interinos o en uno privado– se estudian, de media, 20 horas semanales, apuntan desde la academia Magister. Aunque la dedicación sea exclusiva no tiene sentido pedagógico estudiar 12 horas seguidas. Ocho horas al día cinco o seis días a la semana –40/ 45 horas semanales– mejor que 60 de peor calidad. Con descansos, para que esas horas sean operativas y estudiando con inteligencia (resúmenes, mapas conceptuales, dosier). Tener el tema organizado en un índice con introducción, desarrollo, conclusión y bibliografía ayuda al estudiarlo y escribirlo. Crear una base de actividades y recursos te será útil para las unidades didácticas y los prácticos. En la legislación o bibliografía haz un resumen y discrimina qué artículos han de memorizarse.
En Secundaria es habitual jugar con las probabilidades y que los candidatos acudan con pocos temas bien preparados. En Primaria, la mayoría se los prepara todos. En el tema no va a haber diferencia entre quien se ha estudiado uno y quien se sabe los 25, pero sí en la fundamentación del práctico y la unidad didáctica.
Elaborar los temas de cero puede ser una locura. Las academias están bien para empezar, porque facilitan mucho material muy rápido, pero a la larga suele ser mejor una mayor personalización. Ten en cuenta que el 90% de los opositores se concentran en un par de academias. Adaptar el temario, innovar, añadir información reciente, permitirse cierta originalidad en la confección de su estructura y su desarrollo sin apartarse de la ortodoxia e incluyendo todos los aspectos exigidos, lo hará más vistoso y ameno para un tribunal que escuchará varias veces la misma historia. Además, se aprende, comprende y expone mejor algo elaborado por ti que algo que te han pasado. Cita a autores contemporáneos, combina solidez técnica con innovación y tendencias actuales. La legislación, los decretos nacionales y autonómicos, son un recurso clave. «Tal y como establece…» es un buen modo de empezar, pues es inamovible.
Guarda los temas en Word (de unas 3.500 a 4.000 palabras –menos es muy pobre, más no te va a dar tiempo–) y ve adaptándolos, aportando tu punto de vista, enriqueciéndolos. Es bueno cotejar varios temarios, ser críticos y ver bien qué pide el epígrafe. Lee, aprende y enriquécete continuamente. Aprovecha que el colectivo docente es muy generoso.
Si buscas ayuda en un preparador, ten cuidado al seleccionarlo. En ocasiones hay fraudes (esa persona no ha aprobado las oposiciones en la especialidad en que te prepara, o tiene muchos alumnos con distintos niveles y circunstancias o es, en realidad, una academia encubierta), como se relata en este hilo de una docente en Twitter.
Trabaja de forma específica los nervios, la oratoria o la velocidad al escribir. Realiza simulacros con los temas en casa o en la academia para comprobar que se ajustan al tiempo establecido. Sobre todo si tienes pánico a hablar en público te puede venir bien aprender ténicas de relajación.
El práctico de la parte A es fundamental. Es ahí donde se establecen grandes diferencias en la puntuación de los aspirantes. Un buen nivel científico (actualizado y con referencias a fuentes fiables) es clave.
Ya en la parte B, en la programación el tribunal valora especialmente la defensa. Dos opositores con una misma programación pueden tener notas muy diferentes. Lo mejor sería dejar lista la programación un mes antes del primer examen. Así si superas la primera prueba sabes que aun tendrás unos días para preparar la exposición de la programación y darle los últimos retoques.
Como con los temas, adapta la programación. Si te presentas también en otra comunidad, cuida la terminología, no siempre coincide. Asegúrate de que tienes actualizada la normativa de la comunidad.
No peques ni por defecto (falta de ambición) ni por exceso (falta de realismo). Si las propuestas son ambiciosas, que tengan fundamento. Uno ha de tener una idea de cómo quiere ejercer la enseñanza. Unos principios claros, que no inamovibles. La firmeza no es rigidez y la flexibilidad es crucial en la docencia.
Los tribunales suelen usar el turno de preguntas para detectar a los «filibusteros», a quienes se les llena la boca, por ejemplo, con la aplicación del aprendizaje cooperativo pero fallan al responder qué técnica concreta usarían. Hay que ser prudente y no dejarse encandilar por las modas o las metodologías supuestamente innovadoras. Lo nuevo no siempre es bueno. Y lo que siempre se ha hecho no tiene por qué estar bien. Reflexión, crítica y autocrítica. Y humildad.
Prepara la programación y unidad didáctica en base a una realidad sociocultural que conozcas. Es más interesante hablar de éxito educativo en un centro complejo que en uno ideal. No trates de adaptarla al tribunal. Si no hay consistencia detrás lo detectará.
Los grupos de WhatsApp o foros de opositores pueden fomentar tu sentimiento de pertenencia, ayudarte a combatir la soledad y en ciertos casos resultar útiles, pero son terreno abonado para las exageraciones y las fake news y no contribuyen precisamente a que no te obsesiones. Muchas veces las preguntas que se plantean en estos grupos están respondidas en las convocatorias oficiales y los criterios de evaluación (aunque en las últimas convocatorias se ha criticado que estos llegan tarde o son muy vagos). Recurre a las webs de las consejerías o de los sindicatos de enseñanza en caso de duda. Las páginas de los sindicatos, además, son interesantes porque tienen muchas bolsas de empleo, un buen punto de partida para empezar a trabajar aun sin haber aprobado las oposiciones. Estudia muy bien las convocatorias en cuanto a los aspectos formales. Muchos candidatos no los cumplen. Por ejemplo, la bibliografía se valora y hay temas sin ella.
Cuida tanto el contenido como el continente, la gramática, coherencia y ortografía en las pruebas escritas y el hilo discursivo y la claridad, en las orales. Entrenar los tiempos es clave no solo para controlar los nervios sino porque no terminar los exámenes penaliza, al evidenciar una mala gestión del tiempo. La conducta, cómo hablas, cómo te expresas, cómo te mueves, es crucial.
Debes controlar el temario y los casos prácticos, dominar lo que vas a enseñar, pero casi tan importante es saber comunicarlo, desde la confianza, seguridad y honestidad. Vestuario adecuado, actitud positiva, cortesía, además del control de los nervios, también importa. Y recuerda: No hay ninguna conjura para que no apruebes ni para aprobar a otros por la puerta falsa; los tribunales han de evaluar lo que escuchan, lo que leen y lo que ven, no lo que eres o lo que piensas que sabes. Intenta convencerles de que eres capaz de hacer lo que presentas y de que puedes hacer muchas cosas más y mejor.
Una buena preparación teórico-práctica es condición necesaria pero no suficiente. Estudiar es imprescindible, pero los factores externos (hora y día, estado de salud, composición del tribunal, opositores que coinciden en la lectura o defensa…) son tan imponderables que no tiene sentido pretender tenerlo todo controlado. Siempre hay un componente de azar.
Según Magister, la duración de la preparación va de nueve a 12 meses. Depende de si la dedicación es exclusiva. Hay aspirantes que la primera vez van «para ver». Para eso con unos meses vale. Si no, hace falta un año de dedicación exclusiva o dos de dedicación no exclusiva para afrontar las oposiciones con una mínima garantía.
Consejos aportados por Daniel Turienzo (aprobó las oposiciones en 2017, presidente de tribunal en 2019, Infantil), Lucía García Jartín (se graduó, hizo el máster de Secundaria y aprobó las oposiciones en 2019, Biología y Geología), y los funcionarios docentes en Secundaria, Bachillerato y FP Toni Solano, Diegu San Gabriel, Alberto Royo, Alberto Cifuentes (también miembro de tribunal) y Soraya Chapinal.
Enlaces recomendados
- Quiero ser docente (sindicato FeSP UGT)
- Decreto que regula las oposiciones (sindicato STEs)
- Consejos de cara al día del examen (sindicato ANPE) (I) y (II)
- Consejos para el desarrollo del tema (sindicato ANPE)
- Consejos para el supuesto práctico (sindicato ANPE)
- Consejos para la defensa de la programación y la unidad didáctica (sindicato ANPE)
- MasterD. Preparación de oposiciones.