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Jubilados

Carmen Guaita
Maestra y escritora
14 de febrero de 2020
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Cada año se jubilan un buen número de profesores y maestros. Quiero decir que dejan de asistir a diario a las clases, no que dejen de ser docentes, porque cualquier profesora, cualquier maestro, cuando le llega la edad del retiro, no se convierte nunca en jubilado a secas, sino que siempre son una profesora jubilada o un maestro jubilado y esa conservación del sustantivo explica muy bien la esencialidad y la trascendencia de la Educación.

Los novatos en jubilación han sido héroes durante décadas completas de su vida. Han formado parte –y siempre la formarán– de la biografía de miles de personas. Sus enseñanzas, su huella, quedan impresas en la memoria y el alma de la generación siguiente, que no va a olvidar, por ejemplo, el nombre de los planetas del sistema solar, el teorema de Pitágoras o los fundamentos de la democracia, incluso cuando olvide el nombre de quienes se los enseñaron.

Prácticamente ninguno de los docentes que se jubila consigue titulares en la prensa. El respeto de sus compañeros, el agradecimiento y la emoción de sus alumnos –que la hay y en grandes dosis– quedan casi siempre ocultos en el ámbito privado. Y, sin embargo, ellos son aquellos a quienes la voz de un niño dijo: “enséñame el mundo”; y dedicaron la vida entera a responder esa llamada.

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