La dificultad
Afirma George Steiner en una entrevista póstuma concedida a su amigo Nuccio Ordine que la dificultad para él fue un don divino. Es lo que su madre le decía en los momentos de desesperación. “Uno de los logros más bellos de mi existencia –declara– fue cuando conseguí atarme los zapatos por primera vez con la mano impedida”. Además de librarle del servicio militar, su discapacidad le brindó la oportunidad de aprender a mejorar, de “intentar entender que sin esfuerzo no se obtiene nada en la vida”. Ser consciente de la inmensa laguna de cosas ignoradas fue la base fundamental para seguir aprendiendo. Se atreve a defender convencido muchas de sus páginas escritas pero se lamenta con amargura de los ensayos que podría haber escrito mejor. Y reconoce no haber asumido el riesgo que supone la literatura creativa.
De la aventura de la creación, de la dificultad y la importancia del esfuerzo habla Lobo Antunes en una entrevista reciente en el programa de televisión Pagina 2. “Es muy difícil escribir para mí”, confiesa. Conocida es su disciplina profesional, sus largas horas diarias frente a la página en blanco. “Tengo que hacerlo –admite– porque a mí no me gusta escribir”. Como Steiner, este gran escritor portugués –eterno candidato al Nobel– nunca logra estar satisfecho del todo con lo que escribe. Y como para Steiner, también para él todo es cuestión de trabajo. Afirma que no hay libro que ningún principiante no logre escribir. “La diferencia es que tienes que trabajar más”, afirma. Cuenta que cuando se acerca algún lector y alaba su obra diciendo “qué buenos son sus libros”, él suele contestar como en su día hiciera un célebre escritor francés: “Si usted hubiera trabajado lo mismo que yo, hubiera conseguido los mismos resultados”.
Ser consciente de la inmensa laguna de cosas ignoradas fue la base fundamental para seguir aprendiendo
En el ámbito escolar son conocidas las llamadas adaptaciones curriculares, el acercamiento de los contenidos académicos como vía facilitadora de los procesos de enseñanza-aprendizaje. La idea de adaptación piensa el conocer como asimilación de los objetos, y asimilarlos, familiarizarlos, hacerlos semejantes a lo propio, es despojarlos justamente de cuanto en ellos hay por conocer. Se evita aquello que amenaza hacernos caer en la extrañeza. Se allanan las dificultades. “Es una ideología educativa que no atiende tanto a lo que muestra cuanto a la propia manera de mostrar, que no dirige la mirada hacia esto o hacia lo otro sino que prefiere proyectar sobre aquello hacia lo cual con interés más espontáneo se haya ya vuelto la mirada. Se trata de un sistema de inmunización contra el conocimiento de lo extraño. Y guardar celosamente las distancias con las cosas, reconocer su inconmensurable alteridad, es la primera condición de todo conocer” (Sánchez Ferlosio en Borriquitos con chándal).
Cuenta el autor de El Jarama que cuando era niño y tenía perros, en el ansia de hacerse comprender por ellos, se echaba a cuatro patas y ladraba. Un día su madre, al sorprenderle en semejante situación, le dijo: ¿sabes en qué estarán pensando ahora los perros? ¿Pero qué es lo que hace este cretino?
Y es que “poner el mundo en casa es la manera de lograr que no se accede a él” (Ferlosio).