Leer es gratis si sabes cómo

Aunque el best-seller de Allen Carr tenía la intención de mostrar el camino a los fumadores para abandonar este hábito insano, tomo prestada la fórmula del título de su obra para alertar sobre la necesidad de adoptar este otro hábito, imprescindible para el adecuado desarrollo cerebral de nuestros alumnos. Da la sensación de que, con el paso de los años, cuesta más establecer rutinas de lectura para los niños que, rodeados de estímulos tecnológicos, dejan a un lado esta maravillosa costumbre.

El otro día en mi aula de 5º de Primaria estuvimos debatiendo sobre el uso de las redes sociales y los videojuegos, resaltando las ventajas y oportunidades que generan, y poniendo énfasis en los peligros que ocasiona su uso continuado y sin filtro. Uno de los riesgos que más hemos comentado ha sido la facilidad que tienen estos dispositivos para atraparnos y crear adicciones. Al explicar que este tipo de tecnologías producen en nuestro cerebro la liberación de una sustancia llamada dopamina, que hace que sintamos pequeñas (o grandes) sensaciones de placer, un alumno levantó la mano con expresión nerviosa y preguntó: “Pero, ¿leer y jugar a juegos de mesa puede generar esa sustancia? Es que a mí me pasa…”.

Ojalá nos pasara un poco más a todos como a este alumno. Estamos tan preocupados por conseguir un like en nuestras redes sociales, o por pasar a la siguiente misión en nuestro videojuego favorito, que nos olvidamos de los mundos mágicos que nos proporciona una novela apasionante, o la inspiración y los sentimientos que produce un poema. Lo reprodujo de manera más poética el catedrático de Fisiología, Francisco Mora, en uno de sus tuits: “¿Y qué es la lectura, ese invento de las letras, sino la verdadera revolución humana? Letras creadoras de belleza y comunicadoras de tantos pensamientos y sentimientos sublimes. Letras que han venido siendo azotadas por esa emoción primitiva hoy humana, que tantas veces las ahoga” (15 de diciembre 2019).