El TDAH en clase
Actualmente el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) está de moda y, en muchas ocasiones, el término se utiliza de manera incorrecta. En las aulas, siempre hay niños más movidos y con menor capacidad de mantener la atención y seguir las ordenes del maestro, pero esto no significa que todos estos niños tengan o vayan a tener el diagnóstico del TDAH. La realidad es que este trastorno se presenta generalmente en la población infantil con una tendencia entre el 5 y 8 % para los niños en edad escolar.
En primer lugar, hay que tener claro en que consiste. Según Mercé Mabres y su equipo, el TDAH consiste en una “agrupación de síntomas” como el déficit de atención, la hiperactividad o impulsividad, que afectan al sujeto y se manifiestan en su comportamiento. No obstante, para poder considerar estos síntomas como un TDAH, la Asociación de Psicología Americana (APA) indica que estas manifestaciones deben estar presentes al menos seis meses y haberse iniciado entre los 4 y los 7 años. También ha de verse afectada la persona en sus relaciones personales, en sus resultados académicos o en su rendimiento laboral.
Debe tenerse en cuenta que estos síntomas pueden manifestarse por separado o simultáneamente. Además, se dan en diferentes grados de intensidad, es decir, con mayor o menor frecuencia y relevancia. Los síntomas de inatención pueden verse en aquellos alumnos que tienen dificultad para mantener la atención en los detalles o en un tiempo prolongado. Los alumnos que adolecen de falta de atención son muy olvidadizos y desorganizados, les es costoso terminar actividades que han comenzado, los pasos que deben seguir en la actividad iniciada o les cuesta mantener conversaciones largas. Suele suceder que estos alumnos, cuando se distraen, no son conscientes de ello. Es decir, no se dan cuentan de que están totalmente distraídos, de que su cabeza está viajando de idea en idea, sin atender a lo que le están diciendo, o lo que están viendo o leyendo.
Los síntomas de hiperactividad son los que vemos en los niños muy inquietos que, por ejemplo, no pueden parar de mover las piernas o las manos; también, a esa personita que no es capaz de estar quieta en la silla más de cinco segundos seguidos o a ese adulto que no está cómodo en situaciones en las que se ha de estar quieto. Todas estas acciones son típicas en personas hiperactivas. No obstante, esto no significa que una persona con esos síntomas tenga necesariamente hiperactividad.
Los síntomas de impulsividad se reflejan en los niños y niñas que tienden a actuar sin pensar, suelen precipitarse a la hora de actuar o tomar decisiones, debido a que su capacidad de autocontrol y regulación es escasa. Les es muy difícil regular sus conductas, ya que no se detienen un instante a reflexionar. Es frecuente que sean habladoras y que a menudo interrumpan al que habla o se entrometan en los asuntos ajenos.
Hay que recordar que el diagnóstico del TDAH ha de ser llevado a cabo por un profesional sanitario cualificado de dicho diagnóstico (psiquiatría infantil, neuropediatra o pediatría). Los maestros no pueden diagnosticarlo, pero sí ver los síntomas y estar atentos para poder derivar al alumno a un especialista si lo consideran oportuno.
Para terminar, hay que tener en cuenta la alta comorbilidad que presenta el TDAH. Es decir, si un alumno es diagnosticado de TDAH es muy probable que vaya acompañado de otro trastorno. Es importante que padres y profesores sean conscientes de estos posibles trastornos con el fin de estar alerta a la aparición de su sintomatología y, si procediera, actuar de la manera más correcta posible con el asesoramiento de especialistas.
Unos ejemplos del trastornos del aprendizaje que en ocasiones van ligados al TDAH son la dislexia y la discalculia. En muchos niños y niñas se detecta una de estas dificultades de aprendizaje, y no se descubre que, a su vez, el sujeto tiene TDAH. De ahí la dificultad en muchos casos de detectar este trastorno, que podría ser el origen o repercutir enormemente en estos problemas de aprendizaje.
En conclusión, el diagnóstico del TDAH siempre va a ser llevado acabo por especialistas cualificados. Pero los maestros pueden ver los síntomas en sus alumnos desde que son pequeños. Ellos pueden ser los primeros en aconsejar a las familias y en dar herramientas a los niños para incrementar en ellos su propio autocontrol.
ÁLVARO FERRER-BONSOMS
NClic School
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