Toreando el Covid-19
Completamos el pasado 14 de abril el I Congreso Internacional Artistas y Técnicos en el Aula en la URJC, lo hicimos por la App, Blackboard. Nos congregamos aquel día unas 150 personas que desde sus hogares en España u Holanda, seguimos la conferencia del artista Dis Berlin acerca de los avatares que le puso la vida desde su infancia y cómo los ha ido toreando para poder hacer la vida que él quería. Nos mostró las dificultades que entonces, ahora y siempre cualquiera tiene frente a sí cuando quiere desarrollar una biografía auténtica, sincera y honrada.
Mi gratitud una vez más a todas las personas que lo han hecho posible, desde los ponentes (Dr. Nicolás Maruri y equipo, Dra. Yolanda Mancebo, Dis Berlin), la profesora María Luisa Wälliser, los estudiantes becarios Óscar Moreno, Eva Gutiérrez, Lidia Soler y Zenobia Pérez. A todo el equipo de profesionales del Auditorio del Centro Cultural Isabel de Farnesio de Aranjuez donde pudimos celebrar la primera sesión el 10 de marzo. Y por supuesto a todo el grupo humano de la URJC desde sus conserjes en Aranjuez a los Departamentos del CAU y de Comunicación que nos han estado ayudando en este camino. También a los medios Onda Aranjuez, Radio Castilla La Mancha y Magisterio por ayudarnos en su difusión. Y también por estar ahí en todo momento Diego Rodríguez y su equipo. Ojalá el próximo otoño podamos poner a disposición de la comunidad científica y de cualquier persona interesada el libro de este Congreso, en ello estamos.
Queremos centrar nuestro recuerdo, respeto y sentido pésame a todas las familias de nuestro país y de otros que estos meses están viviendo en carne propia la tragedia humana que es la pandemia del Covid-19 que nos afecta a todos. Nadie, ni ricos, ni clases medias, ni pobres, está a salvo del virus. Y una vez más la Historia nos pone a todos en la tesitura de obligarnos a mirar más allá de nuestros ombligos y zonas de confort para ser capaces de encarar este drama humano y colectivo, y superarlo. La Historia y los maestros historiadores nos regalan a cualquier persona y generación la posibilidad de leerla, estudiarla e investigarla para aprender de ella, para sacar conclusiones positivas de la misma.
Queremos centrar nuestro recuerdo, respeto y sentido pésame a todas las familias de nuestro país y de otros que estos meses están viviendo en carne propia la tragedia humana que es la pandemia del Covid-19
Si hacemos un uso responsable y honrado de la herencia que hemos recibido todos de las generaciones que nos han precedido, comprobaremos cómo peores tragedias han sido superadas cuando la mayoría o todos han mirado y actuado con altura y profundidad de miras. Pensemos por un momento en el último siglo procesos superados o afrontados: la gripe “española” de 1918, la Primera Guerra Mundial, el crack del 29, la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, los procesos de descolonización de la segunda mitad del siglo XX, la Guerra Fría, la crisis del petróleo de los años 70, la Transición democrática en España, el terrorismo internacional, la crisis mundial desatada desde finales de 2007 y principios de 2008…
Escucho estos días a compañeros que son médicos, enfermeros, bioquímicos, a profesionales de otras disciplinas y oficios. Todos ellos comprometidos desde su circunstancia personal y grupal a este problema colectivo mundial. Trato como el maestro Antonio Machado a pararme “a distinguir las voces de los ecos”. En una cosa nos superó con claridad aquel tiempo: la gente, cualquiera, no estaba tan pendiente de las redes sociales ni tampoco de los medios de propaganda y manipulación. Y no porque no existieran las redes sociales digitales. La gente entonces se preocupaba de sus vidas y del mundo próximo, y a pesar de no disponer de tantos medios de comunicación ni de muchos recursos formativos y de otra índole, era un poco más pausada, sosegada y prudente que hoy demasiada gente.
Es interesante ver siempre y más ahora el documental de la cineasta Mercedes Álvarez, El cielo gira, –que tuvo muchos premios internacionales–, donde podemos recuperar ese maravilloso legado humano que tenemos a nuestra disposición y encarnado en un grupo de unos pocos abuelos y abuelas viviendo en un pueblo casi vacío de Soria –Aldealseñor–. Esos hombres y mujeres octogenarios, sin apenas salir de su aldea, estaban mejor informados de la realidad del mundo que mucha gente que hoy está hiper conectada a las redes sociales y a medios de manipulación masivos.
El equipo de Mercedes Álvarez, hace ya unos años, nos dio la oportunidad de conocer a esas personas, que sabían o saben más de la vida que mucha gente con títulos universitarios, bachilleratos o formaciones profesionales hoy. Ya es hora de que se vuelva la mirada y el espíritu a esa escuela de vida, y les honremos como merecen. Que cada persona coja su cruz, su legado, y como una sencilla antorcha la compartamos todos en un legado intergeneracional hasta ser capaces de encender el pebetero de la ilusión y la esperanza, de construir unas vidas y una convivencia mejor, más sanas.