Una hora
Si no lo saben todo sobre ti, se lo inventan. Es imposible controlar que todos los chicos de menos de 14 años estén sólo una hora fuera de casa, dando vueltas a la manzana, de la mano de papá o mamá. A quien se le haya ocurrido la medida, seguro que sabía también que sería muy difícil de cumplir y más aún de controlar. Es una de esas órdenes que se dictan, contando con que la buena gente las cumpla, porque lo digo yo, que soy el que manda, y los demás tienen obligación de obedecerme, sí o sí. Impresiona ver a todo un Consejo de Ministros dictaminando si los niños tienen que tener una edad u otra para poder salir con el permiso de todo un Gobierno.
Hay que mirarles con cierto cariño porque jamás podrían pensar que se iban a encontrar con semejante bolo, durante su mandato como gestores públicos: una enfermedad que todavía no sabemos cómo se cura y que todas las medidas que se tomen para controlarla y que no se propague, son aproximadas y puede haber que cambiarlas en una tarde, como ha pasado con las famosas salidas de los niños a pasear. A lo mejor le dedican tanto tiempo a eso porque no saben hacer otra cosa más que tantear a ver si aciertan, e inventar las mejores respuestas posibles para la rueda de prensa de cada día. Pobreticos, tan expuestos a decir tonterías.