Cuando el niño o la niña aprende a calmarse…. (Acaba la frase)
«María, cálmate».
La niña ante esta orden no se calma. Puede ser que incluso se enfade más. El hecho es que María no sabe calmarse, a María nadie le ha enseñado.
Sin embargo, los adultos pensamos que dándole la orden a la niña o al niño basta para que se calme. No, claro que no. A los niños no les sirve solo la indicación, como tampoco nos sirve a nosotros.
Cuando María se entera de que su hermano se ha comido todos los caramelos que ella había ido guardado para compartir con sus amigas después del confinamiento, la rabia la secuestra y le pide que vaya corriendo a la habitación para romperle sus legos favoritos o pegarle e insultarle si se lo encuentra en el camino. Las palabras de su padre, cuando descubre que su hija está buscando el «ojo por ojo, diente por diente», no le hacen ningún efecto; básicamente porque ella no reconoce que está secuestrada por la rabia y también porque ella no sabe cómo dejar de estarlo.
En ese preciso instante, María no sólo no puede des secuestrarse, sino que no puede tampoco aprender a hacerlo. Lo que significa que si el padre quiere que su hija se calme tiene que haberle enseñado a tranquilizarse cuando ella está en calma, de manera que al necesitarlo en una crisis emocional ya tiene el aprendizaje integrado.
Con el programa “En Sus Zapatos” 1.800 alumnos y alumnas de 23 centros escolares de la Comunidad de Madrid han aprendido en sus aulas y de sus tutores a identificar las emociones y a gestionarlas.
En esta sección hemos compartido varios recursos para enseñar a los más pequeños a calmarse y sugiero altamente usarlos. Aunque la mejor manera de enseñarles como conquistar la anhelada calma es a través de nuestro modelo.
Cuando las emociones llegan con su impulso nosotros, los adultos, tenemos que aprender a no dejarnos llevar por esta tormenta emocional. La llave para tal hazaña está primero, en ser consciente de que la emoción está presente en nuestro foro interno y que está ya activando todos los mecanismos para la respuesta reactiva e impulsiva. Después, en segundo lugar, ser capaces de parar ese impulso con la voluntad y respirar profundamente para poder ganarle la batalla a esa emoción.
Son dos pasos sencillos de explicar y difíciles de aplicar en según qué situaciones de la vida cotidiana. Así, quizás nos puede ser más fácil sentir empatía hacia los más pequeños cuando no logran regular su emoción o tranquilizarse, a pesar de que ya les hemos enseñado.
Un niño o una niña aprende a calmarse observando a sus adultos de referencia, y también con técnicas que le ayudan a respirar en los momentos de crisis y a ejercer autocontrol sobre sus impulsos emocionales. Sobre dichas técnicas nos hablan los protagonistas de este corto vídeo que comparto a continuación.
Con el programa “En Sus Zapatos” 1.800 alumnos y alumnas de 23 centros escolares de la Comunidad de Madrid han aprendido en sus aulas y de sus tutores a identificar las emociones y a gestionarlas. Se han alfabetizado emocionalmente usando el teatro de conciencia y cuando han estado confinados en sus casas, estos últimos meses, han podido usar lo aprendido para sobrellevar la situación de una manera pacífica.
A todos ellos, mientras que estaban confinados, les pedimos que preparasen una “obra de arte”, que podía ser una canción, una obra de teatro, un poema, un cómic… para expresar cómo se sentían y cómo podrían compartir lo que habían aprendido de educación emocional con otros niños y niñas también confinados para ayudarles a pasarlo mejor.
De entre todas las maravillosas creaciones, se hizo una selección que es la que contiene este vídeo. Te invito a mirarlo para para inspirarte y acabar tú mismo esta frase,
Cuando el niño o la niña aprende a calmarse…