Los empleos del futuro son para los ‘immuners’
Inaugurado en otoño de 2019 en Madrid, IMMUNE Technology Institute se llama así porque ofrece un modelo de enseñanza «immune al cambio tecnológico» y alineado con los retos de la cuarta revolución industrial, que no son pocos.
Ahí están, por ejemplo, el 30% de universitarios que, cuatro años después de egresados, no logra encontrar o un empleo, al tiempo que más de 80.000 puestos de trabajo en el sector tecnológico se quedan sin cubrir. Ahí está, también, ese escaso 3% de profesores formado en tecnología.
A todos estos porcentajes, de sobra conocidos, trata de poner solución el recién nacido IMMUNE Technology Institute.
Para ello cuenta con un título propio, el Computer Entrepreneurship Bachelor, familiarmente conocido como CEB, que garantiza a sus egresados (la primera promoción será la del curso 2022-23), «mucho más que una ingeniería de software», además de un 100% de empleabilidad. En sus tres años de duración, que incluyen nueve meses de prácticas remuneradas, habrán interiorizado, además, el espíritu de «aprender a aprender» en un contexto en que nunca podrán dejar de hacerlo. Y el valor del emprendimiento, pues a la larga se pretende que los immuners no solo logren adaptarse al cambio sino que se conviertan en sus hacedores.
Se pretende que los 'immuners' no solo logren adaptarse al cambio sino que se conviertan en sus hacedores
Medio centenar de candidatos son seleccionados cada año para este programa en que se aprende con proyectos reales de las empresas (de Cisco a Google, de Amazon a Microsoft).
A través de pruebas de nivel y entrevistas se realiza un primer filtro, clave para detectar que existe una base, una motivación y una madurez. Esto no impide que en su primer año de andadura hayan accedido a él algunos alumnos de 17 años que, aun sin haber realizado la selectividad, ya tenían clara su vocación. Los cinco alumnos más destacados recibirán una beca de forma que el importe que hayan invertido en su formación será reembolsado.
Esto, en cuanto a los alumnos. Los profesores son personas siempre en activo en el caso de los masters, mientras que en los grados esta figura se compagina con la del Miyagi, encargado de guiar a los alumnos en sus progresos. En IMMUNE se trabaja con un alto grado de exigencia y unos estándares que hay que alcanzar pero con mente abierta. En este sentido, hay estilos de docencia muy distintos. Una clase puede ser a cargo del responsable de ciberseguridad en una compañía del Ibex, otra, de un profesor que ejerce de jefe, la siguiente, de otro que mentoriza.
Ubicado en el corazón financiero de Madrid, IMMUNE es diversidad y es flexibilidad. Sus alumnos no son solo aspirantes a obtener el CEB. También ejecutivos o estudiantes de Secundaria apasionados de la tecnología. Su flexibilidad se ha demostrado en este, su primer año, en que ha irrumpido la pandemia del coronavirus con todo lo que ello ha implicado.
En su caso ha supuesto, por ejemplo, que el summer camp sea online en lugar de presencial en esta, su primera edición, o que sus jornadas de puertas abiertas sean virtuales. También, que se esté estudiando la posibilidad de ofrecer la doble modalidad presencial-online en el CEB a partir del curso que viene. Y quién sabe si en el futuro este será multimodal. Desde luego, ahí estarán los jóvenes immuners y lo que es seguro es que el cambio no les va a pillar desprevenidos.
Ignacio Castillo: "Nuestro camino es al revés, parte de las carencias que las empresas detectan"
El director de IMMUNE Technology Institute considera clave apostar por una capacitación tecnológica holística y práctica, enfocada a preparar a los estudiantes para la realidad del mundo laboral.
¿Por qué nace IMMUNE?
—Entendemos que hay una carencia importante de formación en tecnología en el mercado de trabajo. Se van a crear 1.250.000 empleos en el sector tecnológico hasta 2022 y no va a haber suficiente formación para cubrirlos. Todos los estudios coinciden en que ese gap existe. Por eso IMMUNE. Creemos que la tecnología va a ser la base del cambio y la capacitación tecnológica, clave para el desarrollo de las personas. Pero no nos conformamos con que tengan unos conocimientos tecnológicos extraordinarios y una adaptación a la empresa importante. Aspiramos a una formación holística, que en un 20% está orientada a las humanidades. Sin ese componente la formación técnica se queda coja.
Pero la adaptación a lo que las empresas demandan es clave.
—Sí, sí. Nuestro fundador, Juan Riva, inicia este proyecto fruto de su propia experiencia en el mundo de la tecnología y la empresa. En base a las carencias que las empresas detectan, en permanente contacto con ellas, hemos adaptado el proyecto y la oferta educativa. Nuestro camino es un poco al revés del tradicional. Somos conscientes de que en este sector la obsolescencia de los contenidos se mide en meses, no en años, y por ello no descartamos que los contenidos del tercer curso de nuestra primera promoción de egresados, en el 2022-23, no sean los que prevemos ahora. La flexibilidad es clave.
Su producto estrella es el CEB (Computer Entrepreneurship Bachelor), ¿qué aporta?
—Se trata de un título propio en que la inmersión en situaciones prácticas es casi inmediata. Los alumnos trabajan con el case to be solved, con casos reales o réplicas de lo que se van a encontrar. Un ejemplo puede ser, en ciberseguridad: «Nos acaban de entrar en el sistema, tenemos hora y media para cortar esta sangría». P Pero su oferta no se queda ahí. —No, de hecho yo no he sido capaz de encontrar una compañía que cubra tantos aspectos como nosotros: títulos de grado, posgrado, masters, formación executive, de equipos, extraescolares y campamentos para adolescentes… Estos jóvenes immuners son una de nuestras prioridades. Salen apasionados por la tecnología, con una formación que les ayuda a decidir qué cursar en el futuro. Y entre ellos no hay brecha de género, lo que me hace especial ilusión.
¿Han logrado posicionarse como centro de capacitación tecnológica de referencia en Europa?
—Hablamos con el histórico de un año en que, adicionalmente, se ha cruzado la crisis del coronavirus. Estamos en ello, no sé si al 10% o al 90%. De momento están acercándose a nosotros muchas compañías, nacionales e internacionales, a las que les llama la atención el proyecto. Y somos conscientes de que los proyectos educativos no son carreras de velocidad, sino de fondo.
¿Cree que esta crisis ha puesto en evidencia a la universidad?
—Creo que hay un modelo preBolonia obsoleto y un modelo posBolonia que debe adaptarse a una nueva época. La universidad es importantísima, pero necesita de nichos especializados de formación que lleguen donde no puede llegar. IMMUNE es un complemento, ni remotamente aspiramos a sustituir al mundo universitario. Por nuestras características y metodología tenemos esa agilidad que ellos quizá no tienen, pero somos complementarios.