Europa, decide

Desde hace tres décadas los investigadores en Antropología saben que el mejor equipo de esa disciplina a nivel mundial es el que dirigen Juan Luis Arsuaga, José Mª Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell Roura. Su grupo es el descubridor de la mayor fuente para el conocimiento, la investigación y el estudio de los orígenes de las personas y la humanidad: Atapuerca. Todo el que quiera aprender con independencia de donde haya nacido, ha de ir allí, escucharles y convivir con ellos.

El catedrático de Alcalá de Henares, Ignacio Martínez Mendizábal, es miembro del equipo de Atapuerca y fruto de las investigaciones de más de treinta años junto al resto de sus compañeros, nos aporta en sus conferencias presenciales y virtuales reflexiones como esta: “nos adaptamos, planificamos y rebelamos contra las adversidades desde la Prehistoria”.

Dentro de esos obstáculos al que cualquier persona, grupo, institución, generación o país se enfrenta a lo largo de la vida, el más dramático es la muerte, más aún cuando se trata de un ser querido. Durante la pandemia del Covid-19 en todo el mundo se han ido ya más de 525.000 personas a 4 de julio.

En una reciente conferencia on line, Martínez Mendizábal nos recordaba que a la muerte hay que mirarla con respeto y como una circunstancia ineludible de la vida. Negarla, no hablar de ella, trivializarla, son ejercicios de inconsciencia e irresponsabilidad improcedentes ahora y siempre. Algo que ya nos dijo Julián Marías desde finales de los años 70 hasta su muerte en 2005. O como nos recordaba en una entrevista en estas páginas el Jefe de Pediatría del Hospital Virgen Macarena y profesor titular, Dr. Obando.

Hago una breve acotación personal: la he mirado a los ojos desde niño fruto de haber compartido el camino hasta la muerte desde mi bisabuela paterna hasta su hijo -mi abuelo- pasando por tíos abuelos en mis siete primeros años de vida. La empecé a estudiar a fondo durante mi tesis doctoral siguiendo a Ortega y Gasset y Julián Marías. Y recomiendo a cualquiera la lectura de la tesis doctoral del Dr. Rafael Hidalgo, o su capítulo del libro del Congreso Internacional que dedicamos a Ortega y Marías en Sevilla en abril de 2014. Quien esté interesado aquí tiene el enlace al ensayo colectivo publicado por Dykinson.

Pues bien, el Dr. Martínez Mendizábal nos invita a que “nos relacionemos con nuestros muertos porque es señal inequívoca de que hemos sido capaces de vencer a la muerte y porque nos queremos”. A él le gusta invocar la película La misión, al igual que le viene a la memoria la reflexión de otro sabio, Cicerón, quien en su época señaló “la vida de los muertos pervive en la memoria de los vivos”.

Ha llegado la hora de que toda la Unión Europea sin cortapisas, sin fisuras, sin miradas miopes ni egoísmos, inicie una Política inversora ejemplar y sin precedentes en todos los campos y sectores de lo Público y Privado, tejiendo alianzas honradas, coherentes e inteligentes entre aquéllos. Esas inversiones bien dirigidas nos permitirán a todas las generaciones desde el Cabo de San Vicente al Mar del Norte, pasando por el Estrecho de Dardanelos, las Repúblicas Bálticas y Normandía, construir una realidad europea mucho mejor que la actual y de la que somos herederos.

El austericidio, saben los comisarios y parlamentarios europeos, sabemos todos, fue excesivo y torpe. E incluso hay gente corrupta a nivel internacional que se fue de rositas y sigue campando a sus anchas como demuestra el documental Los hombres que robaron al mundo (2019). Seamos aristotélicos encontrando un punto de equilibrio y pongamos los recursos a favor de las razones y de los proyectos de vida.

Todas las instituciones políticas y financieras de la Unión Europea tienen ese reto histórico. Den un ejemplo que quede para la historia, que esté a la altura de los Padres Fundadores de la UE. Si ustedes cumplen, contaremos esa hazaña institucional, colectiva y cívica de generación en generación, como a Merkel su abuela le pudo contar cuentos a luz de una chimenea en su Alemania natal; o a un niño madrileño en plena post guerra civil española se los contaron sus abuelos en un pueblecito de la comarca de Villablino.