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Alumnos con alta capacidad: incertidumbre añadida

Maque Salcedo
Profesora experta en Alta Capacidad
15 de septiembre de 2020
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© Warunporn

Cada verano, hacia finales de agosto, empieza el gusanillo del comienzo de curso. Por un lado, apetece mucho volver a ver a los amigos y compañeros, pero por otro… los niños con alta capacidad son especialistas en adelantar acontecimientos y, a pesar de estar con los pies en la piscina, se trasladan a medio octubre o noviembre y ya están pensando en los exámenes de la primera evaluación.

  • Claro, me toca este profe en biología y me han dicho que es…
  • Por otro lado, hay una asignatura nueva que nunca he dado y seguro que se me da mal…
  • ¡Jo! y en matemáticas volvemos a tener a fulanito que siempre es muy duro y no explica nada bien…

Así que, cuando estamos sacando los helados para el postre y le vemos con cara mustia y distraída, no es que no sea capaz de disfrutar del pedazo de día de piscina que estamos teniendo todos en familia, es que la previsión del curso que se le avecina ya le está machacando, incluso sin haber comenzado todavía.

¿Os suenan los dolores de cabeza y/o de tripa a finales de vacaciones? O cada domingo por la tarde, vamos. Conozco casos de somatización tales, que he llegado a ver que una alumna tenía, de repente, sí, sí, de una hora de clase a la siguiente, unas placas en las amígdalas que le hicieron subir la fiebre en un segundo. Resulta que tenía examen a la siguiente hora y de verdad que no se sentía capaz de afrontarlo. Llamamos a casa, vinieron a buscarla y se le bajó la fiebre y desaparecieron las placas de la garganta.

Todos estos síntomas son típicos de comienzo de curso, todos los años pasa algo parecido. Pero este curso estas señales se pueden incrementar con la incertidumbre que se nos viene encima. No sabemos cómo va a ser este año, si presencial, virtual o mixto. En caso de ser presencial, el cole no parece que vaya a ser “como siempre”. Ya nos avisan de las mascarillas, del gel, de los recintos acotados, de entradas y salidas programadas, de espacios vigilados. No se va a parecer mucho al cole, la verdad.

No sabemos cómo va a ser este año, si presencial, virtual o mixto. En caso de ser presencial, el cole no parece que vaya a ser “como siempre”

¿Y si es virtual? Tampoco parece que vaya a ser como el final del curso pasado en el que los colegios salieron al paso como buenamente pudieron. Ahora se supone que va a ser mejor, claro. Todo el mundo va a tener una fantástica conexión a internet, va a disponer de ordenador para cada alumno, impresora digamos una por casa… Por supuesto, nótese el modo ironía ON.

En fin, está todo por atar. Así que no me extraña que se den casos como los que he presenciado esta semana. Dos niños de 12-13 años, de colegios diferentes, han tenido sendos ataques de ansiedad. Empezaron con los tics, la presión al respirar, las ganas de llorar, el insomnio, el hablar por las noches, el sonambulismo, las pesadillas, los dolores de cabeza, las pulsaciones aceleradas… ¿Qué os parece? Adolescentes perfectamente felices en su entorno familiar, así, en plenas vacaciones. ¿Coincidencia? No. Ambos tienen una muy alta capacidad y su cabeza no para. Está, sin ellos poder controlarlo, dándole vueltas a todo, a todo, una y otra vez. Y es que son demasiadas incógnitas las del curso que viene; y a ello se les añade que, de por sí, ya no les suele hacer mucha gracia el volver a ese entorno que a menudo es poco amigable para ellos.

Quisiera pensar que la situación vivida nos ha enseñado algo, que nos ha servido para reflexionar. Durante el confinamiento, mis alumnos más capaces tenían todo su trabajo del día terminado para las 12. El resto del tiempo han aprovechado para aprender guitarra, coreano, pintura, ukelele, cocina y para hacer deporte. Eso sin contar las horas de lectura y de proyectos que, para ellos, son más ocio que deber. Es ridículo hacerles perder tantas horas durante su jornada escolar. Ahora que disponemos de la posibilidad de combinar presencial y virtual, que podemos permitirles avanzar cada uno a su ritmo, ¿no sería el momento de aprovecharlo?

Durante este curso ha habido alumnos que han aprovechado el tiempo enteramente para dedicarlo al avance en su currículo y poder hacerlo a su propio ritmo. Conozco un caso de 1º ESO que ha cursado también matemáticas, lengua, inglés y física y química de 2º. Unas asignaturas ayudado por el colegio y otras con más esfuerzo personal y clases particulares. Además, el trabajo de fin de curso de historia fue con contenido de 2º. Al mismo tiempo, ha participado en un proyecto internacional quedando entre los seleccionados y por supuesto, ha sacado todo 1º con notables y sobresalientes.

Durante este curso ha habido alumnos que han aprovechado el tiempo enteramente para dedicarlo al avance en su currículo y poder hacerlo a su propio ritmo.

La petición de la familia era la de la flexibilización curricular a 3º, el colegio estaba conforme y ayudaron con la adaptación de horarios para compaginar los dos cursos, así como con el fantástico seguimiento personal que hicieron del caso durante todo el año. Llega junio y nos topamos con inspección. Primero, confiesan que han traspapelado el expediente con todo el lío del confinamiento. Luego lo deniegan, se presentan alegaciones y lo vuelven a denegar. Motivos: no tiene todo sobresalientes en 1º ¿qué os parece? Están presentadas las nuevas alegaciones y a día de hoy, finalizando agosto, el alumno aún no tiene la respuesta de a qué curso va a pasar. Más incertidumbre…

Es increíble las trabas que hay en el avance curricular de estos alumnos. Pensaba yo que en la situación extraordinaria en que nos encontramos, se optaría por el beneficio de cada alumno en vez de tratar de homogeneizar. ¿No habían dicho que nadie podía repetir curso salvo casos excepcionales? ¿Por qué ha de ser entonces excepcional la aceleración? Impulsemos a todos a avanzar, cada uno a su ritmo, sin ponerles freno. Debería buscarse el beneficio de cada alumno, en función de sus necesidades, capacidades y circunstancias y no que la máxima sea que “todos los del mismo año estén en el mismo curso”. No se sostiene se mire por donde se mire.

Confío en las ganas que tenemos todos los docentes de escuchar a nuestros alumnos en este atípico comienzo de curso, para que ninguno se quede sin ser atendido como necesita. Sepamos leer en sus miradas las ganas de aprender, de ser comprendidos y así, podamos alimentar su curiosidad sin importar su año de nacimiento. Ojalá veamos, no muy lejos, clases de matemáticas con alumnos de varias edades, o de lengua, inglés, historia… ¿Te imaginas? Un chaval de 11 dando ecuaciones con uno de 13 y otro de 9. Una vez aprendido el tema, se pasa al siguiente.

Quizás aquí, el de 9 lo supera antes que sus compañeros y, sin embargo, el de 11 accede primero al próximo tema de física, o de lengua, ¿qué más daría? ¿Y no les enriquecería compartir aprendizaje con gente de otras edades?

En fin, solo es la opinión de una humilde profesora, pero lo veo menos descabellado y más fácil de lo que pudiera parecer. Desde luego, sigo trabajando por ese tipo de educación centrada en el alumno y sus necesidades: las propias de cada uno. Y lo hago convencida de que cuanto más les conozcamos, mejor sabremos atenderles.

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