¿Igualdad de oportunidades?
El hecho parece natural. Es más, se considera inevitable concebir las desigualdades como consecuencia exclusiva del mejor o peor manejo que cada uno hace de su libertad. De ahí la euforia del triunfador frente al resentimiento de quien no ha sabido esforzarse convenientemente. Este mantra ha calado en los últimos años y es lo que mantiene paralizado al pensamiento progresista en torno a la llamada igualdad de oportunidades. Pero «la igualdad –afirma César Rendueles– no es la condición para nada, sino un fin en sí misma porque es una de las bases de nuestra vida en común» (Contra la igualdad de oportunidades. Un panfleto igualitarista).
Si algo está dejando claro la pandemia es el gran desfase existente entre las distintas clases sociales. Los alumnos de barrios pobres sufren las consecuencias de unos déficits educativos de los que ya se tenía conocimiento anterior. La escuela constata impotente su inoperancia compensadora. En España, por ejemplo, los hijos de familias desfavorecidas repiten curso cuatro veces más que los de familias con más recursos. Se desvanece la creencia de que trabajando duro y cumpliendo las normas se consigue ascender hasta el límite marcado sólo por nuestras aptitudes y nuestro esfuerzo individual. Esta retórica ha dejado de funcionar. Crece el descontento, los agravios y el malestar. Dice Sandel que «la meritocracia actual ha fraguado en una especie de meritocracia hereditaria» (La tiranía del mérito).
El caso cierto es que quien no triunfa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza en lugar de poner en duda a la sociedad o el sistema (Byung Chul Han). Emergen técnicas de coaching o mindfulness, cuidados paliativos cuyo fin es recargar las pilas del personal para que siga rindiendo dentro de la lógica perversa de la optimización.»La gente ya no juega al tenis –dice Zizek–, practica su revés cruzado».
Los alumnos de barrios pobres sufren las consecuencias de unos déficits educativos de los que ya se tenía conocimiento anterior
En este sentido, los ideales educativos emanados de movimientos emancipadores como la Escuela Nueva, que en España recogió en su ideario la Institución Libre de Enseñanza, quedaron malversados y diluidos a partir de los años 80 con la sustitución de la socialdemocracia por un sistema desigual a pesar de su invocada y repetida igualdad de oportunidades. El objetivo, según Rendueles, sería invertir la perspectiva: «En lugar de pensar la Educación como la única institución capaz de fomentar la igualdad, utilizar la igualdad como instrumento para construir la mejor Educación posible para todos».
De hecho es lo que viene ocurriendo en Finlandia desde hace tiempo. Su sistema educativo es referencia en cualquier análisis sobre estándares de calidad. Lo que no se dice es que las reformas implantadas en Finlandia forman parte de un ambiente social ampliamente igualitarista, de hecho es uno de los diez países más igualitarios del mundo. Buen ejemplo a seguir. Interesante guía pospandemia.