Mantener la distancia social desde una cercanía emocional
Las medidas de seguridad pueden ser una oportunidad para recrearnos, ser más creativos y buscar entre todos una nueva forma de comunicación emocional. © MARGARITA
«La Educación es emocional o no es Educación. Si los seres humanos somos más emocionales que racionales, ¿cómo no va a influir la emoción en la práctica personal y profesional de los docentes?». Así de tajante se mostró Rosa Casafont, licenciada en Medicina y Cirujía, Máster en Neurociencia por la Universidad de Barcelona (UB) y autora de Viaje a tu cerebro emocional. Lo hizo durante la charla El desafío socioemocional del docente, organizada la pasada semana por Santillana LAB dentro de su ciclo #SantillanaLABTalks.
Ahora vivimos un inicio de curso atípico, después de meses de confinamiento, en el que alumnos y profesores tienen que volver a clase con extremas medidas de seguridad, guardando la distancia con el resto de compañeros y con la mascarilla siempre puesta, lo que les impide ver sus expresiones y gestos faciales. En este contexto, la Educación emocional se hace más difícil, pero también se convierte en más necesaria que nunca.
¿Cómo puede el docente enfrentarse a esta nueva situación? Pedro Luis Picazo, profesor de Secundaria y autor del libro Emociones creativas, lo tiene claro: «Tenemos que reinventarnos, vamos a hacer aquello que hacíamos de otra manera y vamos a disfrutar al máximo de esta nueva experiencia». Y recomienda a los docentes «pedir a los alumnos que nos aporten ideas, que sean creativos». Él mismo ha notado en clase que los alumnos están por la labor.
Tenemos que reinventar y readaptar aquellas prácticas que generen aprendizajes, siempre generando un sentido de comunidad con el resto de docentes
"Cimenna Chao, coordinadora de la especialidad de Educación socioemocional en el Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México, también considera absolutamente necesario reinvertarse: «Vivimos en un duelo porque hemos perdido la libertad de acercanos, la capacidad de movilidad, hemos perdido incluso a seres queridos, y también la confianza en el futuro inmediato o en nuestra capacidad para actuar en este mundo que vemos tan complejo».
Por eso ella no prefiere hablar de «nueva normalidad» o «nueva anormalidad», sino más bien de «realidad adaptativa en busca de un crecimiento postraumático en el que tenemos que reinventarnos, revalorar, repensar y aprender desde un presente que no conocemos».
Chao advierte de que «querer volver a toda costa a lo que teníamos antes, solo da pie a reacciones súbitas e impulsivas que podrían incluso obstruir el flujo hacia esa readaptación». Por eso anima a los docentes a «reinventar y readaptar aquellas prácticas que generen aprendizajes, siempre generando un sentido de comunidad con el resto de docentes y con un espíritu de resiliencia para estos tiempos tan inciertos».
Tenemos que cultivar la sana proximidad en todos los espacios, con nuestros pares, en redes de apoyo entre docentes y con nuestras familias
"Pero ¿cómo podemos llenar esas ausencias y esas actividades que echamos tanto de menos? Cimenna Chao recomienda no tratar de recuperar algo que ya no existe, sino trabajar siempre desde nuestro presente: «Necesitamos hacernos más presentes que nunca, trabajar esas estrategias para reafirmar nuestra presencialidad». Es lo que ella llama «la sana proximidad que tenemos que cultivar en todos los espacios, con nuestros pares, en redes de apoyo entre docentes y, por supuesto, con nuestras familias, de manera que podamos tener apoyo suficiente para afrontar todos estos cambios».
¿Qué extrañamos más? La cercanía, la tridimensionalidad, el lenguaje corporal, la interacción social… En ese sentido, Chao habla de «generar estrategias para emular lo máximo posible esas situaciones mientras nos recreamos para ir recuperando el contacto físico».
El tacto es importantísimo porque es el sentido que tiene más receptores en nuestro cuerpo, pero es importante conocer la fuerza de la mirada, la expresión ocular o la modulación de la voz
"Es el momento de convertir esa separación física en una nueva forma positiva de relación entre nosotros. Y Pedro Luis Picazo apuesta por la creatividad, por recrearnos y por buscar entre todos la nueva forma de comunicación emocional: «Tenemos que inventar la manera de abrazarnos sin tocarnos, de abrazarnos con la mirada… y tenemos que experimentarlo, ensayarlo, practicarlo, jugar con esta nueva forma de vida. Tenemos que ofrecer al alumnado una nueva forma de relacionarnos, porque el roce hace el cariño, y no solo nos sirven las redes sociales, que pueden ser un elemento potente, pero no suficiente. Tenemos que buscar maneras de que la convivencia se haga desde la lejanía física«.
En su centro, él se ha ofrecido al alumnado para ejercer como coach y tener charlas en los ratos libres. Y anima a los docentes a «ofrecer sus propias capacidades a los alumnos, para que estos sepan que pueden contar con su apoyo».
Rosa Casafont recuerda que «podemos ensayar y transmitir las emociones que sentimos y la proximidad a través de otros sentidos». Ella anima a los docentes a redescubrir la fuerza que tienen todos los sentidos: «El tacto es importantísimo porque es el sentido que tiene más receptores en nuestro cuerpo, pero es importante conocer la fuerza de la mirada, la expresión ocular o la modulación de la voz, porque hay personas que se han habituado a ser estáticos a la hora de expresarse gestualmente».
Es fundamental que el docente se conozca a sí mismo y se sienta bien consigo mismo para poder comprender las emociones de los demás
En este modelo de gestión de las emociones, es fundamental que el docente se conozca a sí mismo y se sienta bien consigo mismo para poder comprender las emociones de los demás. También puede ocurrir al contrario. Como asegura Eugenia Amaya, psicóloga del Colegio «María Inmaculada» de Limón (Costa Rica) –que también intervino en el #SantillanaLABTalks–, «hemos visto que un docente que experimenta más emociones negativas, que está frustrado, ansioso, estresado o preocupado, cuando llega al aula es difícil que no transmita también esas emociones a sus alumnos». Por eso ella es partidaria de «una escuela inteligente emocional, donde todos practiquemos la empatía, nos conozcamos unos a otros y aprendamos juntos».
Precisamente sobre la empatía, Cimenna Chao, asegura que «es una visagra enorme porque nos permite ponernos en el lugar del otro, y en ese momento nos encontramos a nosotros mismos en una suerte de autoconocimiento, nos comunicamos mejor con el otro, lo entendemos mejor, pero al mismo tiempo nos entendemos también mejor a nosotros mismos».
Tenemos dos oídos y una boca, por lo que tenemos que escuchar el doble de lo que hablamos, y es una práctica que ya solía faltar en tiempos en los que no existía el Covid
"Casafont, por su parte, destaca la escucha activa como habilidad socioemocional importantísima para la práctica docente: «Tenemos dos oídos y una boca, por lo que tenemos que escuchar el doble de lo que hablamos, y es una práctica que ya solía faltar en tiempos en los que no existía el Covid».
Asimismo, considera imprescindible la autonomía para que haya autoconocimiento no solo emocional sino también cognitivo: «Es fundamental para empoderarnos y alcanzar esa autonomía personal, tanto para nosotros como docentes como para influir en la autonomía de los alumnos».
Las emociones se contagian, tanto las positivas como las negativas, y el docente es parte integrante de la orquesta y puede elegir su rol
"En cuanto al rol del docente, Cimenna Chao recuerda que «los primates aprendemos mucho a través de nuestras relaciones con los demás, somos gregarios y necesitamos un clima grupal emocional«: «Las emociones se contagian, tanto las positivas como las negativas, y el docente es parte integrante de la orquesta y puede elegir su rol, de forma que puede ser un facilitador demócrata que ponga a todo el grupo a trabajar de forma sinérgica, o puede ser un autócrata que desee controlar el clima emocional».
Por eso ella cree que «el docente tiene que ser el primero que se autorregule para mantener la coherencia del clima emocional en el aula» y añade: «Los docentes tenemos que saber dos cosas: primero necesitamos aprender sobre las emociones, porque el clima emocional se contagia. Y también tenemos que saber trabajar con las emociones, de forma que creemos climas emocionales que favorezcan el aprendizaje».
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