Por qué no es una buena idea que unos niños vuelvan al cole y otros no
Los expertos advierten de que las desigualdades se incrementan cuando la vuelta a las aulas es voluntaria. © RIBALKA YULI
Esta situación inédita, esta incertidumbre en el terreno educativo acaba repercutiendo negativamente… en los de siempre. No será en las escuelas privadas, que han podido dedicar a su preparación para este curso una inversión sin precedentes desde el mes de abril, al tener una mayor autonomía que las públicas y no estar tan supeditadas a que lleguen las instrucciones y los recursos prometidos, y muchas de las cuales lucen hoy una insignia Covid-free.
No lo será tampoco para los alumnos de buena familia, porque en la mayoría de los casos esta optará por llevarles a la escuela y, las que no lo hagan, estarán en condiciones de ofrecerles una alternativa a la altura.
La escuela pública y los alumnos den entornos desfavorecidos tienen en este panorama incierto, como tuvieron con el cierre de centros, las de perder. Y la brecha que entonces comenzó a ampliarse va camino de seguir creciendo.
Así lo advierte un estudio de la semana pasada del Institute for Fiscal Studies del Reino Unido, que alerta de que «Cuando la asistencia fue voluntaria, en junio y julio, hubo grandes diferencias entre quienes enviaron a sus hijos a la escuela. Entre las familias que tuvieron la opción de llevarles de nuevo, el 80% del tercio de padres más ricos llevaron a sus hijos a clase, frente al 64% del tercio de las familias más pobres, lo que podría reflejar las distintas percepciones de los riesgos y beneficios del retorno a las aulas» (Aquí la ministra Isabel Celaá ha insistido en la última semana en que los beneficios de la escuela son muy superiores a los riesgos). El análisis, en el que participa la catedrática del University College London Almudena Sevilla, recoge además las respuestas de aquellos padres a los que no se les dio la opción de volver esos meses: Entre los más ricos, el 62% dijo que, si pudiera, llevaría a sus hijos a la escuela, frente al 53% de los más pobres.
Quedarse en casa no debería ser una opción, sobre todo para el 40% de los alumnos que, en cambio, necesitarían un programa de tutorías como el que ha puesto en marcha el Reino Unido, advierte el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos Ismael Sanz, que remite a un estudio también en el Reino Unido, de la National Foundation for Education Research, que ha evidenciado que el 53% de los alumnos de cuota cero de comedor empiezan este curso cuatro meses rezagados, frente al 15% de sus compañeros de familias más acomodadas.
Sanz firma hoy un post al respecto en Nada es gratis, junto con Almudena Sevilla, Jorge Sainz y Miriam Marcen.
Mirar lo que sucede en otros países nos demuestra que los dilemas y preocupaciones en medio de una pandemia global son comunes en esta vuelta a la escuela que solo alcanza a uno de cada tres alumnos en el mundo, según la Unesco, mientras que el resto permanece «sin colegio» o «en la incertidumbre» de la Educación total o parcial a distancia. Así, en el Reino Unido los profesores también piden más plantilla, más limpieza, más seguridad, se quejan de que las normas han llegado tarde o cuestionan que se deba poner una multa por absentismo este año a las familias que no lleven a sus hijos al colegio por miedo.
En algunos distritos escolares de EEUU se permite a las familias elegir entre un modelo presencial (por el que se decanta en torno al 80%) y online. Sin embargo, también allí los problemas se multiplican en este curso incierto, según relata Fernando M. Reimers, coautor, junto a Andreas Schleicher, de la guía de la OCDE para responder a la pandemia desde el terreno educativo: «En algunos distritos, la planificación del regreso a las aulas por parte de las autoridades educativas ha sido deficiente. Ha habido poco diálogo con los profesores. Dada la diversidad de condiciones sanitarias en los 13.506 distritos y las altas tasas de contagio en las zonas donde se encuentran, muchos profesores no están satisfechos con esas soluciones, que consideran inadecuadas para proteger la salud de niños y profesores. Además de estas dificultades, ha habido poca formación de los docentes para poder enseñar de forma adecuada a distancia».
«En respuesta a estas deficiencias en las respuestas de escuelas, tanto públicas como privadas», prosigue Reimers, «algunas familias con mayor poder adquisitivo están haciendo sus propios arreglos, que incluyen organizarse en pequeños grupos y contratar a una persona —en muchos casos un maestro en formación, recién egresado o jubilado— para dar tutoría a los niños. Estos llamados learning pods son una buena idea, especialmente como formación complementaria a la que están ofreciendo las escuelas que están enseñando online, donde en muchos casos los arreglos de continuidad educativa consisten en horas de clases en Zoom, con los estudiantes frente a la pantalla, en un papel bastante más pasivo que el que permite la Educación en condiciones normales».
«Pero esta buena idea, de organizar pequeños grupos bajo la supervisión de un tutor que permitan el desarrollo social y emocional de los estudiantes, así como reforzar el desarrollo de competencias cognitivas más allá de lo que las clases en Zoom permiten hacer, no está al alcance de todos los estudiantes. Por lo tanto es previsible que estos arreglos aumenten las desigualdades sociales en las oportunidades educativas que tendrán los estudiantes durante la pandemia».
Es previsible que estos arreglos aumenten las desigualdades sociales en las oportunidades educativas de los estudiantes durante la pandemia
"«Es esencial encontrar formas de dar más apoyo a los estudiantes menos favorecidos socialmente para que su única opción no esté entre asistir a escuelas en condiciones que ponen en riesgo su salud y la de sus maestros, cuando las condiciones sanitarias hacen una Educación presencial de alto riesgo, o estar horas frente a una pantalla de ordenador, escuchando clases en Zoom, con profesores que no han sido debidamente formados para ofrecer una Educación de manera remota de calidad. En algunos casos los chicos menos favorecidos no tienen a un adulto en casa en condiciones de apoyarles con estas tareas. Esta es una oportunidad única para que otras instituciones de la sociedad demuestren solidaridad con quienes mas lo necesitan», proclama el experto, que pone el ejemplo de Massachusetts, donde se han abierto centros de Educación Infantil, habitualmente más pequeños, a estudiantes de otros niveles para poder seguir allí con su aprendizaje online, pero tutorizados.
«El contexto que ha generado la pandemia es sin duda muy irregular, no hay suficiente preparación y está afectando de forma muy diversa a distintas regiones. En este contexto, es fundamental que las autoridades educativas demuestren gran agilidad, capacidad de diálogo, que promuevan la colaboración entre todos los sectores interesados y que permitan la mayor autonomía posible para que quienes conocen de cerca las condiciones de riesgo y las mejores formas de educar puedan tomar las decisiones más acertadas», concluye Reimers.
También en Canadá, Michael Fullan ha incidido en los mismos riesgos de un plan que hace imposible que las escuelas funcionen de manera segura y eficaz: Muchos padres buscan arreglos alternativos y el sistema de escuelas públicas acaba debilitado.
Re-Tweet from July 31: Ford plan to re-open schools.
1. The plan makes it impossible for schools to operate safely and effectively.
2 Thus many parents and teachers will opt out and make alternative arrangements
3.Therefore the public school system will be considerably weakened.— Michael Fullan (@MichaelFullan1) September 1, 2020
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