"Yo no vuelvo al cole": docentes con patologías y familias con hijos enfermos
Según CSIF, en las próximas semanas se podrá comprobar si este año se ha producido un aumento significativo de bajas médicas. © LETTAS
La malagueña Rosa Liarte es una de las docentes más conocidas en España, con miles de seguidores en las redes sociales y en su blog Leccionesdehistoria.com. Apasionada de las nuevas tecnologías, se ha convertido en un referente en innovación pedagógica. Por eso, su último post en el que hacía una reflexión personal sobre la vuelta al cole no ha caído en saco roto. En él, Rosa Liarte se sinceraba y contaba que padece una enfermedad pulmonar crónica para denunciar la falta de respuesta por parte de la Administración para volver a las aulas de una forma segura. Lo que Liarte no sabía es que su mensaje ha servido para dar visibilidad a un problema que está quitando el sueño a miles de docentes en toda España.
“Mis resfriados siempre han acabado en bronquitis y he tenido que estar hospitalizada en varias ocasiones”, explica Liarte. En junio, recopiló todos sus informes médicos para enviarlos a la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. En julio le notifican que tiene riesgo 1, es decir, “que no precisa ni adaptación ni cambio de puesto de trabajo” porque no trabaja con personas contagiadas. “Me mandan a trabajar presencialmente con mascarilla y distancia de seguridad, sin la opción de teletrabajar. Tengo miedo a contagiarme, mucho miedo”, señala Liarte.
Y no es la única. En las respuestas al post de esta profesora pueden leerse muchas historias. “Yo estoy en la misma situación, asmática descontrolada, bronquitis, neumonía, inhaladores, vacunaciones… y riesgo 1 teniendo más de 150 contactos diarios sin distancia”, afirma otra profesora. “Yo era en julio de alto riesgo y me dijeron que sería baja de un año revisable cada tres meses y hace unos días me llaman y me dicen que desde el día siguiente estaba de alta y que tenía que volver a mis clases… ¡en Infantil! Sin mascarillas ni nada”, señala otra maestra.
El documento que se toma como referencia, según indica Félix Martín, de CCOO, es una guía de prevención de riesgos laborales derivados del coronavirus elaborada por el Ministerio de Sanidad. La guía diferencia entre nivel de riesgo 1 (similar al riesgo comunitario y trabajo sin contacto con personas sintomáticas), nivel 2 (trabajo con posibilidad de contacto con personas sintomáticas, manteniendo la distancia de seguridad y sin actuación directa sobre ellas), nivel 3 (asistencia o intervención directa sobre personas sintomáticas, con EPI adecuado y sin mantener la distancia de seguridad) Y nivel 4 (profesionales no sanitarios que deben realizar maniobras generadoras de aerosoles, como por ejemplo RCP). Según fuentes de la Junta de Andalucía consultadas por MAGISTERIO, no existen datos aún sobre cuántas solicitudes de valoración médica se han recibido, ni qué niveles se han concedido, puesto que dichas evaluaciones se hacen caso a caso.
Modificar el nivel de riesgo
“Creemos que se está incluyendo a todo el profesorado en el nivel 1; aún no conocemos a ningún docente al que le hayan otorgado otro nivel”, señala el responsable sindical. Según ese nivel, todos los profesores pueden volver a las aulas, aunque padezcan enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades pulmonares crónicas, inmunodeficiencia o cáncer en tratamiento activo, que son los grupos que el documento considera vulnerables. Tampoco tendrían riesgo los mayores de 60 años ni las mujeres embarazadas. “No tiene sentido poner en peligro en un aula a una persona que acaba de salir de un cáncer y que está inmunodeprimida”, afirma Martín.
La reivindicación de varios sindicatos como CCOO o CSIF es que el personal de los centros y de los ámbitos socioeducativos y asistencial se incluyan dentro del nivel de riesgo 2. Dicha modificación permitiría la adaptación del puesto de trabajo de todos los docentes con inmunodeficiencia y cáncer en tratamiento activo, además de a las mujeres embarazadas, aunque no tuviesen complicaciones en la gestación. Y también a los profesores con diabetes, enfermedades cardiovasculares o enfermedad pulmonar crónica que tuviesen patología descompensada, además de a los mayores de 60 años con una patología controlada.
“Me mandan a trabajar presencialmente con mascarilla y distancia de seguridad”
"Pero hasta entonces, los profesores que están en esta situación se han visto abocados a la vuelta a clase con miedo a contagiarse y a que sus problemas de salud se compliquen. Y son muchos los que han decidido no volver. Es el caso de la citada Rosa Liarte, quien se plantea incluso pedir una excedencia si fuera necesario. “Mi médico me dijo que con mi patología ni loca podía regresar porque acabaría en la UCI”, indica.
Sin adaptación al puesto
Mari Carmen España es profesora de Geografía e Historia en un centro de Secundaria malagueño. Sufre una cardiopatía congénita que en circunstancias normales no le impide hacer una vida normal, aunque sí tomar ciertas precauciones. Pero con el coronavirus, el panorama no pinta bien. “Uno de los efectos secundarios del Covid-19 es la inflamación del pericardio, que podría ser muy peligrosa en mi caso”, explica. Al igual que a otros muchos docentes, le han dado nivel de riesgo 1. “Lo único que establecen los protocolos de los centros para el personal de riesgo es extremar las medidas de precaución generales”, detalla. Pero eso es complicado, teniendo en cuenta que al cabo de la semana esta docente tiene contacto con 120 estudiantes. “Vengo de un verano en el que, por mi patología, he estado semiconfinada; me causa mucha ansiedad volver al instituto”, dice España, que ha pedido a la Administración una revisión de su caso.
Según indica CSIF, en las próximas semanas se podrá comprobar si este año se ha producido un aumento significativo de bajas médicas. “Creemos que sí podría darse esta circunstancia”, dice Mario Gutiérrez, presidente de CSIF. En otros casos, según ha podido saber MAGISTERIO, los docentes se han incorporado a las aulas, pero han remitido escritos a la Administración para dejar constancia de que vuelven a sus puestos, a pesar de que no se esté garantizando su seguridad dado su estado de salud.
La situación es generalizada en todas las comunidades. La única excepción es Aragón. Esta región firmó a principios de septiembre un acuerdo con los sindicatos para ofrecer a las docentes embarazadas la opción de teletrabajar desde el inicio de la gestación. “Pero es una mejora de la normativa existente; lo que luchamos es que mejore la protección para todas las comunidades”, asegura Gutiérrez.
Italia, por su parte, ha dado un paso más. Hace unos días saltaba el anuncio de que los docentes con graves patologías previas o que cuidan de un familiar dependiente podrán optar a una excedencia remunerada de dos años. Para Gutiérrez, en España, salvo excepciones, no se ha hecho lo suficiente para garantizar un entorno seguro en las aulas. “Desde junio estábamos pidiendo no caer en la precipitación, y hemos arrancado el curso sin los refuerzos docentes que prometieron los políticos”, dice Gutiérrez, en referencia a un estudio elaborado por el sindicato que señala que a fecha de 7 de septiembre faltaban por incorporarse a las aulas 22.900 docentes de los previstos por las administraciones regionales. “Creemos en la Educación presencial, gratuita y universal, pero garantizando la seguridad”, señala.
“Lo único que establecen los protocolos es extremar la precaución”
"Padres en pie de guerra contra la obligación ir a clase
La decisión de evitar la vuelta al cole no es exclusiva del profesorado con alguna patología. Muchos padres están optando por no llevar a sus hijos a clase por falta de confianza en las medidas de seguridad adoptadas o por cuestiones de salud familiar. Desde la Ceapa se ha apostado por la presencialidad. “Es la única manera de garantizar la igualdad de oportunidades”, señala Mari Carmen Morillas, portavoz de la confederación. Y apunta: “Siempre y cuando se garanticen las medidas higiénico-sanitarias”. Ahí es donde muchos padres recelan.
En las redes sociales, estos padres, disidentes para la Administración, han unido fuerzas para asesorarse sobre las posibles consecuencias de su decisión en el caso de no llevar a los niños a clase. En Facebook, ya hay varios grupos en los que además los progenitores comparten experiencias y material didáctico para mantener las clases en casa.
En Coria del Río (Sevilla), Inma Belloc también ha decidido no llevar a dos de sus hijos a clase. Madre de tres niños de 14, 9 y 7 años, los dos más pequeños llevan días faltando a su escuela. Ninguno de los miembros de la familia tiene ninguna patología. Pero, según dice, eso no garantiza nada. “Si no hay reducción de ratio ni medidas de distanciamiento, todo pasa por que confíe en que las familias de los otros alumnos van a ser responsables; y eso no ocurría antes, así que nada me hace pensar en que vaya a ocurrir ahora”, dice.
Belloc no ha sido de las que se ha quedado en casa sin más. “Llevo días enviando documentación al centro para justificar que los niños no están seguros en las clases en estas condiciones”, señala. “No me preocupan las amenazas que me haga la Administración por no llevar a mis hijos porque no hay ningún documento que me obligue en una pandemia a llevar a mis hijos al colegio”, dice.
En Sant Andreu de la Barca, Barcelona, una madre que prefiere permanecer en el anonimato cuenta las razones por las que no ha llevado a su hijo de 7 años al colegio, donde empezaba este curso 2º de Primaria. El 14 de marzo, con 33 años y un cuadro asmático, el 6 de abril ingresó en la planta de Covid-19 del hospital de Martorell. El coronavirus le ha dejado secuelas de las que se recupera. Debido a su salud, pero también para evitar que su hijo pueda pasar por lo mismo, ha decidido no regresar al cole. “Pasé una semana hospitalizada y más de 40 días de recuperación; llegué a pensar que no saldría de aquello. No voy a dejar que mi hijo viva todo eso”, asegura.
Para esta madre, las administraciones han tomado una “decisión kamikaze” buscando la inmunidad comunitaria y en aras del derecho a la Educación. “Para mí, meter a más de 25 niños en la escuela con mascarillas, que no se pueden tocar, no pueden jugar juntos… eso no es socialización”, indica.
“No me preocupan las amenazas que me haga la Administración por no llevar a mis hijos porque no hay ningún documento que me obligue en pandemia”
"Más difícil para alumnos con patologías
- Otro colectivo que está teniendo muy difícil la vuelta al cole es el de alumnos con alguna patología y hermanos que, sin tener problemas de salud, se exponen a contagiar a toda la familia. Virginia Cortés y su marido José María Soto, son un ejemplo. Han decidido no llevar a ninguno de sus tres hijos a clase para proteger al mayor de ellos, de 16 años y que tenía que empezar 2º de Bachillerato, y que padece una enfermedad genética de las denominadas raras .
- «Mi hijo padece esta enfermedad, por lo que es de alto riesgo. Por eso, hemos decidido que por ahora no vuelva al instituto. En este momento vamos a dar prioridad a su salud, pero él no es el problema, porque cursa posobligatoria. La cuestión son sus dos hermanos mellizos de 10 años que van a 6º de Primaria y a los que tampoco vamos a llevar a clase para proteger al hermano”, explica esta enfermera en excedencia. Cortés indica que prefiere enfrentarse a un juez por una posible denuncia por absentismo escolar a arrepentirse toda la vida.
- Desde Ceapa, animan a estas familias a solicitar el servicio de atención educativa domiciliaria, la que se ofrece, por ejemplo, a niños hospitalizados por un tratamiento oncológico. Sin embargo, no hay alternativas para los hermanos del alumno, que también suponen un riesgo.