Claves para impulsar en casa el aprendizaje de nuestros hijos
Con la llegada de la Covid, la Educación se ha visto expuesta a una situación inesperada, alumnos que deben confinarse en casa durante semanas y que deben continuar con su formación a distancia, padres y madres confinados en casa deben convivir con el día a día educativo de sus hijos de una forma un tanto distinta a la habitual, siendo testigos de excepción de las horas lectivas de sus hijos.
Esta situación hace más necesaria que nunca una reflexión en torno al concepto de Educación, qué significa educar, qué significa enseñar; debemos entender como padres que la experiencia educativa que nosotros vivimos siendo alumnos, ahora es diferente. Pero formamos parte de la comunidad educativa junto con nuestros hijos (alumnos) y sus profesores, y podemos ser grandes aliados para el trabajo que los docentes realizan a diario con nuestros hijos.
Y debemos entender que hoy en día, el desarrollo de habilidades vinculadas con el autodidactismo, cobra una importancia fundamental.
Lo primero que debemos comprender como padres es que el aprendizaje nunca cesa. No se limita a la época escolar, continúa toda la vida, y tampoco se limita a la escuela, pues también se aprende en casa, en la calle, en otras actividades extraescolares…
Por ello, si nuestro objetivo como padres es ayudar a nuestros hijos en su búsqueda de una vida plena y feliz, debemos comprender, que nuestro objetivo como padres es convertir el aprendizaje en una experiencia placentera para nuestros hijos.
Entendido esto, como padres podemos potenciar en nuestros hijos la emoción por aprender algo nuevo, convertir el estudio en algo motivador, reforzar su curiosidad e interés y aprovechar los momentos adecuados para aprender, por ejemplo, cuando exista una buena atención para ello.
Los padres podemos convertirnos en verdaderos impulsores del aprendizaje de nuestros hijos, pero para ello debemos entender que nunca dejamos de aprender de nuestros hijos
"Normalmente, los padres no somos docentes, no hemos sido formados para ello, pero constantemente debemos intervenir en su día a día, y además lo hacemos intentando llevar a cabo una de las prácticas educativas más complejas, la evaluación.
Constantemente evaluamos a nuestros hijos: ¿cuántas veces les revisamos sus tareas de clase? ¿y las notas? ¿cuántas veces les observamos mientras estudian y les hacemos algún comentario al respecto? ¿Cuántas veces nos hacen partícipes de algún trabajo que han hecho y quieren saber nuestra opinión?
Esa evaluación es un punto de contacto clave en su aprendizaje, y es justo ese lugar donde nos solemos mover los padres, muchas veces sin formación pero siempre con ganas de hacerlo bien. Nos encontramos justo en el lugar donde podemos convertirnos en verdaderos impulsores del aprendizaje de nuestros hijos, pero para ello, nosotros también debemos entender que los padres nunca dejamos de aprender de nuestros hijos.
La Educación está en constante evolución. El mundo cambia cada vez a mayor velocidad, y también lo hace la práctica educativa y la formación de los docentes, que deben adaptarse a esa realidad cambiante. Por eso cobra tanta importancia entender la figura del docente como “la persona que forma al alumno para que este sea capaz de aprender por sí mismo” (Feuerstein, 1994), alguien capaz de escoger intencionadamente los estímulos que pueden facilitar el desarrollo de las capacidades de sus alumnos, y hacer que poco a poco, pasen de aprender con la orientación de otra persona a hacerlo con plena autonomía, por ellos mismos.
Los padres en casa no podemos replicar al 100% esta labor docente pues no estamos formados para ello, pero sí podemos reforzarla mediante la evaluación que practicamos en casa con nuestros hijos.
Por eso debemos alejarnos del concepto jurásico de la evaluación, alejarnos del valorar a una persona únicamente con una nota numérica, y entender la evaluación como se pretende actualmente en el mundo educativo, en su concepción más amplia, como “una oportunidad para que las personas pongan en juego sus saberes, visualicen sus logros y aprendan a reconocer sus debilidades y fortalezas” (Anijovich, 2017).
Por eso, la evaluación nos puede ayudar a comprender cómo mejorar todas aquellas habilidades que nos van a permitir aprender algo nuevo, en definitiva, nos puede indicar el camino para poder aprender por nosotros mismos.
¿Qué significa aprender por uno mismo? ¿Qué significa autodidactismo?
“El autodidactismo es la capacidad de una persona de conformarse a sí misma, por lo tanto, permite que cada persona se convierta en su maestro y pueda adquirir los conocimientos por interés, a partir de los estímulos que haya disponibles” (Flores García, S, 2010). Así, debemos entender que “se puede obligar a un niño a estudiar hasta un límite, pero el potencial de crecimiento mediante el aprendizaje autodidacta es infinito” (Toru Kumon).
El autodidactismo o aprender por uno mismo, forma parte de nuestra vida adulta, no dejamos de aprender, estamos aprendiendo cosas nuevas constantemente, y si queremos tener una vida plena y feliz, debemos vivir con naturalidad ese aprendizaje constante, acostumbrarnos a él cuanto antes, entender esto cuanto antes.
Si nuestro deseo como padres es criar niños felices que sean adultos felices, debemos acompañarlos en ese camino que les llevará a pensar por sí mismos, cultivar en ellos una mentalidad autodidacta que les ayude a conocerse a sí mismos, a mejorar sus habilidades, a plantearse retos, a superarlos por ellos mismos… Con esto, reforzaremos en nuestros hijos su autoestima, su interés por seguir aprendiendo, y su motivación para desarrollar una personalidad plenamente autodidacta.
Rafael Samper, educador y coordinador pedagógico en Kumon España