Referentes femeninos, los espejos donde mirarse
La falta de referentes femeninos en el discurso científico constituye una de las causas por la que las niñas podrían no decantarse por estas disciplinas. © NAUFAL
Las STEM (acrónimo que designa a las carreras y disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) continúan siendo poco atractivas para ellas. Así lo corrobora el Ministerio de Universidades en su último informe Datos y Cifras del Sistema Universitario Español, referentes al curso 2018-19, donde se confirma que “la distribución por sexo en las distintas ramas de enseñanza sigue siendo poco homogénea”.
La brecha de género vuelve a pronunciarse en la rama de Ingeniería y Arquitectura, donde un 75,2% de los alumnos de nuevo ingreso y un 71,5% de los egresados en los estudios de Grado son hombres, frente al 24,8% y 28,5% de mujeres, respectivamente. En el curso 2017-18 las matriculadas representaron el 25% y las egresadas, un 28,2%, confirmándose de este modo un estancamiento de la presencia femenina en este ámbito de estudio.
La disparidad se acentúa en las enseñanzas no universitarias. De acuerdo con los últimos datos publicados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, el porcentaje de alumnas matriculadas el curso pasado en el Bachillerato de Ciencias y Tecnología fue del 43,7%, frente al 52,5% de chicos. En la Formación Profesional, también son minoría en ramas como Electricidad y Electrónica (entre el 3% y el 5%), Energía y Agua (entre el 5,4% y el 9%) y Fabricación y Mecánica (entre el 2,6% y el 9,5%).
Hay que crear un ambiente propicio para que niños y niñas decidan con los menos sesgos posibles
"“Creo que fundamentalmente es un problema cultural”, afirma la doctora en Matemáticas de la Universidad del País Vasco Marta Macho sobre las posibles causas de esta disparidad. “No hay cerebros masculinos y femeninos, cada vez más estudios procedentes de la neurociencia demuestran que no hay ninguna causa biológica para que las chicas se decanten por cierto tipo de profesiones y los chicos por otras”, añade.
En este sentido, un reciente estudio publicado por la revista Science reveló que, a partir de los 6 años, las niñas empiezan a sentirse menos brillantes que sus compañeros. “Eso se les transmite en casa y en la escuela, quizá no de manera explícita, pero sí a través de regalos o comentarios”, asegura Macho.
La falta de referentes femeninos en el discurso científico constituye otra de las causas clave que podría explicar el motivo por el que las niñas no se decantan por estas disciplinas. En el estudio de la Fundación Telefónica ¿Por qué no hay más mujeres STEM? se recoge, por ejemplo, cómo los alumnos responden con nombres como Stephen Hawking o Einstein al ser preguntados por personas relevantes dentro de la física, una tendencia que la investigación atribuye a «la repetida presencia de referentes masculinos en la televisión o en los libros de divulgación científica».
Macho advierte de que este fenómeno que invisibiliza a la mujer en el relato científico, conocido como «efecto Matilda», perpetúa la creencia de que la ciencia es una actividad fundamentalmente de hombres. «En estas condiciones, ¿quién tiene ganas de emprender unos estudios en los que piensas que quizás no encajes?», se pregunta.
Los museos también deben asumir su responsabilidad de crear referentes
"Elisa Garrido, doctora en Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, explica cómo a partir del citado efecto, que puso en valor la investigadora Margaret W. Rossiter, se ha podido comprobar que los logros de las mujeres científicas han sido históricamente atribuidos a sus colegas masculinos, como maridos y hermanos.
Garrido, cuya línea de investigación se centra en revisar los roles visuales representados por el arte como una autoridad científica, sostiene que también es necesario fomentar la vocación de las niñas por las STEM desde ámbitos fuera del aula: «El discurso educativo es producto de unos valores que se revisan muy lentamente, por tanto, el enriquecimiento formativo depende en gran parte de la Educación no formal».
En esta línea, propone que espacios como los museos desempeñen un rol formativo: «Los museos han ido desarrollando progresivamente su conciencia de servicio a los demás y su valor pedagógico, por lo que deben asumir su responsabilidad de crear referentes para niñas y adolescentes», argumenta. Incide en que las visitas a centros culturales y galerías de arte constituyen actividades extraescolares esenciales para desarrollar el espíritu crítico: «El arte nos ayuda a pensar, fomenta la creatividad y ejercita nuestra capacidad de análisis, todas ellas cualidades presentes en el desarrollo del pensamiento científico».
En relación con las STEM, Garrido cita el caso particular de los museos de ciencia, donde la mayor parte de los referentes científicos conocidos son hombres: «Estos museos, limitados al científico ilustre, blanco y masculino, ya no tienen cabida en una sociedad heterogénea en la que, por encima del mito que encumbra al genio, adquieren una gran importancia valores como la tolerancia, la superación, la resiliencia y el esfuerzo».
En este sentido, apela al esfuerzo de estos espacios para renovar un discurso expositivo que reconozca el importante papel de las mujeres científicas. Garrido considera que «si desde la cultura visual se nos muestra la realidad de nuestra diversidad, el arte contribuirá a fomentar el análisis crítico de esos estereotipos sesgados que claman por ser revisados».
Sin embargo, los libros de texto siguen siendo la principal fuente por las que los alumnos reciben mensajes explícitos e implícitos acerca de los roles femeninos y masculinos y sus habilidades en las STEM. Así lo concluye la Unesco en su informe Descifrar el código: La educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, del que se desprende que «los textos fallan en mostrar a mujeres profesionales en disciplinas STEM o, si lo hacen, generalmente usan lenguaje e imágenes que las retratan en roles subordinados, por ejemplo: doctores varones y enfermeras mujeres».
Según la base de datos del proyecto de investigación TRACE Las mujeres en los contenidos de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, la aparición de mujeres en los libros de texto utilizados en la ESO es solo del 12%. En este contexto, hace un par de años las empresas editoriales de contenidos educativos asociadas a Anele se comprometieron a reforzar la presencia femenina en sus materiales.
José Moyano, presidente de Anele, asegura que «existe el compromiso de incorporar el papel que las mujeres han tenido a lo largo de la historia en las nuevas ediciones» y añade que algunas editoriales ya han creado contenidos específicos a través de sus plataformas digitales para que alumnos y profesores puedan complementar la información de lo establecido en los currículos.
La creencia de que los hombres deben tener altas competencias en ciencia y tecnología también presiona y afecta a los chicos
"Macho suscribe la necesidad de hacer los libros de texto más inclusivos. Sin embargo, advierte de que solo con hablar de referentes no basta: «Hay que cuidar el lenguaje, hablar de los logros de mujeres en todos los ámbitos, propiciar el trabajo en grupos mixtos y tratar del mismo modo a chicos y a chicas». La investigadora recuerda que «no se trata de convencerlas para que hagan una carrera de ciencia, sino crear el ambiente propicio para que niñas y niños decidan con los menores sesgos posibles».
Milagros Sáinz, doctora en Psicología Social de la Universitat Oberta de Catalunya, apunta, en una investigación publicada en la Revista de Psicología Social, que los chicos también sufren sexismo: «En su caso, ejerce una presión muy fuerte la creencia de que todos los hombres deben poseer altas competencias para la ciencia y la tecnología». En consecuencia, prosigue Sáinz, «se producen desajustes en la percepción de la competencia: ellas tienden a considerarse peores de lo que realmente son, mientras que ellos experimentan el efecto contrario».
La investigadora subraya la necesidad de concienciarse sobre este problema, pero también de dotar a todos los actores implicados de estrategias de afrontamiento activo. Sobre las consecuencias futuras de una escasa presencia femenina en las STEM, Macho concluye: «El futuro será lo que en este momento empecemos a hacer y, para conseguir un mundo justo, todos los colectivos deben estar representados con equidad. Las mujeres somos el 51% de la población mundial y lo lógico es que en cualquier actividad humana este porcentaje se conserve».
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