Reinventando la Educación
En situaciones extraordinarias es lógico que se tomen medidas extremas, nuevas, innovadoras y, por tanto, controvertidas. No van a gustar a muchos, ni van a parecer suficiente a otros, pero lo cierto es que toca adaptarse en búsqueda de un mayor bien común.
Así, los docentes, al igual que muchos otros profesionales, vivimos en un panorama de incertidumbre y, por tanto, en constante improvisación. Los antiguos mensajes de alumnos o familias excusando al estudiante por no poder ir a clase por cualquier tema, ahora son mensajes prácticamente estandarizados: “Estimado profesor, disculpe que le escriba con tan poca antelación, pero acabamos de saber que soy contacto estrecho de una persona con PCR positiva en Covid-19 y no podré asistir a clase mañana. Un saludo”. De esta manera, en el mes que llevamos de curso he podido experimentar cómo mi clase de 35 alumnos se quedaba reducida a 12 presenciales y el resto siguiendo la improvisada clase a través de cámaras y micrófonos.
No sería un gran problema si todas las sesiones fueran exposiciones del docente. Al final habría que estar pendiente simplemente de que los alumnos conectados te vean y te escuchen del mismo modo que aquellos que están presentes. Pero cuando se tiene preparada una metodología participativa (o semi-participativa al menos, consciente de esta situación) en la que debería haber ciertos alumnos en aula para exponer un tema que se les ha asignado y el resto tendrían que evaluar sus exposiciones, todo se complica. Es necesario darle otra vuelta al primer planteamiento para ajustarse a las circunstancias y tratar de no perder la perspectiva ni la motivación ante situaciones que escapan de nuestras manos. Tan solo queda animar al colectivo docente y apoyarles en esa “reinvención” constante en la que se encuentran en este histórico curso.