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En el ojo del huracán: evitar el naufragio

El sistema educativo está saliendo de un periodo de tranquilidad entre dos devastaciones, aunque falta tripulación y parte de los pasajeros, el alumnado, se nos puede caer por la borda.
Miércoles, 25 de noviembre de 2020
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La consabida brecha tecnológica ha hecho mella en los más vulnerables. © GRANDFAILURE

Los huracanes tienen una forma circular por las fuerzas concéntricas que los forman y su punto central, llamado ojo, es un espacio de calma que puede dar, a los barcos atrapados en medio de una tormenta, una falsa sensación de seguridad. El sistema educativo está saliendo de un periodo de tranquilidad entre dos devastaciones: la primera, el inicio de la pandemia y el confinamiento de marzo, abril y junio; la segunda, la que se nos avecina, impredecible en su dimensión y consecuencias, pero totalmente inevitable. Y la pregunta que nos formulamos es si, a nivel educativo, hemos aprendido algo de la primera ola que nos haya preparado para la siguiente. Si, en definitiva, hemos salido más sabios y capacitados para afrontar lo que se nos viene encima.

Ante la primera catástrofe, el confinamiento de marzo, el profesorado fue el primero en reaccionar. Desde entonces hasta ahora se ha dado, a nivel tecnológico y metodológico, un salto de varias décadas. Lo que en un principio fue un sálvese quien pueda se ha ido convirtiendo, poco a poco, en un movimiento cada vez más ordenado y dirigido a un fin común: no dejar a nadie atrás. No nos ha quedado más remedio que adaptarnos a las circunstancias. 

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Muchos han entendido ahora que dejar un móvil en manos de un niño no lo convierte en un experto informático

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Así que, algunos a trompicones y otros más apaciblemente, nos hemos puesto las pilas tecnológicas. Evidentemente, aún queda mucho camino por recorrer, pero, una vez que se ha virado el rumbo, la inercia es una fuerza muy poderosa y lo más fácil es seguir avanzando hacia adelante. Además, la figura tan denostada durante años del docente parece haber cobrado una inusitada y nueva valoración social.

Tutela tecnológica

El alumnado y sus familias han hecho un gran esfuerzo también, aunque la consabida brecha tecnológica ha hecho mella en los más vulnerables: la semipresencialidad y la docencia telemática no son igualmente fructuosas en todos los estratos sociales ni en el alumnado con necesidades educativas. 

Además, nos hemos dado cuenta, con mucha sorpresa, de que esta generación, nativa digital, que maneja dispositivos electrónicos desde su nacimiento, no tiene la competencia digital que habría cabido esperar. Aparte de TikTok y algún videojuego, la mayoría del alumnado sigue necesitando una estrecha tutela a nivel tecnológico. Muchos han entendido ahora que la idea de que dejar un móvil en manos de un niño lo convierte ya en un experto informático es una ilusión, al igual que no sirve de nada dejar a un niño analfabeto en una biblioteca durante años sin una persona que le enseñe a leer.

Las administraciones son las que están tardando más en reaccionar y no han sabido ver el momento en que nos encontramos. No podemos continuar un día más sin que absolutamente todo el alumnado esté dotado tecnológicamente. Una conexión a internet y un dispositivo electrónico se han convertido en bienes de primera necesidad, porque en estos momentos son sinónimo de acceso a la Educación. 

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Un refuerzo del número de docentes es imprescindible: no damos abasto

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Además, un refuerzo del número de docentes es totalmente imprescindible: no damos abasto. Puede que exista un dilema no resuelto entre la economía y la salud, y que haya que buscar el equilibrio entre ambas, pero dicho dilema no debería darse entre la Educación y la salud, puesto que el sistema educativo es la piedra angular de todo sistema democrático.

Por lo tanto, a la pregunta de si hemos sabido aprovechar este ojo del huracán para prepararnos para lo que queda de tormenta, la respuesta es que no todos: falta mucha tripulación, aunque la que hay está motivada y mucho mejor preparada que al principio, y parte de los pasajeros, nuestro alumnado, se nos pueden caer por la borda. Necesitamos que los oficiales, nuestros gobernantes, entiendan que, si no rescatamos a todos, el esfuerzo que hemos hecho no habrá servido para nada. La tripulación puede evitar el hundimiento, pero no podrá, sin nadie al timón, llegar a ningún puerto.

Bruno Rivera. Director del IES “Virgen del Rosario” de Benacazón, Sevilla

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