Rubén Prieto: “La clase de Religión no es ni catequesis ni iniciación religiosa”
Rubén Prieto es un profesor laico de Religión que ha ejercido durante más de 25 años en institutos públicos. El último centro en el que ha impartido clase es el IES “El Burgo-Ignacio Echeverría” de Las Rozas (Madrid). Actualmente ejerce como asesor para docentes de Religión en un Centro de Formación de Profesorado de la Comunidad de Madrid.
¿Qué le llevó a ser profesor de Religión?
—El ser profesor de Religión siempre fue una opción personal. Es una materia con la que me identifico vocacional y profesionalmente, permitiéndome disfrutar cada día de mi trabajo.
¿Qué beneficios tiene la clase de Religión para los alumnos?
—Desde luego ayuda a interpretar todo el patrimonio cultural que ha surgido de la experiencia y creencia religiosa, explicamos los porqués del arte, la literatura y las costumbres humanas. También aporta los aprendizajes sociales que tienen que ver con los valores que ayudan a la convivencia respetando las diferentes culturas y religiones. No podemos olvidar que la clase de Religión ayuda a plantease y dar respuesta a los aprendizajes de sentido, desde una búsqueda interior con una visión cristiana.
¿Qué piensa sobre los estereotipos de la Religión que la relacionan con el adoctrinamiento?
—Creo que estos planteamientos se deben básicamente a un desconocimiento del planteamiento pedagógico de la enseñanza de la Religión en la escuela. El conocimiento de lo que hacemos en clase supondría la superación de esta idea de adoctrinamiento. En clase presentamos valores cívicos y cristianos, entablamos diálogos abiertos con todos los pensamientos y culturas y la fe, dando herramientas a nuestros alumnos para que decidan en libertad.
Esta asignatura no se dirige a los creyentes, sino a todos y todas; es una formación netamente escolar que no conduce automáticamente a la fe
"¿Y sobre los que la confunden con la catequesis y dicen que debería impartirse fuera de las escuelas?
—La enseñanza de la Religión en centros públicos no es ni una catequesis ni tiene el objetivo de ser una iniciación religiosa: eso pertenece al ámbito propio de las iglesias. Esta asignatura no se dirige a los creyentes, sino a todos y todas; es una formación netamente escolar, que no conduce automáticamente a la fe. Como he dicho, el fin de la Religión en la escuela es la formación sobre lo religioso en todo su conjunto, tanto en la cultura, en la sociedad, en la historia, etc.
También existe el tópico de que es una maría o una materia que muchos eligen para subir nota.
—La asignatura de Religión es evaluable a todos los efectos. Desde el compromiso a una Educación integral, nosotros medimos los progresos de los alumnos, tanto en contenidos, procedimientos, destrezas y habilidades ayudándoles a la adquisición de las competencias clave. Cuando oímos hablar de asignaturas marías o que sirven para subir nota nos alejamos de esta Educación global donde, desde cada área, se aporta para que el alumno adquiera las competencias necesarias para la vida.
¿Ha ido cambiando la asignatura con los años?
—Claro que ha ido evolucionando, adaptándose a los cambios tanto jurídicos como pedagógicos, pero en su esencia, en sus objetivos y en su formación integral del alumno es la misma. Seguimos aportando a la Educación saberes religiosos, los valores esenciales para la vida, la capacidad de dar sentido a la vida y respuestas a las preguntas esenciales, descubriendo el papel esencial de la Religión y la Iglesia en la historia de las civilizaciones y las culturas de nuestro tiempo.
Dentro del Claustro somos uno más, donde la asignatura de Religión es valorada tanto por los profesores como por los alumnos y los padres
"¿Cómo viven los profesores de Religión las polémicas políticas entorno a la asignatura que surgen cada cierto tiempo?
—Lo vivimos con dolor y pena. Sentimos que son polémicas que están lejos del entorno escolar. Dentro del Claustro somos uno más, donde la asignatura de Religión es valorada tanto por los profesores como por los alumnos y los padres. Ciertamente, esta incertidumbre legal lleva a desestabilizar la asignatura, que es elegida voluntariamente por los padres y alumnos. Por eso, dentro del aula esta polémica no existe, los alumnos que vienen a Religión se sienten importantes, reconocidos en sus tareas académicas y sienten que la asignatura les sirve para crecer cultural y personalmente.
Como profesor, ¿qué le aporta la enseñanza de la Religión?
—Ser profesor de Religión me aporta el sentimiento de poder participar en el crecimiento personal de los alumnos, en poner mi granito de arena a que sean aquello a lo que están llamados a ser. Siempre digo que los alumnos cada día me enseñan cosas que me sirven para crecer como persona y como docente, y esto para mí es muy importante.
¿Cómo es la relación con sus compañeros docentes?
—Es una relación de equipo docente, de complicidad en la tarea educativa; soy uno más que ayuda a la consecución de los objetivos del proyecto educativo de centro. Todos muestran un respeto absoluto tanto a la figura del profesor de Religión como de la asignatura, que es tratada como una más dentro del currículo.
Reconozco que en algunos ambientes eclesiales la figura del profesor de Religión no está reconocida en su totalidad
"¿Y con los alumnos y sus padres?
—Respecto a los alumnos soy uno de los profesores más queridos y valorados en el centro. Muestran empatía no solo por el trato personal sino también por lo que aporta la asignatura a cada uno de ellos. La relación con los padres es bastante buena: suelen comentar la evolución para bien de sus hijos y muestran su agradecimiento por ayudarles a educar en esa formación humana en valores, en esas respuestas al sentido de la vida y en el conocimiento de otras culturas y religiones.
En general, ¿el profesor de Religión se siente valorado por la sociedad?
—Creo que nos queda camino por recorrer. Mi experiencia es que no se valora lo suficiente, en parte, por el desconocimiento de su labor en la escuela.
¿Y por la Iglesia?
—Respecto a la Iglesia, tengo que decir que, en general, sí me siento valorado y reconocido en mi tarea como profesor, aunque reconozco que en algunos ambientes eclesiales la figura del profesor de Religión no está reconocida en su totalidad.
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