Tus emociones me importan
A la hora de educar a nuestros hijos no podemos pasar por alto las diferentes emociones que experimentan ante los acontecimientos que les suceden. Éstas son innatas al ser humano y las tienen desde que son pequeños, por lo que es necesario que conozcan desde el principio por qué las sienten y que les enseñemos a responder a ellas adecuadamente.
¿Qué son las emociones?
Entre las definiciones que nos proporciona el Diccionario de la Real Academia Española encontramos la de “alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”.
Tomando en consideración esta acepción de la palabra podemos observar cómo nuestros hijos experimentan esa alteración del ánimo desde que son pequeños aunque, en la mayor parte de los casos, de una forma exagerada y descontrolada.
Por eso, como padres, tenemos que enseñarles a manifestar esos estados de manera correcta y hacer que aprendan a tener el necesario autocontrol afectivo y anímico para conseguir que puedan dominar con mayor facilidad los efectos que producen las emociones. De esta forma, lograremos fomentar su capacidad a la hora de formarse un juicio correcto sobre las cosas y de tener un comportamiento adecuado.
Pero para conocer las emociones es necesario reconocer las alteraciones en el ánimo en el momento en el que suceden, admitirlas como camino a la aceptación personal y dominarlas para conseguir una mejora del temperamento.
Aprender a controlar las emociones
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Nuestros hijos manifiestan muchas emociones desde los primeros momentos de vida: miedo, alegría, tristeza o asombro, entre otras. Por ello resulta fundamental aprender a regularlas para contener sus manifestaciones y, así, expresarlas de manera correcta.
Como ya hemos comentado en multitud de ocasiones, es necesario que la educación alcance todos los ámbitos personales de nuestro hijos, y el de las emociones es uno de los más importantes.
Para empezar debemos tener clara la diferencia entre reprimir y autorregular las emociones. En el primer caso lo que hacemos es taparlas, esconderlas; en el segundo, lo que conseguimos es aprender a convivir con ellas y saber cómo expresarlas, en qué momento hacerlo y cómo controlarlas para que no nos convirtamos en esclavos de ellas.
Este último paso, precisamente, implica una gran madurez en la persona que lo consigue por lo que, alcanzar un adecuado autocontrol emocional es uno de los objetivos que tenemos que considerar en la educación de nuestros hijos.
Algunos ejemplos
Como hemos dicho en ocasiones anteriores, el ejemplo de los padres constituye el gran libro del aprendizaje de los hijos. Puesto que los niños observan cómo nos comportamos y cómo reaccionamos ante las distintas situaciones que se nos presentan, resulta fundamental que nos convirtamos en un adecuado modelo para ellos.
Por eso, la forma en que les hablamos cuando estamos enfadados o la manera en que reaccionamos cuando estamos alegres, preocupados o cansados va a ser determinante en el modo en que ellos se comporten cuando tengan que afrontar esos mismos estímulos.
En este sentido, si ante un enfado le explicamos al niño cómo nos sentimos y los motivos por los que estamos así, le ayudaremos a que aprenda a reaccionar de una manera adecuada ante esa misma circunstancia.
Como decimos, no se trata de disimular o esconder nuestras emociones sino de hacerles saber qué nos pasa y la razón por la cual estamos así. De esta forma podemos ayudarles cuando a ellos les pase algo parecido y les podemos enseñar cómo asumir la frustración que se genera con las emociones penosas o negativas. De la misma manera habrá de suceder cuando están alegres, se asombran o experimentan sensaciones agradables.
Exteriorizar sin exageraciones que se encuentran en un estado emocional concreto permitirá que el otro pueda a acompañarles en esa situación.
Pensemos en algunas estrategias
Además de servirles de ejemplo, también es importante en una adecuada educación emocional que aprendan estrategias que les permitan superar momentos de tensión y eventuales bloqueos que, en ocasiones, pueden generar las emociones negativas como el miedo, la ira o la tristeza.
Así pues, indicarles cómo regular la respiración en situaciones en las que pueda aparecer una fuerte emoción o un gran enfado favorecerá que haya unos instantes en los que la mente vuelve a tomar el control permitiendo pensar con más facilidad y mayor sosiego.
De la misma forma, enseñarles a retrasar la respuesta en la reacción contando hasta diez ayudará a que no tengan respuestas impulsivas ante acontecimientos imprevistos.
Asimismo, ante realidades incómodas o desagradables a las que tengan que enfrentarse podemos mostrarles cómo dirigir la atención hacia otros asuntos que les transmitan pensamientos positivos y les ayuden a superar esa situación.
En definitiva, debemos enseñarles a conocer e identificar sus emociones, a expresarlas de forma adecuada y dotarles de las herramientas necesarias para controlarlas y manejarlas.
Y, para ello, los padres tenemos que favorecer momentos de tranquilidad y paz en el hogar para que nuestros hijos puedan pensar con serenidad y buscar situaciones agradables para ellos en un ambiente seguro y de confianza.
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Algunas emociones:
• Alegría
• Asombro
• Gratitud
• Miedo
• Ira
• Tristeza
Cómo ayudarles:
• Ejemplo
• Conversaciones
• Buscar opciones
• Entrenamiento emocional
Herramientas:
• Respiración profunda y lenta
• Contar hasta diez
• Distraer la atención
• Tener pensamientos positivos
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Paloma Cavero Coll,
maestra de Educación Infantil y Primaria