Día escolar de la no violencia y la paz
Asumir nuestra responsabilidad como docente es comprometerse a ser ese referente positivo, coherente y respetuoso que todo niño o niña necesita.
Debemos transmitir valores democráticos educando en igualdad, pero sobre todo impulsando el desarrollo de la infancia, desde las capacidades y no desde las diferencias.
La Educación para la paz, se concibe gracias a la participación y al compromiso de una sociedad capaz de dialogar, de tomar decisiones y manifestar sus derechos y corresponsabilidades a través del respeto mutuo
Una oportunidad para retomar este compromiso desde la escuela es el Día de la Paz y la no violencia escolar que se celebra el 30 de enero en muchos centros educativos.
Sobre este día me gustaría compartir la reflexión del maestro de Primaria Manuel Andrades Cordero, autor del libro Lo afectivo es efectivo (Ed. Círculo Rojo, 2020), donde nos habla de ciertas incoherencias sobre las acciones que se abordan en esta jornada.
“Buscamos un canción que hable de la paz, pero luego no hablamos el lenguaje de la infancia. Les decimos que pinten mandalas ese día y el resto de días les pintamos la cara de humillaciones, castigos y reproches. Nos ponemos a enseñarles como resolver conflictos y cuando tenemos que decir a un adulto de manera respetuosa, amable y asertiva que no son formas de tratarles no somos capaces de resolver nuestros miedos para hacerlo. Bailamos alegremente en el patio la coreografía preparada y no somos capaces como adultos de parar el baile autoritario y déspota de algunos adultos. Hacemos juegos cooperativos ese día, y el resto del año alimentamos la competición con las notas, la comparación de niños y niñas, de aulas, de qué colegio es mejor. Desde mi humilde opinión, la de un sencillo maestro que reflexiona sobre su práctica en estos años, espero que la escuela y la sociedad viva cada día del año el día de la paz y para ello cada día estoy más convencido de que hay que poner en paz nuestras emociones. Porque nuestros niños y niñas no aprenden lo que les decimos, te aprenden a ti”.
En concordancia con su reflexión, enseñar es una responsabilidad social, ineludible con la propia reconstrucción de actitudes, que muchas veces normalizamos y transmitimos. Vale más la acción que la promesa. Por ello es necesario, validar y construir esa transformación social empezando por uno mismo.
Para finalizar os dejo tres propuestas literarias que hablan de la atención a la diversidad, promoviendo una educación más plural, más inclusiva, y con una mirada igualitaria.
Desde el CEIP «Nuestra Señora de Loreto» de San Javier (Murcia), la maestra de Infantil Esperanza Meseguer nos recomienda el cuento Abrazos de chocolate de Sandra Alonso y Verónica Vazquez de la Editorial Jalabalí.
Marco nos recuerda los tipos de abrazos que encontramos; abrazos de miedo, abrazos de alegría… pero los más especiales son los de su abuelo que siempre los acompaña de chocolate. Un maravilloso cuento que habla de las emociones, de la pérdida, de la dulzura, de la distancia… con frases que endulzan la ausencia.
Y nos cuenta que una de las actividades realizadas con el motivo del Día de la Paz, fue una propuesta de aprendizaje relacionada con el talento lógico-matemático, donde a través de la representación simbólica del más y menos, colocaban la palabra odio en el menos y un corazón pintado con chocolate en el más. Menos odio y más chocolate, se ha convertido en el eslogan del curso.
Desde el CEIP «Luis Vives» (Elche), la maestra de Infantil Mayte Bravo Muñoz, nos recomienda el cuento Elmer de David Mckee.
Elmer no es como los otros elefantes de su manada. Aunque parezca difícil de creer, es un elefante de mil colores: verde, azul, blanco, rosa, amarillo… ¡Impresionante!, ¿verdad? Pero a Elmer no le hace ni pizca de gracia ser así, más bien está harto de ser distinto, así que un día decide escaparse de la manada y buscar un remedio para poder tener el mismo color de piel que los demás…
La actividad realizada con su alumnado de 5 años fue reflexionar en asamblea sobre lo diferente qué somos y cómo nos comportamos, aprovechando esa diversidad para aprender uno de otros, trabajando la aceptación y la cohesión de grupo.
Desde el CPREE «Carrechiquilla» (Palencia), las maestras de Educación Especial Ana María Ortega González y Alicia Rojo García, nos recomiendan el cuento Orejas de mariposa de Luisa Aguilar.
Mara tiene orejas grandes y por eso es objeto de burla por parte de sus compañeros. Triste y apenada, le pregunta a su mamá si ella también cree que sus orejas son grandes. Y la madre le contesta que no, que sus orejas son de mariposa y sirven para “pintar de colores las cosas feas”.
La actividad que realizaron fue recrear el escenario y los personajes con material sensorial, y dramatizarlo aprendiendo a ponernos en el lugar del otro. Trabajando así el respeto a las diferencias, las emociones, y evitando el bullying.