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Aprendizaje para la vida. Más allá de las teorías

Lourdes JiménezMartes, 9 de febrero de 2021
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Desde mi punto de vista, nuestro actual sistema educativo comete tres graves errores que merman las capacidades de nuestros niños y niñas, que apartan la realidad de la vida de la realidad de las aulas.
© BASHKATOV

A pesar de las múltiples leyes educativas que ha sufrido la enseñanza de nuestro país a lo largo de su evolución, marcadas siempre por los cambios de gobierno y los intereses políticos, hay algo que los docentes podemos destacar de la praxis y de la experiencia educativa que, lejos de las teorías y la burocracia, nos ha hecho ir transformando nuestra forma de transmitir los diferentes contenidos a nuestro alumnado. Estoy hablando de la práctica. Más allá del libro de texto, más allá de las leyes educativas, el hecho de enseñar a manejar de forma práctica los contenidos aprendidos es algo que facilita y favorece el aprendizaje significativo. No hablo de una mera práctica ni de una práctica aislada, me refiero a generar un clima en el aula donde haya empatía por parte del docente hacia el alumnado y por parte del alumnado hacia el docente y la realidad que le rodea, un lugar donde convivan las emociones, la sorpresa, la experimentación y el aprendizaje.

Desde mi punto de vista, nuestro actual sistema educativo, formado por las leyes educativas, los docentes y las familias, comete tres graves errores que merman las capacidades de nuestros niños y niñas, que apartan la realidad de la vida de la realidad de las aulas.

En primer lugar, es un error creer que el único objetivo de la escuela sea crear alumnos universitarios. La realidad es que no solo debemos pensar en el alumnado que quiere ir a la universidad, sino en todo el alumnado, esa escuela de todos y para todos que debe hacerse real. Eso es la inclusión. Cualquier niño –vaya o no después a la universidad por la razón o el motivo que sea– deberá ser competente en la sociedad, deberá divertirse y sentirse útil en clase. Cada niño tiene su propio talento y debemos descubrirlo, porque si solo nos centramos en el aprendizaje mecánico reproductivo y memorístico, estaremos apagando estrellas. Es un error creer que la única inteligencia es aquella que asociamos al coeficiente intelectual, a la capacidad de memorizar cosas que luego se olvidan. Debemos cambiar la idea que tenemos de la inteligencia. La inteligencia es diversa, dinámica y única. Los contenidos conceptuales son importantes, pero si no van de la mano de una aplicación práctica, útil y divertida, no serán un aprendizaje significativo, sino un aprendizaje memorístico a corto plazo que únicamente servirá para aprobar y no para aprender. Por lo tanto, cuando planteemos una actividad, un ejercicio, una tarea o un proyecto deberemos pensar desde tres grandes perspectivas: el qué, el cómo y el para qué enseñar; las capacidades múltiples, y el aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir juntos, priorizando contenidos curriculares para dotarlos de mayor calidad y menor cantidad, porque, en educación, menos es más.

En segundo lugar, es un grave error querer separar la diversión y el entretenimiento del aprendizaje, cuando el estado natural del niño es el juego y la experimentación. Una persona que investiga siempre tiene los ojos abiertos. No podemos pedirle a un niño que se pase cinco horas diarias sentado, de manera individual, sin hacer ruido, aborreciendo su escuela, un lugar que debería estar cargado de magia y de posibilidades, un sitio que debería ofrecerle un amplio abanico de experiencias enriquecedoras y variadas que le permitiesen descubrir sus talentos de forma apasionante y creativa. Familias, docentes y sociedad en general debemos entender que cuando hacemos tareas que se apartan del libro de texto no estamos perdiendo el tiempo, estamos aprendiendo, pero aprendemos de otro modo distinto del que estamos acostumbrados.

En tercer lugar, es una equivocación pretender tratar a todos los niños por igual, cuando en realidad todos son diferentes y cada uno aprende en un tiempo y de un modo distinto, pues, como ya mencionaba antes, Antoine Marie decía, en el cuento de El Principito, que solo basta con pedirle a cada uno lo que cada uno puede dar y, aun así, no dejaremos de sorprendernos de lo mucho que cada uno nos enseñará si le damos los apoyos necesarios. A pesar de las dificultades o la diversidad del alumnado, sí se puede. Se puede siempre.

"Si como adultos nos dedicamos a las ocupaciones más variopintas, ¿por qué nos empeñamos en enseñar del mismo modo y los mismos contenidos a todos los alumnos?"

El café para todos debe desaparecer de la escuela, porque nuestras clases son tan diversas como la sociedad en la que vivimos. Si como adultos nos dedicamos a las ocupaciones más variopintas, ¿por qué nos empeñamos en enseñar del mismo modo y los mismos contenidos a todos los alumnos?

Afortunadamente, en los últimos años se escuchan cada vez más voces a favor de diferentes aproximaciones a la enseñanza. Montessori, Waldorf, el trabajo por proyectos y cooperativo, la gamificación, la incorporación de las nuevas tecnologías y, muy fundamentalmente, el aprendizaje a través del servicio, pueden ser integrados con el objetivo de que cada alumno y grupo tenga la educación que mejor se adecua a sus necesidades.

Esta es precisamente la manera de trabajar que propongo en mi último libro, un método que he denominado ApV (Aprendizaje para la Vida), en el que planteo tareas relacionadas con situaciones reales, aprendizajes basados en el juego y la experimentación, poniendo al alumnado en el centro del aprendizaje y contando con las familias y la comunidad como motor de muchas de las tareas propuestas.

Este libro no solo es una reflexión educativa, sino una gran aportación a la enseñanza. Persigue la formación integral y globalizada, mostrando cómo emplear las distintas metodologías, de forma transversal e interdisciplinar, en nuestras clases. En él encontraremos aportaciones de la neurociencia, veremos la importancia del teatro como recurso educativo o la importancia de educar en el buen uso de las tecnologías. Además, es un libro que cuenta con la colaboración de grandes profesionales de la enseñanza, aportando capítulos muy reflexivos sobre la importancia de la infancia y la educación.

Lourdes Jiménez es Mejor Docente de España 2019  y autora del libro Aprendizaje para la vida

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Comentarios

  1. ASUNCIÓN CORNELLES COMPANY
    13 de febrero de 2021 17:55

    Un artículo escrito maravillosamente y aportando mucho. Gracias Lourdes.