Juegos y apoyo familiar rebajaron la tristeza de los niños en el confinamiento
El confinamiento decretado entre los meses de marzo y mayo de 2020 para frenar la expansión del coronavirus modificó el día a día de las familias y provocó una ruptura de las rutinas sociales que dejó a los menores sin clases presenciales, sin acceso a espacios naturales y abiertos y sin el contacto con sus compañeros. Este contexto de transición viró hacia un sistema educativo online que ha evidenciado desigualdades y que ha impactado en la infancia, según un estudio de las universidades en el que ha participado la de Granada.
Este estudio ha analizado las percepciones que tienen las familias sobre el impacto social y educativo del confinamiento en la infancia para diagnosticar fortalezas y debilidades. Más de 5.100 familias han participado en este estudio que ha detectado una falta de corresponsabilidad en todas las tareas domésticas y de cuidado que, exceptuando la compra, recayeron en mayor medida en la mujer. La implicación de los padres en las tareas de cuidado fue especialmente baja en la limpieza y en la ayuda con las tareas escolares de los pequeños.
A pesar de que, según sus familias, los niños han experimentado más emociones positivas que negativas durante el confinamiento, el sentimiento de añoranza hacia sus amigos ha sido alto y, conforme van aumentando en edad, el impacto emocional se intensifica, por lo que el alumnado de Primaria mostró más miedo y tristeza que el de Infantil, que desarrolló un comportamiento más nervioso.
A pesar de que, según sus familias, los niños han experimentado más emociones positivas que negativas durante el confinamiento, el sentimiento de añoranza hacia sus amigos ha sido alto
El estudio también ha evidenciado que las familias con mayor nivel de estudios percibieron con mayor intensidad las emociones positivas, mientras que a menor nivel de estudios fue más notable la percepción de emociones negativas.
A pesar del aburrimiento, la infancia no ha sentido soledad puesto que ha compartido mucho más tiempo con sus familias, aumentando las horas dedicadas al juego analógico en familia, que ha sido la actividad más practicada por la infancia confinada. La continuación del aprendizaje de los menores ha estado determinado por el apoyo y soporte familiar y por la accesibilidad de los docentes en el acompañamiento más que por las posibilidades de las tecnologías.