Así trabajamos por competencias en nuestro centro
En la Escola “Sadako” promueven seis C: creatividad, cooperación, pensamiento crítico, comunicación, curiosidad y ciudadanía. © ESCOLA SADAKO
Hay centros donde el enfoque competencial y el adelgazamiento de contenidos que se pretende con el nuevo currículo no suenan a ciencia ficción. Algunos han sido pioneros y llevan 15 años en una línea similar, como la Escola “Sadako” o el Institut “Bellvitge”, en Cataluña, en parte apoyados por redes del Departament como la Xarxa de Competenciès Bàsiques. Otros comenzaron hace apenas cuatro cursos, como el CEIP “As Covas-Meaño” (Pontevedra), que mira con envidia cómo a 50 minutos los escolares portugueses disfrutan desde 2018 de un nuevo currículo más flexible, que permite explorar formas pedagógicas y tiempos y espacios distintos.
Hay escuelas donde el cambio ha sido a escala de centro, como en el CEIP “San Cristóbal” de Cartagena, y en los que solo ha empapado a ciertos departamentos, como en el IES “Carmen y Severo Ochoa” de Luarca (Asturias). Pero todos coinciden en que el cambio ha sido paulatino y no ha terminado todavía.
Coincidiendo con el plazo de consulta pública de los decretos de enseñanzas mínimas del 14 al 28 de abril, el Ministerio de Educación ha organizado un segundo foro virtual para escuchar a algunos centros que ya trabajan por competencias, cuyos nombres han facilitado las 17 consejerías de Educación.
El MEFP ha querido saber qué dificultades se han encontrado y qué le piden al nuevo currículo. Quizá porque sus responsables saben, como el profesor de la Universidad de Granada, Fernando Trujillo, moderador de una de las sesiones, subrayó, que lo que se publica en el BOE es un deseo, pero que el verdadero currículo son las relaciones interpersonales del claustro, con los chicos y chicas y las actuaciones educativas. También que, muchas veces, las claves no hay que buscarlas “ni lejos ni fuera”.
Cualquier innovación radical está abocada al fracaso ¿Estamos condenados al convencionalismo o la tradición? No, lo opuesto es la innovación incremental, la que avanza paso a paso, la que ocurre cada día en los centros educativos observando su propia realidad
"Un punto de inflexión para muchos de estos centros fue abandonar el libro de texto. Es el caso de CEIP “San Cristóbal”, que lo ha retirado progresivamente desde hace una década. Hoy solo queda el de inglés. En centros de reciente creación, como el CP “Buztintxuri” de Pamplona, desde el principio renunciaron a él como guía en aras de un aprendizaje basado en proyectos que implica que tampoco organicen el horario por asignaturas, como tampoco lo hacen en el CEIP “Princesa de Asturias” de Elche, nacido también en 2009.
“Hace 15 años en la escuela había libros de texto. La decisión de eliminarlos fue muy trascendente. Nos preguntamos para qué educábamos, y ahí arrancaron estrategias de trabajo globalizado, más competencial, con más participación del alumnado, de las familias, con una nueva evaluación, dentro de una estructura pedagógica muy basada en competencias”, relata Jordi Musons, director de la Escola “Sadako” de Barcelona. Para él lo fundamental no es cambiar las metodologías sino el propósito. Hoy considera que han alcanzado un buen equilibrio entre el nivel de conocimientos con que salen sus alumnos y sus competencias personales y sociales, que les hacen “más hábiles en la sociedad del conocimiento del siglo XXI”. Los últimos 15 días de curso deben defender un trabajo ante un tribunal para demostrar que han incorporado estas competencias.
Para Adela Barreda, directora del Institut “Bellvitge”, de todas las competencias una destaca sobre las demás y se ha convertido en objetivo prioritario de mejora: la comunicativa (oral, escrita, audiovisual), en el ámbito lingüístico y no lingüístico. Para Barreda, en la capacidad de comprender textos y comunicarse de forma competente está la base de todo aparendizaje. ¿El aprendizaje por competencias destierra la memoria? Ella no lo ve así. “La competencia es lo que queda cuando se ha olvidado lo que se aprendió, pero algo hay que olvidar”, sostiene, defendiendo la memorización, sí, pero funcional y transferible. Para ella debe valorarse lo que viene del pasado: “No todo fue malo”.
Lo que quienes han iniciado el camino le piden al currículo
- Flexibilidad. Muchos de estos centros no organizan el horario en franjas por asignaturas. Esto sucede sobre todo en Infantil y Primaria. En Secundaria la mayoría reconoce la falta de flexibilidad en los horarios y las materias como una de las dificultades más importantes.
- Tiempos. Piden más tiempos de coordinación para que el cambio termine de cuajar entre aquellos compañeros no tan entusiastas.
- Claridad y ejemplos. Quieren un andamiaje sencillo para que el profesorado que esté trabajando dentro de un enfoque más tradicional no perciba un cambio demasiado grande. También quieren que el MEFP les facilite ejemplos de aplicación práctica, que aclare lo que significa la innovación o se detenga en las metodologías.
- Acompañamiento y reconocimiento. Creen que es necesaria formación para dar los primeros pasos y un seguimiento, una evaluación, alguien que resuelva tus dudas, para llegar a lo competencial y no venirte abajo si tu primer proyecto no funciona.
- Otra forma de evaluar. Plantean una evolución hacia una forma más rica de evaluar, más cualitativa que cuantitativa, que incluya la autoevaluación y coevaluación. Algunos abogan por acabar con las calificaciones numéricas. Otros quieren que se revise la EBAU para que 2º de Bachillerato no se convierta en una academia de preparación para la misma.