Creando el Rincón de la Calma
Es el rincón de la calma un espacio estupendo para ayudar a relajarse a los más pequeños. Por ello, en muchas tutorías invito a las familias a que puedan crear con la ayuda de sus hijos este espacio tan personal.
A los niños y las niñas de educación infantil y primaria todavía les cuesta mucho gestionar sus emociones y controlar su impulsividad. El primer paso para que puedan aprender a gestionar sus emociones, es aprender a identificarlas. Así como aprender que las emociones no son buenas ni malas, aunque algunas emociones pueden producir bienestar y otras, malestar, como por ejemplo la rabia.
Les explicaremos que cuando la emoción es muy intensa, la única forma de hacer que disminuya su intensidad es calmándonos y para eso creamos el rincón de la calma.
El rincón de la calma ayuda al niño a encontrar mayor tranquilidad cuando su emoción le ha secuestrado.
El rincón de la calma no debe usarse como un lugar de castigo, tipo la silla de pensar. Es un espacio personal para ellos, pero en un primer momento pueden necesitar que los acompañemos. Escucharemos al niño y estaremos pendiente a sus necesidades.
El rincón de la calma habrá sido creado con su ayuda eligiendo un espacio en el que tenga intimidad. Previamente deberemos explicarles para qué servirá. En el rincón colocaremos elementos como:
➢ Peluche
➢ Pelota depresora
➢ Cojines
➢ Mantitas
➢ Botellas de la calma. Mira este enlace para su fabricación.
➢ Cuentos
➢ Mandalas para dibujar
➢ Hojas en blanco para expresar y dibujar su rabia
➢ Serie de números para contar y relajarse
➢ Dibujos de la técnica del árbol. Respira sé un árbol.
Una vez tengamos el rincón de la calma creado, lo podremos usar en nuestro proceso de resolución positiva del conflicto que surja con ellos.
Es muy importante que delante de algún conflicto reflejemos lo que están sintiendo nuestros hijos, o alumnos, sin juzgar, por ejemplo:
“Veo que estás enfadado porque tú hermano te ha quitado el juguete y le has pegado. Ahora es un buen momento para que vayas al rincón de la calma y cuando estés más relajado hablamos”.
Después, cuando esté más calmado, reflexionaremos sobre lo ocurrido. Le recordaremos que no se puede pegar a otra persona, tirar cosas o hacernos daño. Si fuese necesario vemos cómo se puede restaurar el daño producido (por ejemplo, ha roto el dibujo de su hermano y decide hacerle un dibujo a su hermano). En función de la edad necesitará más o menos ayuda del adulto. Finalmente reflexionaremos sobre que se puede hacer para la próxima vez, esto es muy importante.
Nosotros somos el modelo de gestión emocional de nuestros hijos. Cómo nosotros gestionamos los conflictos y nuestras emociones, así lo harán ellos. No es un reto fácil la verdad, pero es un precioso aprendizaje para todos, ¡qué nos servirá toda la vida!